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jueves, 28 de febrero de 2013

FORMAR PARA LA RESPONSABILIDAD






 

Cuando formamos a nuestros niños, niñas y adolescentes para el ejercicio de la responsabilidad, los preparamos para que asuman las consecuencias de sus actos, los estimulamos a identificar posibles soluciones a los problemas generados, desarrollar el respeto a los demás, al bien común, a los derechos de las otras personas, a actuar con justicia. Será la ruta a seguir para formarlos como personas respetuosas, respetadas y solidarias.

Sin duda es un camino más largo, con obstáculos; pero será la vía segura para formar a personas responsables que no usen la violencia para resolver sus conflictos y diferencias, y cultivar desde los primeros años la ciudadanía que el país reclama.

Para que logren su cometido, educar a la niña, niño o adolescente para que cumplan los acuerdos o pautas de disciplina se deben plantear consecuencias:

Claras: debe estar establecido qué consecuencias tiene el incumplimiento de un acuerdo. Por ejemplo, si tienen de 4 a 6 pm para hacer sus tareas y de 6 a 7:30 pm para recrearse. La consecuencia de no cumplir con sus deberes en el horario acordado es utilizar el horario pautado para el juego o recreación para cumplir con sus tareas escolares

Cortas: no deben ser muy largas porque pierden su efecto o incluso se puede olvidar cuál fue el motivo que originó la consecuencia. La intensidad y duración dependen de la edad. Para un niño o niña pequeño una hora puede ser una "eternidad"

Firmes: si no se es consistente en su aplicación el niño o niña aprenderá que no importa esforzarse para cumplir lo acordado o pautado porque su acto no tendrá consecuencias. El cumplimiento de lo acordado no puede depender del estado anímico de la persona adulta.

Coherentes: que exista una relación entre la consecuencia y el acto cometido. Si no hago lo pautado asumo que tiene una consecuencia lógica. Si sacó todos los juguetes y le da flojera guardarlos (lo pautado), la consecuencia es que tendrá que utilizar menos juguetes para tener tiempo para guardarlos.

Afectuosas: el establecimiento de una consecuencia debe hacerse de manera serena. Si no nos podemos controlar, estamos llenos de ira, se perderá el carácter educativo de la medida. Nunca olvidar que los educamos porque los queremos. Nuestro afecto y aceptación siempre deben estar presentes.

Pactadas: desde los 5 o 6 años las consecuencias deben ser pactadas y acordadas con ellos. Esto facilitará que se sientan identificados con lo pautado, se evitan reacciones ante las imposiciones, se desarrollará la comunicación, el proceso de ir internalizando el autocontrol y hacerse responsable por los propios actos y se prepararán para participar familiar y socialmente.
El pacto sobre consecuencias no es sinónimo de hacer lo que el hijo o la hija quieran. Se trata de buscar un acuerdo en base a la lógica, lo justo, la visión e intereses de ambas partes. Decidir con antelación qué es negociable y qué no.

Acciones  o decisiones que pongan en riesgo la integridad personal, la seguridad, no son aspectos que se pueden negociar.

Seguimos creciendo juntos.


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martes, 26 de febrero de 2013

Mamá ¡tan lejos y tan cerca! ¿Sabes que celebro hoy?




Hoy 26 de febrero  celebro  tu cumpleaños. Tu presencia sigue  viva en mi corazón, como la brisa,  no te puedo ver, oír, oler, tocar…pero ¡Como te siento!  Desde ese lugar en mi corazón,  celebro tu risa y ese sentido del humor que te permitía reírte de la vida cuando no te sonreía. Celebro tu frase: Diviértanse con los demás  y no a costa de los demás.
Celebro tu fortaleza, esa voluntad de levantarte  cuando  parecía que tu cuerpo ya no daba más.  Por algo  tus médicos te llamaban el Ave Fénix.

Celebro  tu capacidad para convocar  amigos, los tuyos y los nuestros  que se hacían amigos tuyos. Celebro tu decisión de darle vida  eso de “amigos para toda la vida” con esa  paciencia de escuchar  a quienes buscaban apoyo en ti en momentos difíciles.  Celebro tu interés y disposición para mantener contacto  con la familia en todo momento.

Celebro tu facilidad  para relacionarte con todos, sin importar su estatus,  cargo o condición, no te intimidaban, al contrario, podías  acercarte con naturalidad y entablar una  conversación como si los conocieras de  toda la vida.  

Celebro tu fe en  Dios y tus ganas de vivir  y esa coquetería que nunca se apagó con los años. Celebro tu  espíritu y pasión  de artista que  se expresaba  con un pincel, una poesía, un chiste dándole  vida a una máscara en el carnaval.

Celebro el  que cumplieras 50 años de matrimonio  con mi papá, compartiendo los inviernos, primaveras, veranos y otoños del alama.  

Hoy 26 de  febrero  celebro  el  haber  nacido de  ti, honro tu vientre y todos los momento en que me regalaste tu amor y protección,  seguramente con aciertos, equivocaciones, propios del amor, pero que  hoy me inspiran para reconocer  y expresar  estas palabras para ti.

Te  quiero

Siempre

Óscar          

lunes, 25 de febrero de 2013

¿POR QUÉ NO ME CUENTA NADA?



En nuestro más reciente libro ¡Adolescente en casa! ¿Qué hago?, de Fernando Pereira y este servidor, profundizamos los retos que nos plantea la comunicación y el  acercamiento a los adolescentes. Quizás porque nos recuerdan el adolescente que fuimos y los dolores de cabeza que les dimos a nuestras familias. 

Nos suele generar mucha angustia el silencio de los adolescentes. Sentimos que ese mutismo esconde sentimientos y pensamientos que pueden ser indicadores de situaciones de riesgo como adicciones, infracciones, despechos… 

Casi todos lo que sucede en la adolescencia ocurre de manera inconsciente. Lo que les pasa no lo pueden traducir en palabras. Tendemos a forzarlos para que hablen, especialmente cuando el silencio se ha convertido en una actitud permanente.

Cuando los obligamos a hablar, lo que logramos es mayor resistencia y hostilidad. Quizás lo mejor es preguntarle si les sucede algo y si quieren comentarlo. A veces los adolescentes necesitan más preguntas que respuestas. En caso de una negativa o silencio, hacerles sentir que queremos apoyarlos, que no es nuestra intención molestarlos ni intimidarlos.

Si se deciden a hablar, y estamos dispuestos a apoyarlos, es importante escuchar, parafrasear, repetir con nuestras palabras lo que nos comparten para que se sientan escuchados, y darles la posibilidad de rectificar, aclarar…

No es fácil. Requiere madurez y autocontrol de nuestra parte; nuestra tendencia a juzgar, nuestros prejuicios, suelen delatarnos, y se rompe el clima de intimidad, confianza, enturbiando la comunicación.
A veces asumir su silencio como algo sospechoso puede tornar un evento inofensivo en una situación grave que repercute en la confianza necesaria para una comunicación afectiva y efectiva.

Su silencio no es indolencia o indiferencia

• La indolencia e indiferencia que suelen mostrar ante acontecimientos que resultan muy conmovedores para los adultos, puede ser un escudo que proteja en el adolescente a un niño interior que se siente triste o con miedo.

• Puede utilizar su silencio como una forma de evasión, para no enfrentar el dolor por la pérdida de un familiar, amigo, mascota o por mudanzas o cambios de colegio.

• Su duelo puede expresarlo evadiendo, conectándose a una computadora y aislándose con unos audífonos del mundo exterior.

Los acontecimientos externos no se pueden desvincular de todas las transformaciones internas que viven nuestros adolescentes, ya de por sí complejas para contactar y asimilar.
Muchas veces cometemos el error de juzgarlos, etiquetarlos como indiferentes, insensibles, indolentes. Recordemos que el amor requiere atención, comprensión y tiempo.

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LOS DISCRIMINAN POR SU COMPORTAMIENTO SEXUAL

Como seres humanos, todos somos iguales; como personas, somos diferentes; como ciudadanos, tenemos los mismos derechos.

Suele inquietar cuando el adolescente se ve atraído por personas de su mismo sexo. Cuando los varones comienzan a expresar comportamientos, intereses y motivaciones asignadas a lo femenino, o viceversa, las familias comienzan a preocuparse porque no están actuando de acuerdo a lo esperado para su género. Estos comportamientos suelen ser motivo de burlas y humillaciones en la familia, centros educativos y sociedad en general. Se chalequea o acosa a todo aquel que es o luce “raro”.


¿Qué podemos hacer?

• Diferenciar lo que significa sexualidad, sexo y géneroMuchas veces se comete el error de concluir que un hombre es homosexual porque tiene gustos que son asignados a lo femenino, como por ejemplo la forma de vestirse, hablar, su sensibilidad, incluso movimientos considerados amanerados. Sin embargo, no necesariamente es así.

La forma de ser y de actuar no determina la orientación sexual. Puede coincidir, pero no es obligante. Tenemos el caso de un deportista, varonil, atlético, apasionado por deportes rudos que puede sentir atracción por personas de su mismo sexo; o al contrario, encontrarnos con una chica linda y femenina que sienta atracción por personas de su mismo sexo. Una persona homosexual o lesbiana no deja de ser hombre o mujer por la atracción que pueda tener. También existe, entre la gama de posibilidades, la bisexualidad, el interés sexual tanto por hombres como por mujeres.

Las variantes que existen en torno a cómo las personas viven y se sienten con su género y su orientación sexual son sumamente variadas; pero bajo ninguna circunstancia esta condición debe ser utilizada para excluir, humillar o discriminar.

• Solicitar información y apoyoCuando se sabe o se sospecha que un hijo puede tener una orientación sexual diferente, si esto genera mucha angustia, es muy importante solicitar información que nos permita comprender a fondo que el adolescente que está  en el proceso de definir su identidad, pasa por momentos diferentes en los que puede confundirse y tener contactos sexuales con personas de su mismo sexo, sin que necesariamente esto determine una orientación sexual definitiva.

Pero puede ser que, ciertamente, su atracción sexual hacia personas del mismo sexo ya sea una condición definida y que se mantenga permanentemente. Tal y como lo ratifican la Organización Mundial de la Salud y los diferentes protocolos psicológicos y psiquiátricos, la homosexualidad o bisexualidad no son consideradas enfermedades.
Una persona no puede decidir voluntariamente si es o no homosexual, heterosexual o bisexual. Simplemente es una condición que escapa a su voluntad.

• Procesar las emociones y sentimientos que generan. No es fácil para un padre o una madre aceptar que su hijo o hija tiene una orientación sexual diferente a la que se espera. Cuando se sabe que tienen preferencias sexuales por personas del mismo sexo, las familias suelen sentir mucha frustración porque sienten que tendrán hijos diferentes que, por su condición, estarán expuestos al rechazo social. Ciertamente, los adolescentes pueden ser víctimas de la discriminación, el desamor y las agresiones. Ante la soledad, el abandono, la exclusión y la culpa, los adolescentes podrían buscar salidas desesperadas en el alcohol, drogas o explotación sexual. El apoyo y acompañamiento de la familia es clave, pero para ello tiene que estar informada y preparada.

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EL CIBERACOSO ¿QUÉ HACER?


A veces nuestros hijos y estudiantes utilizan los celulares, internet, salas de chats, Facebook y otras redes sociales con la idea de “hacer una broma” y no se dan cuenta del daño que se pueden ocasionar cuando esa información, que puede ser verdad o mentira, se hace pública. Otras veces las pantallas son utilizadas para vengarse, molestar por situaciones íntimas  que se revelan, celos, envidia, etc.
Es importante hacerles saber que toda información que se publica por internet, celulares, Facebook u otras redes sociales no se puede controlar después que se difunde, pudiendo ocasionar daños graves que pueden afectarnos o afectar a otros psicológica y moralmente, e inclusive poner en riesgo nuestras vidas o la de otros.
Hay ciberdelincuentes que se valen de internet para ganarse la confianza y el afecto de jóvenes e infantes, para buscar el acercamiento y luego abusar sexualmente de ellos, utilizando imágenes, videos de webcam, fotos con las cuales también los pueden manipular para obtener dinero a cambio.
Con frecuencia, para llamar su atención suelen hacer ofertas engañosas, haciéndose pasar por academias de modelaje, productoras de castings para cuñas de televisión, concursos de belleza, para engañar a sus potenciales víctimas.

¿Qué podemos hacer?

Los podemos  formar para  que:
• Aprendan a utilizar de manera adecuada las tecnologías. Eso significa conocer sus ventajas; pero también sus riesgos.
• Estén atentos a no suministrar información personal que pueda ser utilizada en su contra, por ejemplo: teléfonos, dirección de habitación y/o escuela y curso en el que estudian o lugares en los que se encuentran en un momento determinado, claves de acceso a sus cuentas, números de cuentas bancarias o tarjetas de crédito de familiares.
No permitan que les saquen fotos o videos, directamente o a través de la webcam, en las que puedas aparecer semidesnudo, en ropa interior o totalmente sin ropa.
No publiquen comentarios de otros(as) que sirvan para meterse en su vida privada; tampoco palabras que los puedan ofender, humillar, descalificar… porque pueden responderte de forma violenta o inclusive agredirte físicamente.
Si saben de casos de compañeros o compañeras que tienen la intención de difundir información o imágenes que dañen su imagen o la de otros(as), tienes dos caminos: o se callan y se hacen cómplices, o denuncian una situación que puede tener consecuencias negativas, incluso legales.
Pueden hablar con sus familiares para que los orienten y decidir los pasos a dar para que la información no se siga difundiendo, bloquear a las personas que están haciendo daño y si es el caso denunciar ante las autoridades (CICPC, Fiscalía, Consejo de Protección).
Pongo a disposición el audiolibro Ciberacoso: ¿Qué hacer? que elaboré pensando en las personas que quieran seguir formándose para proteger a los niños de los peligros en el uso de las tecnologías publicaciones@cecodap.org.ve

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LOS LIMITES EN LA ADOLESCENCIA


En los primeros años de vida la puesta en práctica de la disciplina no se torna tan complicada como cuando se inicia la adolescencia. Es el momento en que el adolescente comienza a cuestionar y rechazar las normas, pide argumentos y da razones cuando está en desacuerdo con las exigencias que pueda recibir del entorno escolar y familiar.

Esta capacidad de cuestionarlo todo muchas veces nos desespera, porque no sabemos cómo establecer acuerdos sin que se desdibuje la autoridad que tenemos que desempeñar de acuerdo a nuestro rol.
La disciplina es el timón que nos permite gozar de nuestros derechos mientras  respetamos los derechos de los demás y esto exige tener claro los acuerdos para la convivencia.

Suele pasar que no están claras las consecuencias de irrespetar lo pactado. También sucede que si desautorizamos los acuerdos porque los miembros de la familia tenemos puntos de vista distintos, el adolescente acudirá a la persona que pueda complacerlo, que sea más flexible o que tenga más poder.

NEGOCIAR NO ES CEDER
Suele darse que los límites acordados se cumplen, o no, dependiendo de nuestro estado anímico. A veces se aplican sanciones desproporcionadas al hecho cometido, mientras que en otras oportunidades no se establecen correctivos a las consecuencias de ciertos actos, porque estamos muy ocupados, cansados… y nos hacemos los desentendidos o evadimos la realidad.

Cuando se incumplen los acuerdos tenemos la tendencia de prohibirle salidas o el uso de equipos electrónicos a nuestro hijo, sin que se dé el proceso de comunicarle el por qué y para qué de estas medidas. Simplemente le prohíbo salir y listo. Entonces, el adolescente  puede retarnos realizando otras acciones inadecuadas para vengarse por el malestar, rabia o frustración que le produce la sanción impuesta.

No nos queda otra que negociar, que no siempre significa ceder. Es acordar. Si el adolescente incumplió con una obligación, la consecuencia es que debe buscar la forma de resarcir el daño o asumir la responsabilidad incumplida. Por ejemplo, si nuestro hijo bajó las calificaciones en el liceo, más que decirle “te voy a quitar…”, es preguntarle “cómo vas a hacer para mejorar tu rendimiento”, y ver qué alternativas presenta. Si no ofrece opciones reales, le podemos expresar “vas a tener que utilizar el tiempo destinado a la recreación para estudiar y ponerte al día”, la señal de cumplimiento será mejorar las notas, por ejemplo. 

Esto exige estar vigilantes si realmente está utilizando el tiempo para estudiar y cumplir con sus deberes escolares. Si no es así, le haremos ver que no podrá salir el fin de semana porque no ha sabido utilizar el tiempo previsto para cumplir con sus compromisos. Seguramente se molestará y le haremos ver que entendemos se moleste, pero es nuestro deber apoyarlo para que pueda cumplir con las responsabilidades acordadas.
Nuestros adolescentes deben formarse para reconocer y respetar las “luces rojas de la vida”.
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viernes, 1 de febrero de 2013

Lo chalequean por diferente ¿Qué hacer?



Con frecuencia los niños y las niñas se sienten mal porque se meten con ellos, les hacen burlas porque usan lentes, tienen baja estatura, son gorditos, por el color de la piel, son hijos de extranjeros o cualquier otra situación que los hace sentir distintos a los demás.

Se considera “normal” hacer burlas, poner sobrenombres a otros sin importar cómo se sienten y cómo les afecta. El chalequeo suele ser una forma disfrazada de discriminar o excluir a otros por su condición.

Cuando son acosados o chalequeados sienten rabia, vergüenza, miedo porque no saben qué hacer para evitarlo. Si deciden contarlo a una persona adulta y no les hacen caso, se ponen peor, impotentes porque sienten que no pueden meterle freno a la situación que les perturba.

Cuando un niño o adolescente acosa a otro, haciéndolo sufrir y ese sufrimiento del otro le da poder y popularidad, está ejerciendo violencia. No se puede  justificar como “cosa de muchachos”.

Señalar el acoso es un derecho
Nadie puede valerse de su poder o del  apoyo de un grupo para hacer sentir mal a los demás, esta es una situación que no podemos ni debemos tolerar. Hay que enseñarles a nuestros muchachos que es su derecho notificarlo. Hacerles ver que no es lo mismo un chisme que un reporte. Un chisme es un comentario que se hace para descalificar a otro. Un reporte es informar sobre una situación que nos afecta o afecta a otro, con el fin de  que no se siga repitiendo.

Hay que aclararles que pueden hacer el reporte de forma anónima y pedir a la persona que guarde la confidencialidad para su protección. Las ofensas no solo se dan entre estudiantes, también se pueden presentar de las personas adultas de la comunidad educativa hacia estudiantes y viceversa.

¿Qué que se puede hacer?
Para conocer lo que piensan y sienten las víctimas, podemos utilizar historias, como por ejemplo “Francisco (9 años) desde pequeño utiliza lentes. Se meten con él poniéndole diferentes sobrenombres. A él le molesta mucho porque lo hacen públicamente y los demás se ríen en su cara. Se pone muy molesto… y los invitamos a que continúen el cuento.

Luego les plantemos interrogantes: ¿cómo se siente Francisco?, ¿qué hace cuando se meten con él?, ¿dónde puede solicitar apoyo?, ¿qué resultados obtiene? Y todo lo que se les pueda ocurrir para hacer más interesante la  historia. En el momento de reflexionar  sobre la historia, es importante no hacer juicios, escucharlos, parafrasear lo que dicen para  que se sientan escuchados y aclarar si interpretamos mal lo que quisieron decir. Lo importante es  que puedan expresar con libertad lo que sienten. 

Es importante hacerles ver que cuando son víctimas de burlas permanentes deben acudir al docente u otro personal de la escuela para plantearle la situación. Si la escuela no actúa se puede solicitar apoyo en una Defensoría del Niño, Niña o Adolescente o en un Consejo de Protección, ubicado en el municipio donde estudia o vive.

El acoso escolar es violencia y puede dejar heridas emocionales difíciles de sanar

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Cómo cultivar la fe en los hijos





Se suele creer que el crecimiento espiritual o la trascendencia se logran únicamente a través de las prácticas religiosas. La experiencia en colegios en los que se imponen ceremonias religiosas que se contradicen por las situaciones de discriminación, injusticias, excesos disciplinarios, generan rechazo y pueden debilitar la fe. A continuación, algunas consideraciones para fortalecer la capacidad individual o colectiva de creer en alguien o en algo.


¿Qué podemos hacer?

Utilizar ejemplos. Como el caso de la semilla que en la oscuridad, soledad, silencio, quietud y humedad de la tierra germina hasta convertirse en una planta. El que no la veamos germinar no quiere decir que no se esté dando el proceso bajo la tierra. Si pretendemos verificarlo escarbando, con seguridad dañaremos el proceso.
   
Resaltar que siempre hacemos actos de fe. Cuando vamos a un restaurante no nos dirigimos a la cocina para ver en qué condiciones higiénicas se encuentra el lugar. Nos montamos en un avión y no vamos a la cabina a preguntarle al piloto cuántas horas de vuelo tiene y si está en condiciones óptimas para conducir el vuelo. Estos son ejemplos prácticos que permiten demostrar cómo cotidianamente damos por hecho que las personas que nos brindan los servicios tienen las condiciones requeridas para hacerlo adecuadamente.

Enseñar a defender sus creencias. Cuando en los grupos, centros educativos o culturales pretendan imponerles creencias que van en contra de las propias, tienen el  derecho de exigir respeto. Hay que estar atentos cuando participan en grupos en los que se realizan rituales que generan cambios notorios en su forma de ser y sentir, pudiendo inclusive utilizar el alcohol o la violencia como parte del ritual. 

Es importante indagar qué tipo de respuesta buscan nuestros hijos en estas opciones. Puede ser que se sientan vacíos, solos y necesiten creer en algo o alguien, encontrando en estos grupos la atención y el tiempo para buscar respuestas espirituales y afectivas que no tienen en sus familias.

MAESTRA ESPERANZA

Tener fe da fortaleza en las crisis personales y sociales. La fe es un factor protector que estimula la esperanza de que las cosas puedan cambiar a pesar de lo sucedido. Una esperanza que se convierte en fortaleza cuando es compartida con otros.

Es importante hacer ver que la fe no significa ser tolerantes ante las injusticias que se cometen. Con frecuencia escuchamos a personas cuyos familiares han sido víctimas fatales de la violencia, invocando la justicia divina porque la terrenal no funciona. Como ciudadanos debemos exigir la justicia debida y Dios puede dar fortaleza para no claudicar y perseverar hasta lograr que la ley se cumpla.

Crecer espiritualmente a través del contacto con el arte y la naturaleza. Son oportunidades para la trascendencia, ya que nos permiten utilizar la imaginación, los sentidos, la sensibilidad… para conectarnos de forma diferente con la realidad, más allá de los ruidos, del afán de consumo, poder, control.

La fe y el amor van de la mano. El desamor puede generar la sensación de  que nada es posible. Una experiencia bonita y fecunda de amor nos puede estimular la fe en nosotros y en los demás

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MI HIJO ADOLESCENTE MIENTE ¿QUÉ HAGO?





Los adolescentes pueden ocultar la verdad por diferentes razones o decir “medias verdades” por miedo a cometer “sincericidios”. Puede ser porque sus padres sean muy rígidos y poco tolerantes y prefieren mentir para evitar sermones, castigos, agresiones…

Con frecuencia son testigos de cómo sus padres, familiares, maestros utilizan la mentira como excusa para evadir responsabilidades. Argumentan que no pudieron ir a la reunión del liceo porque estaban trabajando y resulta que estaban de compras, en la peluquería…

No siempre se puede ni debe decir lo que se siente o piensa de alguien, porque esa franqueza puede ofender, humillar o hacer daño. En los centros educativos es común que se hagan bromas por alguna característica o condición de otra persona y esto genera situaciones hostiles, inclusive violentas. Es el caso típico del acoso escolar, bullying o en nuestro  contexto el chalequeo

No se trata de decir lo contrario de lo que se piensa; vamos a ilustrarlo con un ejemplo: si alguien se hace un corte de cabello y no me gusta, si no me pide mi opinión no tengo porque decirle “que feo te quedó ese corte”. Y si me pregunta, tampoco le voy a decir “que bonito te quedó”. Quizás le puedo responder “lo importante es que  tú te sientas  bien con tu nuevo estilo de cabello” o “me gustaba más tu cabello largo”. Depende de la persona, de su capacidad o disposición para recibir y procesar las críticas.

LA CONFIANZA NO SE DECRETA, SE GANA

Paradójicamente suele pasar que las personas francas, que dicen todo lo que piensan y sienten, suelen ser muy susceptibles a las críticas. Les molesta cuando alguien les hace un comentario sobre lo que piensan o hacen y se ponen defensivas  e incluso ofensivas.

En ocasiones, especialmente en el caso de padres separados,  los hijos pueden mentir u ocultar la verdad para proteger al padre o a la madre, porque saben que si hacen algún comentario posiblemente afloren los resentimientos que existen por los conflictos de la pareja.

Es el típico caso del adolescente que sale el fin de semana con el papá. Almuerzan comida rápida y cuando llegan a la casa y la mamá o abuela le pregunta: “¿Qué comiste?” inventa un menú balanceado, sano, nutritivo que no tiene nada que ver con las hamburguesas que se comieron.

La confianza no se decreta, se gana cuando se da la posibilidad de crear un clima de intimidad en el que nos sintamos cómodos, sin miedo a expresar lo que sentimos por la reacción defensiva u ofensiva de quien escucha. Con nuestra actitud podemos abrir las puertas para la comunicación o podemos cerrarlas porque nuestras palabras y gestos refuerzan el “contigo no se puede hablar” que comúnmente dicen nuestros hijos y también parejas, familiares o compañeros de trabajo.

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VIOLENCIA. HAY QUE HABLAR CON LOS NIÑOS

  Óscar Misle Óscar Misle Los recientes enfrentamientos armados en la Cota 905 y comunidades aledañas y los operativos que se van realizan...