Óscar Misle
Recientemente se realizó el foro virtual #EncuentroCecodap
en el que se abordó la “Participación de
niños y adolescentes en la toma de
decisiones públicas”. Una oportunidad para escuchar la voz de los niños, niñas
y adolescentes. Entre los invitados se contó con la participación de José
Manuel Wever (17 años) quien compartió una síntesis de un documento sobre el
tema elaborado por Save the Children.
El documento resalta como los niños, niñas y
adolescentes pueden y debe ejercer su derecho a participar como ciudadanos, a pesar de no votar en los comicios electorales.
Ello implica desafíos importantes.
Exige definir ¿cuál es el rol del adulto en estos
procesos?; ¿Cómo vencer la duda de si los niños tienen la capacidad, la
madurez para participar?; ¿Cómo reaccionar cuando en la participación se empoderan y se
convierten en ciudadanos críticos con la forma en que se vive la democracia, la
libertad?; ¿Cómo hacer el seguimiento
para que sus opiniones y propuestas sean tomadas en cuenta y no sean
manipuladas?; ¿Cómo lograr que puedan tener acceso a la información?; ¿Cómo
lograr una participación que incluya las diferentes realidades con sus
prioridades y sin discriminaciones?.
Entre los panelistas estaba Francelia Ruiz, quien fue
uno de los 14 testimonios recogidos en nuestro reciente libro “Cuando yo sea
grande” (Fernando Pereira y Óscar Misle, Cecodap, 2018)).
“Tengo
31 años, nací en Maturín, estado Monagas. Desde los seis meses y hasta la
actualidad he vivido en un sector ubicado en la frontera entre los Barrios José
Félix Ribas y La Bombilla de Petare, estado Miranda
Estudié
preescolar en Colegio Guillermina Rickell, la primaria en la Escuela Básica Fe
y Alegría Manuel Aguirre. Barrio 24 de Marzo, Petare. Continué el ciclo diversificado en el Liceo Gustavo
Herrera, Chacao. En la Universidad
Central de Venezuela me gradué como Licenciada en Ciencias Políticas y
Administrativas. Postgrado en Derecho y Política Internacional.
¿Cómo
comenzó todo?
“En 1995, cuando todavía tenía 9, tuve el inmenso
honor de jugar a ser diputada o senadora y sentarme en las sillas de los
parlamentarios bajo el techo del hemiciclo protocolar del Congreso de la
Republica.
Ese
día decidí que quería ser Presidente de este país, estaba- y aún lo estoy-
convencida de la necesidad que tiene Venezuela de un presidente cuyo plan de
gobierno incluya como prioridad la ejecución de políticas efectivas de atención
a la niñez y adolescencia entendiendo que los niños son la semilla de la
sociedad de los hombres y mujeres que queremos.
En representación de los niños de Venezuela
decía por aquel entonces, cuando me tocó entregar el proyecto de Ley Orgánica
para la Protección de los Niños, Niñas y Adolescentes (LOPNNA) ante el Congreso
de la República: «Yo defiendo mis derechos y estoy luchando por una ley hecha
por nosotros y para nosotros, porque cuando yo sea viejita quiero decirle a mis
hijos y a mis nietos que ellos pueden gozar de sus derechos gracias a que su
abuelita trabajó en la creación de una ley que estuviera de nuestra parte»
Mi primera vez en el Congreso
“Tuve
el derecho de palabra: Leí mi discurso sobre el derecho a la alimentación. Mi papá lloraba de emoción y de orgullo, por
primera vez era entrevistada para un noticiero y en la noche me vería en
televisión nacional. Ese día supe que
quería ser parte de la historia, y quería protagonizar el cambio de paradigma
que iba a ocurrir en Venezuela sobre los derechos humanos de los niños, niñas y
adolescentes.
Fui Magistrada a los 14 años
El 31
de marzo del 2000, tenía 14, y fungí como Magistrado Presidente en la sala
constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en el simulacro de juicio oral
con que conmemorábamos la entrada en vigencia de la LOPNNA. Mi mamá compró un
televisor exclusivamente para ver la cobertura que los medios hicieron de ese
acto tan memorable”.
En una
reciente entrevista en un espacio los lunes en el que abordo temas de familia con
Román Losinski, por el Circuito Éxitos de Unión Radio, conversamos sobre la formación ciudadana de
los niños, niñas y adolescentes: Francelia nos regaló un contundente mensaje:
“En
estos momentos hay que repensar la ciudadanía, la política, la democracia y el
poder, invitando a los niños a incorporarse en estos procesos de deconstrucción
de esos principios de ciudadanía que se basaban en que ser ciudadano es
participar para elegir en los procesos electorales. Los niños son sujetos
plenos de derechos, ciudadanos activos de la sociedad que deben participar en
el debate público y en los espacios de incidencia. La realidad nos invita a
innovar con mecanismos disruptivos de participación ciudadana que incluyan a
estos grupos de la población de forma diferenciada. Los niños son un semillero,
con necesidades que deben ser atendidas en hoy, abandonando la concepción del
niño como futuro, son presente. Los invito
a innovar incorporándolos en los mecanismos de debate para la construcción de
un tejido social y con la creación de canales innovadores para la incidencia
pública tanto nacional como internacional.
Los
niños deben aprender a relacionarse con el poder para ser reconocidos como
sujetos plenos de derecho. Invito a revisar las lecciones aprendidas con los
mecanismos de organización de experiencias exitosas”.
Esa
niña de 9 años, a los 34, sigue fiel a sus principios y convicciones como
directora de proyectos de la Asociación Civil Convive y como activista de los
derechos humanos en el ámbito nacional e internacional.
Hasta
la próxima resonancia
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