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viernes, 5 de febrero de 2021

TENGO DERECHOS ¿Y MIS DEBERES Y RESPONSABILIDADES?

 



Óscar Misle

@oscarmisle

Cecodap en una escuela de Fe y alegría, realizó un trabajo grupal  con estudiantes de 5to y 6to grado, y les  consultó cómo se imaginaban a la LOPNNA (Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente).

 -Ricardo (12 años) se la imaginaba como una señora gorda, malhumorada a quien lo único que le gustaba era castigar a todo aquel que no hiciera lo que ella decía. 

-Maribel (11años), “yo veo a la  LOPNNA como una cómplice que sólo nos da la posibilidad de exigir nuestros derechos sin que cumplamos con nuestros deberes y eso la convierte en antipática para los adultos”.

-Francisco (12 años),  los escuchaba atentamente y dijo:

“¿No será que no conocen la LOPNNA y cada quien la ve de acuerdo a lo que le conviene? Es verdad que tenemos derechos; pero también tenemos el deber de respetar los derechos de los demás”. 

Las familias  y centros educativos muchas  veces se  quejan porque los estudiantes solo  reclaman derechos. Se crean  conflictos  por las amenazas con denunciar  a los docentes.  También los  colegios y escuelas amenazan con sanciones que  influye en que se tornen violentos. Esta situación también  se vive  en las familias,  cuando por desconocimiento se piensa  y se siente que  solo los derechos deben ser exigidos y se deja de lado los deberes y responsabilidades.   

Deberes y responsabilidades (Art. 93 LOPNNA)

Los niños, niñas y adolescentes tienen el  deber de respetar los derechos y garantías de las demás personas, las leyes; honrar, respetar y obedecer a su padre, madre o representante siempre que sus exigencias no violen sus derechos.

También tienen el derecho de ejercer y defender activamente sus derechos; pero también tienen el deber de cumplir con sus compromisos escolares, respetar la diversidad de pensamiento, religión, cultura; conservar el medio ambiente así como honrar a la patria y sus símbolos.

La Responsabilidad de tener Derechos.

En la misma actividad, citada al inicio de este artículo,  se les planteó  a los estudiantes:   Por un momento piensen cómo les gustaría que los traten los demás; ¿Qué hacen para mantener el ambiente sano, las calles limpias?; ¿por qué creen que es importante cumplir con sus compromisos escolares?, ¿cuándo sean papá o mamá cómo les gustaría que los recordaran sus hijos y nietos?; ¿qué pudiéramos hacer los ciudadanos para que cada quien cumpla con sus deberes.

Fue un ejercicio de empatía que generó reflexiones muy interesantes. Posibilitó pensar más en las personas que nos rodean para contribuir a construir familias y comunidades donde se respeten los derechos de todos cumpliendo con los deberes y responsabilidades ciudadanas.

Entre sus conclusiones resaltaron:

-Asumir nuestros deberes y responsabilidades nos permite tomar decisiones justas y respetuosas.

-Para vivir en democracia debemos no solo pensar en nosotros sino también en los demás. La participación de todos es muy importante.

-La importancia de conocer y cumplir las normas que permitan una mejor convivencia.

-Sin darnos cuenta podemos afectar los derechos de los demás por solo pensar en los nuestros.

-Debemos conocer nuestras cualidades y limitaciones de uno mismo y de los demás.

Coincidimos con Fernando Savater, destacado filósofo y escritor español,  cuando manifiesta que responsabilidad es saber que cada uno de mis actos me va construyendo, me va definiendo, me va inventando. Al elegir lo que quiero hacer voy transformándome poco a poco. Todas mis decisiones dejan huella en mí mismo antes de dejarla en el mundo que me rodea. Y claro, una vez empleada mi libertad en irme haciendo un rostro, ya no puedo quejarme o asustarme de lo que veo en el espejo cuando me miro…

Si obro bien, cada vez me será más difícil obrar mal (y al revés, por desgracia): por eso lo ideal es adoptando la costumbre de vivir bien.

 

Hasta la próxima resonancia


EL TATUAJE Y LOS ADOLESCENTES

 


Óscar Misle

@oscarmisle

En intercambios con adolescentes en Cecodap  hemos conversado sobre  los tatuajes para identificar  por qué les atraen tanto. “Yo creo que es una forma de estar en algo, los deportistas y los artistas se los hacen y mientras más tatuajes tengan  se ven más cool” (Jorge, 15 años), “A mí me parece que es para llevar en tu piel algo que es importante y quieres que te acompañe toda la vida” (Marianna 17 años), “Mi mamá y mi papá se tatuaron, ella un unicornio y él un cóndor. Cuando le pregunto no saben explicar muy bien el significado, o no quieren entrar en detalles” (Ronald 16 años). “Yo creo que es una forma de decorar tu cuerpo, para mí es algo estético” (Cindy, 15 años).       

Lo cierto es que los tatuajes no son solo marcas en la piel. Son imágenes, símbolos, frases, letras… que expresan algo que importa, que gusta y que se  quiere preservar inmodificable y para toda la vida.

Ponen en evidencia, a través de la piel, aquello que no puede ser dicho, o simplemente las palabras no alcanzan para expresarlo en su justa dimensión.

 

Tienen su propio lenguaje.

 Eso que se imprime, exige, dependiendo de la parte del cuerpo, soportar dolor físico en la piel cuando se inocula la tinta. Se convierte en un sello con un fuerte contenido emocional. Puede haber una  historia, una relación, una pérdida o un deseo que se denuda con en esa segunda piel multicolor o monocromática.

 

Pudiera ser la  forma de  simbolizar  y “calmar” un dolor psíquico, angustia; por ejemplo,    mitigar  el dolor por la muerte o pérdida  de un ser querido, hay quienes se tatúan la imagen del ser fallecido o algún símbolo que represente un  amor, un sueño o una pérdida.

Son oportunidades interesantes para dialogar con los adolescentes, sobre lo  que implica  tomar la decisión.

Esas imágenes  perdurarán para siempre. Con el tatuaje pueden sentir  que, pase lo  que  pase,  siempre estará en ellos. Muchas  veces, en las morgues,   a las personas  se les puede  reconocer por el tatuaje  que llevan estampados en una parte de su cuerpo.

 

Sentido de pertenencia

El tatuaje puede ser  una  forma de pertenecer a un determinado grupo deportivo, musical, cultural, estudiantil…  La decisión de imprimir un tatuaje implica una motivación o necesidad  personal que pone en evidencia un deseo consciente. Puede ser  incluso que la persona, no lo tenga presente, y queda oculto en el inconsciente. Pero más allá de ello, hay un significado, un simbolismo, que resultará interesante descifrar con nuestros adolescentes.

Cada vez son más comunes y universales.

Se han ido generalizando y normalizando. Según la psicóloga Sheila Estévez Vallejo «Hay dos motivos por los que las personas pueden hacerse un tatuaje, uno de ellos es subrayar la propia identidad y el otro inmortalizar momentos, tanto los que fueron felices como aquellos que nos han dejado una herida psicológica»,   

Lara Pacheco, de Cenit Psicólogos, considera  que «las motivaciones por la que alguien decide tatuarse son tan amplias   como personas existentes. .

Vallejo considera  que tal vez lo que nos mueva para tatuarnos sea querer, de alguna manera, «fotografiar» un recuerdo en nuestra piel, «sentirnos únicos, autodefinirnos, diferentes, revelando una creencia o unos valores». «Otro motivo por el que decidimos tatuarnos es como respuesta a un daño emocional vivido; el tatuaje es parte de aceptación de ese daño y resultado del proceso de resiliencia o de superación».

 

Pacheco asegura que hay «pocos rasgos de personalidad que destaquen entre las personas que se tatúan». «Si lo generalizamos, podríamos decir que la característica común más importante es la búsqueda de un sentido de 'unicidad', el ser único u original»,

¿En qué parte del cuerpo?

Otra decisión complicada: elegir el lugar del cuerpo en que lo quieren realizar, ya que poden concebir este símbolo estético como algo íntimo o algo para ser mostrado. «Quienes se decantan por realizarlo en lugares visibles, como los brazos o las piernas, suelen querer lucirlos a modo de 'joya' o como algo que les identifica, que forma parte de la autoimagen y del mensaje que quieren que reciban los demás. 

Un recurso terapéutico

 Los tatuajes son  considerados por algunos como un recurso terapéutico, como por ejemplo tatuar un pezón después de una  reconstrucción de la mamas, disimular una cicatriz…

Nos  toca como adultos, más  que  juzgar, preguntarnos: ¿Por qué  deseará mi hijo hacerse un tatuaje? ¿Qué será  lo  que  quiere  tatuar  en su  piel para  toda la vida y que sea inmodificable? Puede que  no tengan claras las respuestas, y sientan      que si otros lo hacen porque no ellos.

 

Puede ser  una oportunidad para conversar sobre la responsabilidad que implica modificar la piel de forma permanente. Si no se tiene bien claro lo que implica, más si consideramos que somos seres en evolución y lo que en un momento fue significativo, puede  que en futuro no lo sea y nos preguntemos: “¿Y ahora qué hago con esto que me recuerda permanentemente la piel?”  

 

Hasta la próxima resonancia

miércoles, 3 de febrero de 2021

LAS EXPECTATIVAS Y LOS NIÑOS

 

Óscar Misle

@oscarmisle


En sobradas oportunidades nos han hecho promesas demagógicas en lo político,  económico, social   que activaron fuertes expectativas que muy pronto se estrellaron contra la realidad. Situaciones que generaron frustración, desconfianza, desánimo, apatía… sentimientos que afectaron la credibilidad y salud mental de la familia.

Los niños no escaparon del impacto del incumplimiento de las expectativas en su cotidianidad. “¿Mamá cuándo volverán las clases presenciales? ¿Hasta cuándo usaremos tapa boca? ¿Cuándo llegará la vacuna a Venezuela ”, “Cuándo podremos viajar para visitar al abuelo”. Son preguntas que nos ponen a pensar cómo responder para no generar frustración; pero tampoco alimentar la desesperanza.

Las expectativas influyen en nuestro estado de ánimo. Se alimentan de nuestras creencias, imaginación, vivencias e influyen  en la forma que analizamos y sentimos lo que acontece.

Esa forma de percibir lo que acontece genera pensamientos, emociones y sentimientos que se ponen de manifiesto cuando se cumplen o no las expectativas, si se cumplen las percibimos como algo positivo y si no nos  generan frustración.

Pueden darnos cierta sensación de control sobre lo que posiblemente sucederá; sin embargo lo que pensamos, que está  muy vinculado a  lo que necesitamos o deseamos, siempre va acompañado de la incertidumbre, de eso que tiene reservado el futuro y que escapa de nuestro control.

Ese supuesto probable que se considera posible instala una creencia que se centra en el futuro. Mientras más expectativas se tienen frente a un determinado hecho, las posibilidades de decepción suelen ser mayores.

Esperanza y expectativas ¿Son lo mismo?

La esperanza  es una motivación que nos impulsa frente a una realidad. Es una fuerza, una sensación que nos motiva a seguir adelante mientras que  la expectativa es un supuesto que parte de un hecho del que se espera una consecuencia. Siempre incierto porque no tenemos el control.

Frente a las preguntas de los niños podemos, con la mejor de las intenciones, hacerle promesas que les creen crear expectativas poniendo fechas, diciendo muy pronto, o creando ilusiones cuyas probabilidades no son factibles en el corto plazo.

Pensamos que si le mentimos podemos mantenerlos ilusionados sin embargo el efecto puede ser contrario a lo esperado.  

Otra cosa es responder que  se está  trabajando para eso, las cosas cambiarán en la medida que podamos colaborar todos. Buscando alternativas que estén en nuestras manos.

Partiendo de las preguntas iniciales podemos:

-       Consultar qué podemos hacer mientras se retoman las clases presenciales, para  que sean más interesantes las clases a distancia. Cómo podemos mantener el vínculo afectivo con nuestros compañeros, propuestas que se pueden plantear  a los centros educativos.

-       Escuchar lo que piensan sobre sobre la necesidad e importancia del tapa boca y cuándo creen que sería el momento propicio para dejarlo de usar. Puede que respondan: “pero la vecina o mi primita no lo usan” Nos toca aclararle que eso no está bien. Que si otros no lo hacen, nosotros sí porque debemos cuidar nuestra salud y la de los demás.     

-       Repreguntar. A su pregunta “¿Cuándo llegará la vacuna al país?” repreguntamos “¿Qué piensas tú?” Nos da la posibilidad  identificar qué información manejan. Podemos partir de lo que han escuchado y aclarar que es un proceso que requiere varios pasos que exigen tiempo. Mientras  mantenemos las medidas de bio seguridad que ya conocemos.  

-       Proponer. Mientras no podemos visitar al abuelo, le consultamos “¿qué podemos hacer para sentirnos cerca?” Podemos realizar  un dibujo,  un cuento,  una poesía  en el que él sea protagonista? Seguramente surgirán iniciativas bonitas.

-       Parafrasear. Poner en nuestras palabras  lo que proponen, para que se sientan escuchados. Sin juzgarlos.

-       Valorar. Sus sentimientos, emociones, compartir como nos sentimos, siendo empáticos.

-       Asumir. Puede que hagamos promesas que partan de posibilidades factibles y por un acontecimiento inesperado se debió cambiar los planes. Decisión que puede generar desencanto y frustración. Es importante asumir que eso pasa en la vida y necesitamos aprender a procesarlo emocionalmente. No todo lo que deseamos se logra en el momento y en  las condiciones esperadas.

Hasta la próxima resonancia                   

 

 

     

VIOLENCIA. HAY QUE HABLAR CON LOS NIÑOS

  Óscar Misle Óscar Misle Los recientes enfrentamientos armados en la Cota 905 y comunidades aledañas y los operativos que se van realizan...