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viernes, 25 de septiembre de 2015

NIÑOS HERIDOS EMOCIONALMENTE

Por: Óscar Misle, @oscarmisle



Niños heridos emocionalmente
Los niños sufren heridas desde el nacimiento. (Créditos: Shutterstock.com)

En uno de mis más recientes libros “Heridas que muerden, heridas que florecen” con editorial Planeta, hago referencia a las heridas desde el nacimiento. Lo descubrimos cuando notamos que en la mitad de nuestro cuerpo está el ombligo, esa cicatriz que representa la herida inicial. Fue la  primera  vez  que sentimos el abandono. Lo tenemos tatuado para recordarnos  que estamos  heridos desde el nacimiento y  que es una herida  común.
Si en la crianza  y en la educación, repetimos la receta, utilizando métodos violentos, seguramente nuestras heridas comenzarán a morder. Paradójicamente en los lugares que tendríamos que estar y sentirnos más seguros y protegidos por las personas que  supuestamente nos tendrían que amar,  nos agredieron y dijeron: “Te pego porque te quiero”. En pocas ocasiones se les pasó la mano y nuestro grito fue olvidado.

Nuestras heridas las llevamos a la escuela metidas en nuestros morrales o mochilas. Producidas por duelos, traiciones, violencia intrafamiliar, adicciones, abandono. Cuando llegamos a nuestras casas con nuevas cargas no hubo tiempo y espacio para compartir lo vivido o sufrido por las agresiones, por bullying o acoso escolar u otras formas de violencia. 

Lisa Bourbeau, destaca cinco heridas emocionales o experiencias dolorosas de la infancia, que influirán en el desarrollo de la personalidad:

Abandono: generado por la soledad, la falta de atención…Quien la padeció puede tener la tendencia a abandonar a sus parejas, proyectos, por temor a ser ella la abandonada. Tendrán que trabajar su miedo a la soledad, su temor a ser rechazadas y las barreras invisibles al contacto físico.

Rechazo: una herida profunda, implica el rechazo a nuestras vivencias, pensamientos y sentimientos. La persona que la padece no se siente merecedora de afecto, comprensión y se aísla por el miedo de ser rechazado.

Humillación: se genera cuando hay desaprobación y crítica permanente. Se pueden convertir en personas dependientes que buscan permanentemente aprobación, hipersensibles a las críticas. Dependientes. Pueden convertirse en “tiranos” y egoístas como un mecanismo de defensa, e incluso a humillar a los demás como escudo protector.

Traición: se da cuando el niño se ha sentido traicionado por alguno de sus padres o persona significativa porque incumplieron permanentemente sus promesas y compromisos. Puede convertirlos en personas que necesitan tenerlo todo controlado

Injusticias: experiencias vividas hace que se generen sentimientos de frustración,  ineficacia e inutilidad, tanto en la niñez como en la edad adulta. Podrán convertirse en personas rígidas, resentidas. Intentan adquirir un gran poder. Es posible se conviertan en fanáticas perfeccionistas.

Navegar por los surcos de nuestras heridas nos permitirá llegar a nuestro jardín interior, como diría mi amigo Carlos Fraga, que me honró con el prólogo. Es un viaje a nuestro interior que nos permitirá trasformar nuestras heridas para verlas  florecer.

Seguimos creciendo juntos


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jueves, 17 de septiembre de 2015

¡NO QUIERO IR A LA ESCUELA!

Nunca es fácil llegar a un nuevo plantel, niños, maestros y mucho menos despegarse de su antiguo colegio


El reto de estrenar escuela
Es necesario hacerlos sentir a gusto con el cambio. (Créditos: Shutterstock.com)

Cinco de la madrugada, suena el despertador, se inician las clases después de unas largas vacaciones. Toda la familia se pone en acción. Marielita (5 años) se resiste a levantarse de la cama, dice sentirse mal porque le duele la barriga. Carlos Alberto, su papá alterado  le dice: ¡Vamos  levántate, ya tuviste bastantes  vacaciones! Tu hermanito se levantó y está preparando sus cosas. Marielita revienta con un ataque de ira que desconcierta a la mamá. Sin poderse controlar  vomita, Carmen, la madre, trata de calmarla, sin éxito, porque de la rabia pasa al llanto y entre sollozos  grita  ¡mamá, no  quiero a la escuela! 
      
¿Qué le  pasa a Marielita? Tendrá que iniciar su primer grado, en otra escuela,  quedarán atrás las rondas para jugar, cantar, leer cuentos. Deberá empezar su primaria con una rutina y disciplina  que en nada se parece a la libertad que  tenía y sentía en su preescolar. Es muy importante prepararlos para el cambio de nivel y en este caso de colegio. Esa transición suele generar mucho estrés en las  familias. Puede  que se  detonen emociones como miedo, inseguridad, tensión que hacen que el dolor de estómago de Robertico  no sea un  invento.
Además lo cambiaron de escuela  y siente  rechazo a esa nueva realidad. No sabe  con quiénes  se  va  a relacionar.

También está el caso de aquellos estudiantes que vivieron en su antigua escuela una experiencia no grata, arrastrarán la cobija de los recuerdos y frustraciones. Tendrán que relacionarse con un nuevo maestro o maestra. Ese nuevo vínculo  los llevará a recordar al anterior, si  hubo una buena conexión tendrá que vivir el duelo y si no fue grata la experiencia lo arroparán los miedos.

Sentirán dudas de cómo será su relación con los nuevos compañeros ¿lo aceptarán? ¿Tendrá que pagar el costo de ser  “el nuevo”?. Si fue víctima de acoso   en su escuela anterior, seguramente  llevarán  en su morral la angustia de esa mala experiencia. Puede ser que sienta resistencia por las pautas de la disciplina que de alguna forma cambió  durante las vacaciones y que ahora tendrá  que adaptarse a una situación que siente como poco placentera y estimulante.

Seguramente durante las vacaciones se fue más flexible en la realización de ciertos hábitos alimenticios, horarios que se deben ir ajustando, poco a poco, antes del inicio de clases.
En ese primer día es cuando más necesitan sentirse queridos, comprendidos y apoyados por su familia.

Volviendo al caso de Marielita, lo ideal hubiese sido haber realizado con ella una visita a la escuela antes del inicio de clases para que pudiera conocer el lugar, las aulas, el patio, las canchas. Aprovechando ese momento para hablar, aclarar  dudas, contar nuestras experiencias de niños y cómo las superamos.

El cambio de plantel es un cambio que requiere un proceso de adaptación. Varía de niño a niño de acuerdo a sus características, temperamento, manejo emocional… Es muy importante abrir espacios para compartir las expectativas y los sentimientos  sobre lo que desean, temen, imaginan y sueñan. 

Debemos escuchar sus temores, dudas, intereses con mucha atención y respeto. Es necesario que sientan que volver a clases no significa un abandono de nuestra parte. Hagámosle sentir  con expresiones de afecto, besos, abrazos, que siempre estaremos a su lado para apoyarlos.

Seguimos creciendo juntos



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jueves, 10 de septiembre de 2015

ABUSO SEXUAL ¿ATRAPADO EN EL SECRETO?

Por: Óscar Misle, @oscarmisle




Seguimos creciendo juntos. (Créditos: Shutterstock.com)
Una tarde recibí la llamada de un importante, reconocido y exitoso artista. Confieso que me extrañó mucho. Me comentó que una amiga común le había facilitado mi teléfono y que su interés de contactarme era para que lo  orientara.

Una tarde recibí una llamada importante, sin rodeos me comentó: “Te llamo porque quiero proteger a un adolescente de 12 años que está en situación de calle. El chamo me dijo que   era víctima de abuso sexual por parte de uno de los dueños de los autos que él lavaba en el estacionamiento de un edificio”.

Le aclaré que el abuso sexual es un delito y que hay que denunciarlo. Rápidamente me respondió que hasta ahora no había violación. Eso me dio pie para aclararle que el abuso sexual es toda acción violenta o no, en la que una persona utiliza su poder para satisfacerse sexualmente con el niño o niña.

No solo es penetración. También hay abuso si el adulto le pide al niño  que le toque los genitales para masturbarlo. Le exhibe o lo hace participar en videos o películas pornográficas. Hay penetración anal o genital, por solo citarte algunas situaciones.

En ese momento un profundo silencio del otro lado del celular me hizo pensar  que la llamada se había interrumpido. La información había tocado una vieja herida de este exitoso personaje. Con voz entrecortada me confiesa:   “Yo  fui víctima de abuso sexual por parte de un sacerdote del colegio en el que estudiaba. Eso lo he guardado  por años”.

Para mí fue muy difícil escuchar una confesión tan íntima de alguien que  solo conocía por las pantallas de un televisor o por emisoras de radio.
En la conversación telefónica su herida  tomó la palabra  para compartir su rabia y dolor.  A partir de ese momento, quien hablaba era el niño abusado y herido. Sentimientos que estaban encapsulados pero que afloraron al ponerse  en el lugar del adolescente víctima que deseaba proteger. 

En el fondo era su niño interior abusado el que buscaba atención y  protección.
El caso de este destacado personaje pone en evidencia lo difícil que resulta abordar el tema de la sexualidad, especialmente en lo referente a las relaciones sexuales. 

Me comentaba que recién había “sacado del closet” esta situación y que le generaba ansiedad porque durante muchos años lo guardó en silencio, con todo el peso emocional y psicológico que significó para él.
Para él no fue fácil buscar apoyo profesional, y más por su condición de niño varón. 

Por miedo, ocultó el abuso para evitar que se pusiera en duda  su masculinidad. Temía denunciar la situación por lo que implicaría para su familia asimilar que su  hijo  había sido abusado sexualmente.

A pesar de no haber retomado el contacto, hice seguimiento de su trabajo a través de la prensa, por entrevistas que le hacían sobre el tema de la discriminación y abuso sexual. Por las redes sociales me enteré que apoyaba organizaciones e iniciativas relacionadas con el tema de la diversidad y violencia sexual.

Su herida activó conexiones importantes con él y con otras fuentes que le permitían procesar sus  heridas en el proceso de florecer.

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viernes, 4 de septiembre de 2015

¿HASTA CUÁNDO VACACIONES?

Por: Óscar Misle, @oscarmisle



¿Hasta cuándo vacaciones?
Se acabó la creatividad de los padres. (Créditos: Shutterstock.com)

Se agotó el dinero, la paciencia y la creatividad, las alternativas para evitar que nuestros hijos queden atrapados por las pantallas del televisor, computadoras, videojuegos, intoxicándose de contenidos violentos o sexuales no aptos para su edad e inconvenientes para su salud emocional.
A veces, las familias sienten alivio al ver que sus hijos e hijas por fin se “quedan tranquilos” pegados a las seductoras pantallas aún sabiendo lo que ven, escuchan y comparten puede confundirlos, alterarlos, llenarlos de tensión y que se pongan agresivos por el estímulo recibido durante tantas horas seguidas.
La frustración de no haber logrado que las expectativas con las vacaciones se cumplieran de acuerdo a lo soñado puede traducirse en síntomas depresivos. La sensación de “no tener nada que hacer” y no poder disfrutar como lo hacían puede generar tensiones, mal humor, que hay que identificar para que no afecten la convivencia familiar.
Paradójicamente, muchas horas con nuestros seres queridos pueden llevarnos a conflictos que dificultan la convivencia. La intolerancia a las diversas formas de ser y actuar de los miembros de las familias por las diferencias en los intereses, puede hacer que se pierda la paciencia y los gritos, insultos y agresiones físicas se hagan presentes.
Lo cierto es que las vacaciones pueden alterar el equilibrio emocional por el reto de tener más tiempo para estar juntos, de modo que los conflictos, que durante el año pudieron estar encubiertos, porque salíamos en la mañana y regresábamos en la noche, en las vacaciones tienen 24 horas para manifestarse.
Los conflictos solo se pueden prevenir si logramos reconocer los factores que los generan para tomar medidas que posibiliten el autocontrol cuando las diferencias o contradicciones se hagan presentes.
En las vacaciones, más que nunca, es necesario negociar partiendo de lo cotidiano. Negociar no es imponerse. Es comunicarse, intercambiar opiniones y hacer propuestas lo más democráticamente posible.
Ciertamente no es fácil. Cuesta complacer al otro porque podemos caer en la tentación de querer tener siempre la razón. Sin embargo, este paso es necesario si queremos enseñarles con el ejemplo a nuestros hijos a resolver los conflictos y a vivir en armonía. Así podremos hacer de las vacaciones un tiempo para crecer como personas y enriquecernos como familia.
Seguimos creciendo juntos


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VIOLENCIA. HAY QUE HABLAR CON LOS NIÑOS

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