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viernes, 4 de septiembre de 2015

¿HASTA CUÁNDO VACACIONES?

Por: Óscar Misle, @oscarmisle



¿Hasta cuándo vacaciones?
Se acabó la creatividad de los padres. (Créditos: Shutterstock.com)

Se agotó el dinero, la paciencia y la creatividad, las alternativas para evitar que nuestros hijos queden atrapados por las pantallas del televisor, computadoras, videojuegos, intoxicándose de contenidos violentos o sexuales no aptos para su edad e inconvenientes para su salud emocional.
A veces, las familias sienten alivio al ver que sus hijos e hijas por fin se “quedan tranquilos” pegados a las seductoras pantallas aún sabiendo lo que ven, escuchan y comparten puede confundirlos, alterarlos, llenarlos de tensión y que se pongan agresivos por el estímulo recibido durante tantas horas seguidas.
La frustración de no haber logrado que las expectativas con las vacaciones se cumplieran de acuerdo a lo soñado puede traducirse en síntomas depresivos. La sensación de “no tener nada que hacer” y no poder disfrutar como lo hacían puede generar tensiones, mal humor, que hay que identificar para que no afecten la convivencia familiar.
Paradójicamente, muchas horas con nuestros seres queridos pueden llevarnos a conflictos que dificultan la convivencia. La intolerancia a las diversas formas de ser y actuar de los miembros de las familias por las diferencias en los intereses, puede hacer que se pierda la paciencia y los gritos, insultos y agresiones físicas se hagan presentes.
Lo cierto es que las vacaciones pueden alterar el equilibrio emocional por el reto de tener más tiempo para estar juntos, de modo que los conflictos, que durante el año pudieron estar encubiertos, porque salíamos en la mañana y regresábamos en la noche, en las vacaciones tienen 24 horas para manifestarse.
Los conflictos solo se pueden prevenir si logramos reconocer los factores que los generan para tomar medidas que posibiliten el autocontrol cuando las diferencias o contradicciones se hagan presentes.
En las vacaciones, más que nunca, es necesario negociar partiendo de lo cotidiano. Negociar no es imponerse. Es comunicarse, intercambiar opiniones y hacer propuestas lo más democráticamente posible.
Ciertamente no es fácil. Cuesta complacer al otro porque podemos caer en la tentación de querer tener siempre la razón. Sin embargo, este paso es necesario si queremos enseñarles con el ejemplo a nuestros hijos a resolver los conflictos y a vivir en armonía. Así podremos hacer de las vacaciones un tiempo para crecer como personas y enriquecernos como familia.
Seguimos creciendo juntos


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