Con frecuencia los niños y las niñas se sienten mal porque se meten con ellos, les hacen burlas porque usan lentes, tienen baja estatura, son gorditos, por el color de la piel, son hijos de extranjeros o cualquier otra situación que los hace sentir distintos a los demás.
Se considera “normal” hacer burlas, poner sobrenombres a otros sin importar cómo se sienten y cómo les afecta. El chalequeo suele ser una forma disfrazada de discriminar o excluir a otros por su condición.
Cuando son acosados o chalequeados sienten rabia, vergüenza, miedo porque no saben qué hacer para evitarlo. Si deciden contarlo a una persona adulta y no les hacen caso, se ponen peor, impotentes porque sienten que no pueden meterle freno a la situación que les perturba.
Cuando un niño o adolescente acosa a otro, haciéndolo sufrir y ese sufrimiento del otro le da poder y popularidad, está ejerciendo violencia. No se puede justificar como “cosa de muchachos”.
Señalar el acoso es un derecho
Nadie puede valerse de su poder o del apoyo de un grupo para hacer sentir mal a los demás, esta es una situación que no podemos ni debemos tolerar. Hay que enseñarles a nuestros muchachos que es su derecho notificarlo. Hacerles ver que no es lo mismo un chisme que un reporte. Un chisme es un comentario que se hace para descalificar a otro. Un reporte es informar sobre una situación que nos afecta o afecta a otro, con el fin de que no se siga repitiendo.
Hay que aclararles que pueden hacer el reporte de forma anónima y pedir a la persona que guarde la confidencialidad para su protección. Las ofensas no solo se dan entre estudiantes, también se pueden presentar de las personas adultas de la comunidad educativa hacia estudiantes y viceversa.
¿Qué que se puede hacer?
Para conocer lo que piensan y sienten las víctimas, podemos utilizar historias, como por ejemplo “Francisco (9 años) desde pequeño utiliza lentes. Se meten con él poniéndole diferentes sobrenombres. A él le molesta mucho porque lo hacen públicamente y los demás se ríen en su cara. Se pone muy molesto… y los invitamos a que continúen el cuento.
Luego les plantemos interrogantes: ¿cómo se siente Francisco?, ¿qué hace cuando se meten con él?, ¿dónde puede solicitar apoyo?, ¿qué resultados obtiene? Y todo lo que se les pueda ocurrir para hacer más interesante la historia. En el momento de reflexionar sobre la historia, es importante no hacer juicios, escucharlos, parafrasear lo que dicen para que se sientan escuchados y aclarar si interpretamos mal lo que quisieron decir. Lo importante es que puedan expresar con libertad lo que sienten.
Es importante hacerles ver que cuando son víctimas de burlas permanentes deben acudir al docente u otro personal de la escuela para plantearle la situación. Si la escuela no actúa se puede solicitar apoyo en una Defensoría del Niño, Niña o Adolescente o en un Consejo de Protección, ubicado en el municipio donde estudia o vive.
El acoso escolar es violencia y puede dejar heridas emocionales difíciles de sanar
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