Por
Óscar Misle
“Un regreso a clases parcial, presencial y
seguro que combine la educación a distancia que estamos llevando adelante a
través de Internet, teleclases, con la presencia del muchacho” expresó Maduro como
una posibilidad para el mes de Octubre.
Dijo que la modalidad online podría
incrementar la deserción escolar. “Sobre todo en los más niños, en los
liceos, sería doloroso porque después reponernos cuesta mucho esfuerzo e
inversión”
Según este
planteamiento hay un reconocimiento explícito por parte del ejecutivo de
las limitaciones reales a las que está sometida la mayoría de la población.
De acuerdo al Observatorio Venezolano de los
Servicios Públicos, en un reciente reporte sobre la percepción de los usuarios
a nivel nacional, solo un 34% confirmó tener acceso al servicio de internet
fijo en el hogar, del cual casi dos terceras partes indicó que su servicio no
tiene capacidad suficiente para trabajar o recibir clases en línea.
Coinciden estos datos con los levantados por
Consultores 21 que revelan un 38% de entrevistados manifestó contar con
internet fijo. El celular (75%) y cable
y la TV (76%) son los medios más utilizados según el estudio “Acceso a medios
en Venezuela” cuyo trabajo de campo fue realizado en marzo de 2020 (antes del
inicio del confinamiento).
El 80% de los centros educativos son públicos y,
además de concentrar la mayor parte de la población, tiene las mayores
limitaciones para llevar adelante la modalidad de educación a distancia.
¿Se
cumplen las normas de bioseguridad?
Ante el anuncio realizado por Maduro el 21 de
Agosto, ya los gremios de la educación han manifestado su rechazo a un inicio
presencial por los riesgos para la salud de los docentes y estudiantes.
Manifiestan que los educadores no cuentan con
los recursos suficientes para hacer frente a los requerimientos y los centros
educativos carecen en muchos casos de servicio de agua potable. Hay temores
reales a las consecuencias de no poder garantizar las medidas de bioseguridad
en los centros en momentos donde la transmisión no ha sido controlada.
Por la reacción de rechazo para el inicio a
clases en las condiciones antes
planteadas el ejecutivo replanteó su posición
declarando que el inicio de
clases se iniciará en septiembre
con la modalidad a distancia.
En el
libro “Si los pupitres hablaran” (Editorial Planeta) de Fernando Pereira y este
servidor, realizamos reflexiones y
propuestas que apuntan hacia las claves necesarias para que la educación sea
transformadoras. Para ese momento el foco estaba en la educación presencial.
Sin embargo. el coronavirus nos obliga a
repensar no solo el cómo sino también el para qué de la educación.
Las
transformaciones exigen:
1. Revisar cómo se realizan y promueven las relaciones virtuales. ¿De
qué forma se vinculan sus miembros. La creación oportunidades para el trabajo
en equipo sea participativo y colaborativo; donde los conflictos son abordados
oportuna y asertivamente y las relaciones a través de la pantalla sean
respetuosas y democráticas.
2. Implementar métodos transformadores, con
el uso de las tecnologías. Desarrollando estrategias que puedan ser
implementadas a distancia que
posibiliten la participación a través de recursos innovadores, lúdicos,
artísticos que desarrollen la creatividad para la comprensión de la realidad y
la búsqueda de soluciones a los conflictos cotidianos.
3. Estimular
la cooperación y la solidaridad. No podemos aspirar a un espacio de
cooperación e inclusión si mantenemos métodos pedagógicos que promueven el
individualismo, egoísmo, indiferencia e indolencia. Es importante incorporar
juegos cooperativos con actividades que creen y mantengan los vínculos
efectivos entre los estudiantes y con el centro educativo.
4. Concebir la educación socioemocional tan
importante como la cognitiva. Se parte de la idea de que el ser humano no está segmentado sino que
lo social, lo emocional y lo cognitivo deben ser abordados holísticamente para
darle vida a la formación integral. Los valores son llevados a la práctica a
través de la empatía, compasión y reconocimiento y respeto de la diversidad.
Esto requiere la interrelación de los conocimientos para que el arte, la
literatura sirvan para conocer la historia, la geografía; para que la
matemática desarrolle destrezas para entender la economía y cómo se traduce en
la vida diaria.
5. Reconocer y valorar al maestro como un
sujeto transformador que estimula la convivencia y la capacidad de
los estudiantes para el autoaprendizaje, argumentar sus puntos de vista,
discernir, dialogar, acordar.
6. Modelar un ejercicio de la autoridad
respetuoso y democrático. Involucra a los estudiantes y comunidad
educativa en la elaboración de acuerdos para convivencia adaptados a cada
momento de desarrollo.
7. Promover espacios para la participación. Parte
de la realidad y propicia espacios para el intercambio de ideas y propuestas
con y entre los estudiantes con la posibilidad de ejercer su derecho a opinar,
expresarse utilizando diversos medios, tomar decisiones y resolver conflictos.
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