Óscar Misle
Recientemente,
conmovió al país la noticia de un
adolescente (16 años) quien en horas de
la madrugada se quitó la vida lanzándose
de un puente en la Avenida Boyacá, Cota Mil, a la altura de Sebucán,
Caracas.
Cuando
se hace público que un adolescente decide ponerle
fin a su vida son muchas las interrogantes
que surgen.
Nos
alarma constatar, en el Servicio de
Atención Psicológica de Cecodap, el incremento de solicitud de consultas por parte de adolescentes con ideas suicidas. Nos
encontramos con una realidad que nos
genera mucha impotencia. No hay una infraestructura en el país que posibilite
la atención requerida. Las que existen son privadas y no están al alcance de los bolsillos de la mayoría de la
población.
Detrás
de un suicidio puede haber muchos factores
que hay que indagar. Se estima que en una 80% de los casos la
depresión está presente. Un trastorno de la salud mental que exige apoyo profesional, con atención
psicoterapéutica y medicación en los
casos que lo ameriten. Hay que estar atentos a los cambios en sus estados de
ánimo, consumo de alcohol, drogas; agresiones en el hogar, sentimiento de
abandono, soledad, decepciones amorosas, duelos no procesados; diagnósticos de
alguna enfermedad crónica, abuso sexual,
traumas, suicidios en la familia,
una enfermedad crónica, bullying pueden ser desencadenantes.
No quiere decir
que todos estos factores deban darse juntos; son señales que hay que atender cuando comienzan a
manifestarse.
Si el
adolescente se torna depresivo o permanentemente
triste, se aísla, con sentimientos de desesperanza o poca valoración de sí
mismo, se autoagrede, no es capaz de superar
situaciones de pérdida y se torna
hostil, evita socializar o solo lo hace con determinados grupos, escribe
mensajes relacionados con el deseo de
morir, o imágenes que permanentemente
evoquen la muerte, es rechazado por su condición sexual, son algunos de los
factores que pudieran generar un estado emocional que hace que sienta
mucha frustración, impotencia, desesperación, angustia, ansiedad, falta de un grupo de apoyo, malas relaciones con los padres o sus pares con
incomunicación y mucha soledad.
Depresión sonriente
También hay que estar
alerta a la “depresión sonriente”. Otra variante de la depresión que rompe creencias como; por ejemplo: la persona
deprimida siempre muestra indicios como
estar callada, gris, triste, hostil,
desanimada, desaliñada y que, por el contrario,
la persona sonriente, amable, que cumple con su trabajo y sus
compromisos, que muestra serenidad,
puede esconder detrás de esa fachada su depresión y ocultar su
sufrimiento detrás de la permanente sonrisa.
Existen personas que sonríen con frecuencia, utilizan el humor en momentos en los que a
otros le costaría sonreír aun teniendo
pensamientos suicidas. Son personas que padecen
lo que popularmente se ha denominado “depresión sonriente” aunque
el término clínico es “depresión
atípica” tal y como lo define Olivia
Remes, experta en ansiedad y depresión
de la Universidad de Cambridge.
El suicidio es la tercera causa de muerte entre jóvenes de 15 a 24 años
de edad, después de accidentes y homicidios. Se dice que por lo menos 25 intentos se hacen por cada
suicidio de un adolescente.
¿Se debe hablar del tema?
Existen posiciones encontradas sobre si
se debe o no hablar del tema. Hay quienes piensan que
puede generar que el adolescente
busque esta salida si está siendo afectado
por alguno de los factores antes
mencionados. Hay quienes pensamos que
para prevenir hay que estar informado y
formado. La información debe ser clara,
directa y pedagógica. Lo mismo sucede
con el alcohol, drogas, sexualidad…
Lo
que si es cierto es que cuando
sabemos de un suicidio de un adolescente nos debe llevar
a plantearnos cómo es la relación
con nuestros hijos, estudiantes, qué señales requieren ser atendidas, sin
postergar la comunicación. Cuando ha habido intentos de suicidio, o lo ha anunciado, hay que actuar y buscar apoyo profesional.
No se debe estigmatizar a la
persona que en un momento de
desesperación y por la sensación de
perder el sentido de la vida toma como
salida atentar contra su vida. Las
posturas morales radicales, religiosas, pueden generar en el entorno de la víctima
sentimientos de vergüenza, culpa, que pueden afectar las relaciones y la salud
mental de la familia o entorno afectivo.
Como país estamos viviendo situaciones
muy difíciles en las que la impotencia y la frustración pueden desencadenar que nuestros adolescentes no le
encuentren sentido a sus vidas, con
estados emocionales generados por la tensión y realidad social. En estos momentos la comunicación, el
apoyo afectivo, en el hogar y
centros educativos es una prioridad para
prevenir y no tener que lamentar
Hasta la próxima resonancia
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