Óscar
Misle
Un virus puso de rodillas al mundo. Se trata del coronavirus, solo se puede ver con un microscopio; sin embargo tiene como
logro el invadir países ricos, pobres,
de izquierda o de derecha…. Su poder es más fuerte que las ideologías,
fundamentalismos, radicalismos, culturas... Logró el control de poderosas
naciones. Se apoderó del mundo un diminuto invasor que no necesitó de fusiles,
tanques de guerra, bombas, misiles. Solo le bastó un estornudo o una tos para tomar por asalto
el cuerpo humano y comenzar su despliegue universal con el cometido de
convertirse en pandemia.
El gobierno
decretó la cuarentena, una medida
necesaria que hace debamos permanecer en nuestras casas. A medida que
pasan los días, la angustia se va haciendo
presente en las familias. Se complica la situación cuando se pide higiene y en
muchos lugares no hay agua.
Cuando revisamos la nevera o la despensa nos asusta
ver que los pocos alimentos se agotarán.
Surge la ansiedad de no poder
reponerlos por el desabastecimiento que
se pronostica. Se activan pensamientos y sentimientos que generan miedo, ansiedad, descontrol,
estrés…
Suspendieron las actividades escolares y a nuestros
niños deben junto a su familia permanecer en cuarentena. Sus emociones alteradas por una convivencia signada por la ansiedad pueden hacer más caótica la situación.
Comportamientos hostiles, llantos recurrentes, peleas entre hermanos, preguntas
sin respuestas, rabietas por no poder recrearse encontrándose con sus amigos,
vecinos puede hacer que perdamos el autocontrol y la violencia comience a
protagonizar.
¿Qué
hacer en estas condiciones?
Hacer
consciente cómo nos sentimos. Las
emociones si no las identificamos, reconocemos, nos pueden hacer una mala
jugada. Al no controlarlas podemos reaccionar de forma impulsiva, violenta y
agredir a los niños y demás seres queridos. Es conveniente desahogarnos
con otro adulto para hacer catarsis;
pero identificando quién está en
condición emocional de escucharnos
.
Hablar
con nuestros niños. La
comunicación es clave en estos momentos, tanto la verbal como la corporal. Las
expresiones de afecto con calidez, no podemos en estos momentos utilizar los
besos y abrazos, pero si otras formas para vincularnos y comunicarnos para transmitir confianza, disposición a escuchar, sin juzgar ni
comparar, para ayudarlos a identificar
sus emociones y ponerle nombre, “me siento triste”, “tengo rabia”, “siento miedo”. Es importante que
sepan que es válido sentirse mal en momentos como estos, que expresar los
sentimientos ayuda a sentirnos más calmados.
Explicarles
con palabras sencillas lo sucedido. Es conveniente decir
la verdad, sin dramas, con palabras
sencillas, si no lo hacemos nosotros otros lo harán y sentirán que les mentimos y perderán la
confianza. Hay que tomar en cuenta la edad
y la sensibilidad del niño.
Nuestros niños suelen estar más informados de lo que nos imaginamos.
Cuando nos preguntan algo podemos repreguntar. Por ejemplo: “Mamá ¿Por qué la
cuarentena?” Le repreguntamos: “¿Por qué piensas tú que se hace?” Posiblemente
nos sorprenda su respuesta y podremos explicarles de forma clara y sencilla
nuestros argumentos. Recordemos que desde los primeros años se debe comenzar la
educación emocional y ciudadana,
preguntar, ser escuchados, participar,
sentirse protegidos son derechos a los
que no debemos renunciar.
Enseñar con el ejemplo que
los niños vean que, con frecuencia nos lavamos las manos con jabón, que al
estornudar o toser nos tapamos con el antebrazo a la altura del codo, que
utilizamos pañuelos de papel y los desechamos, que no salimos de la casa sino
para lo estrictamente necesario,
aprenderán en forma práctica las recomendaciones higiénicas básicas para la prevención de la
contaminación.
Mantener
las rutinas. A pesar de vivir
una situación complicada, especialmente los
horarios para la comida, tiempos para los juegos. Para los niños jugar
es una necesidad. En los juegos expresan
sentimientos, hacen catarsis, se divierten... En estos momentos adversos son
actividades que debemos promover y es
ideal que podamos jugar con ellos para
conocer cómo están asimilando lo que
estamos viviendo.
Darle
vida a la solidaridad. Con
ejemplos concretos les podemos mostrar como la solidaridad se hace presente. No
salir de la casa durante la cuarentena
es una muestra de ello. No basta con que
nosotros estemos sanos, también deben estarlo los demás, por eso debemos
evitar contagiarnos y contagiar a otros.
Es un momento propicio para darle contenido práctico al amor, la empatía, la compasión…
Preservar
la esperanza. A pesar del
momento difícil hay que plantearle que las cosas van a mejorar. Por su condición
de niños no hay que hacerle sentir que
la situación va empeorar. Los puede
llenar de miedo, angustia, recordemos
que no tienen la madurez ni nuestra experiencia, no se trata de crearles
falsas expectativas como por ejemplo la semana
que viene se controlará el coronavirus. Es preferible decir están
trabajando para que pronto se solucione el problema y que todos estamos
poniendo de nuestra parte para controlarlo.
Rescatar
lo que descubrimos en la adversidad Esta situación nos muestra lo importancia de las tecnologías, permite vincularnos
virtualmente. A través de las pantallas
podemos vernos, escuchamos y
compartir lo que sentimos y pensamos. Por
el hecho de ser una pandemia, para
los niños que tienen familiares en el exterior, ahora más que nunca, es
importante comunicarse con ellos para saber que están bien, que están
vivos.
El coronavirus nos pone de rodillas, la soberbia, prepotencia,
arrogancia de nada nos sirve, vivimos una realidad que nos demuestra lo vulnerable que somos,
nos invita a cultivar nuestra espiritualidad, no solo la religiosa, sino la que conecta con lo interno, esencial y trascendente.
Hasta la próxima resonancia
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