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lunes, 23 de marzo de 2015

CARTA DE UNA MADRE "UN DOLOR QUE NO TIENE NOMBRE"

 

Por: Óscar Misle, @oscarmisle


Un dolor sin nombre
Un dolor que no tiene ningún nombre. (Créditos: Shutterstock.com)


En una misa poco convencional por los niños y adolescentes, víctimas de la violencia, realizada en un populoso barrio caraqueño, el sacerdote invitó a los participantes que compartieran sus testimonios

Berta decidió  con mucho esfuerzo leer una carta  que le  había escrito a su hijo asesinado por un funcionario policial.

Su dolor no impidió que compartiera con los asistentes su vivencia.
“Frank, hijo querido, no sabes cómo me costó escribirte esta carta. Solo Dios y mi virgencita del Valle sabe el dolor que siento en mi corazón. Cuando vi tu  cuerpo sin vida en el suelo no lo podía creer. Solo pude soltar un grito lleno de rabia y desesperación. Sentí que me arrancaron el corazón y con él, la vida.
Siempre le pido a mi Dios que permita que te vea en mis sueños, para abrazarte decirte todo eso que me hubiese gustado que supieras. Quiero pedirte perdón por las veces que me equivoqué y no te di lo que necesitabas, por el  tiempo que no pude dedicarte, por las veces en que se me pasó la mano y te pegué para corregirte; pero tú sabes hijo de mi alma que quería lo mejor para ti. Soñaba con verte crecer realizando tus sueños, y tenerte mucho tiempo junto a mí, siempre pensé que yo moriría antes, un policía decidió quitarte la vida.
En un primer momento imploré por la justicia divina. Sentía que la terrenal no funciona, que los muertos quedan bajo la sombra del silencio. Pero estoy aquí junto a  otras madres compartiendo mi dolor y exigiendo justicia.
Una vez escuché que cuando una persona  pierde a  sus padres queda huérfana, cuando se le muere la pareja queda viuda; pero cuando una madre pierde a un hijo ¿cómo se llama? No hay palabra para definirlo. Solo sé que es infinito el dolor, la desolación. Nos queda un profundo vacío que nada ni nadie lo puede llenar.
Le pido a mi Dios y a mi virgencita que me de la fortaleza y la fe de sentir que algún día nos volveremos a encontrar para darte el amor, los besos y abrazos que en estos momentos no puedo darte.
Que Dios te bendiga, siempre estarás vivo en mi corazón y seguiré unida a las madres que perdieron a sus hijos para que ese dolor compartido sea nuestra fortaleza”.
Te amo mucho
Esta carta seguramente recoge el sentir de muchas madres que les toca vivir sus duelos en silencio. Arropada por la sensación de impotencia y frustración. Ese dolor puede convertirse en fortaleza en la medida que se encuentren y se organicen para exigir que la justicia se haga valer, que cuenten con el apoyo  socioemocional necesario para procesar sus duelos y el de sus familiares.
Se requiere una formación policial que no solo se quede en contenidos, sino que toque fondo para revisar qué significa para los jóvenes funcionarios ser policía. ¿Qué significa llevar un uniforme y un arma? En otras palabras cuál es el servicio que deben prestar a la sociedad.   



Leer mas en: http://www.revistadominical.com.ve/noticias/firmas/un-dolor-sin-nombre.aspx#ixzz3VEDVbNuD

LOS PROMOTORES ESCOLARES PARA EL BUEN TRATO


Por: Óscar Misle, @oscarmisle


Promotores Del Buen Trato
El respeto debe ser inculcado desde casa. (Créditos: Shutterstock.com)

Recientemente Cecodap dio inicio al nuevo ciclo de formación de Promotores del Buen Trato. Participan estudiantes de nueve centros educativos de Caracas, con realidades diversas.
Una vivencia que posibilita que los niños y adolescentes participen, opinen y realicen propuestas para mejorar la convivencia.

La metodología incorpora diversos recursos para la motivación, testimonios, análisis de casos, dramatizaciones, juegos… Que hagan del aprendizaje una vivencia que conmueva e inspire.

Uno de los grupos cuenta con el apoyo del Consejo Municipal de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes, Chacao y la UCAB. Cecodap realiza el proceso de formación.
En el primer módulo trabajamos cómo los estudiantes ven y sienten la convivencia  escolar y destacaron:

- Tenemos problemas con el usode las canchas. Los más grandes se imponen y no nos parece justo.
-  Hay conflictos entre promociones. Se dan agresiones y hay rechazos.
- A veces tenemos miedo a los docentes. Nos cohibimos de expresarnos por temor a que nos rechacen.
- No respetamos las normas de convivencia.
- Hay desconfianza entre los nosotros porque contamos a nuestros compañeros secretos de nuestra vida privada y nos traicionan porque los convierten en chismes.
- Hace falta más de atención de los padres a sus hijos. Cuando se portan mal nadie los orienta.
- Nuestros compañeros se burlan en vez de ayudar. La desgracia de otros los divierte.
- Los malos son líderes. Hay Inversión de valores. Los abusadores tienen mucha influencia.

- El chalequeo no tiene límites. Se llega a la falta de respeto. Para buscar aceptación permiten que les falte el respeto o falta el respeto a los demás.

- No se  respetan las opiniones de los otros.
- Hay división en los salones por grupos. No se tratan entre ellos.
- Hay conflictos del hogar que se trasladan a la escuela.
- Solo vale  lo material en lugar de lo humano.
- Hay racismo, sexismo, clasismo y xenofobia. El medio es una fuerte influencia.
Falta de empatía entre alumnos. Los profesores no detienen la discriminación y se convierten en parte del problema.

En el otro grupo de formación de promotores en el que participan diferentes  escuelas de Fe y Alegría, le propusimos que por un momento sintieran que eran  la directora o director de  su centro educativo y ¿Qué cosas incorporarían?

-. Actividades semanales grupales  para el intercambio y la convivencia.
-.Ir menos de prisa y dedicar más tiempo para el conocimiento entre los estudiantes. Esto permitiría cambiar de opinión sobre la forma en que vemos a los demás, a veces  juzgamos sin conocer.
-. Más actividades  con las familias para apoyarlas con la educación de sus hijos.
-. Haría que las actividades  lleguen al corazón de los chamos.
-. Me esforzaría en dar el ejemplo.No le puedo pedir a los maestros y estudiantes lo  que no hago
-. Realizaría muchas técnicas de  dinámicas de grupo para mejorar el respeto a los demás, especialmente para evitar la discriminación por racismo y al rechazo de  quienes son diferentes.
-. Las aulas dejarán de ser  jaulas cuando la educación sea vivencial, interesante, vinculada con la vida, y no se quede atrapada en memorizar contenidos. Es necesario participar, opinar, escuchar y proponer actividades y estrategias para la  formación  ciudadana.Difícilmente serán los niños y adolescentes serán  el futuro si no los atendemos en su presente.

Seguimos creciendo juntos     


Leer mas en: http://www.revistadominical.com.ve/noticias/firmas/promotores-del-buen-trato.aspx#ixzz3VEBUd6KX

lunes, 16 de marzo de 2015

NIÑOS Y ADOLESCENTES ¿Y SU DERECHO A LA VIDA?

Por: Óscar Misle, @oscarmisle


¿Y el derecho a la vida?
Ninguna persona debería morir por la violencia. (Créditos: Shutterstock.com)

El 24 de febrero, con mucho dolor e indignación, nos enteremos de la noticia del homicidio del estudiante  tachirense Kluivert Roa, 14 años; estudiante de segundo año de  bachillerato del liceo Agustí Codazzi. El homicida fue de un funcionario de la Policía Nacional Bolivariana.

¿Qué significa para la familia de Kluivert haber perdido a su hijo?, ¿qué puede aliviar ese profundo dolor? Seguramente era un adolescente con sueños y planes, y cuando menos lo esperaba, un funcionario, que tendría que resguardar y proteger su seguridad y su vida,  le dispara a la cara y lo mata con saña.

La noticia comenzó a circular por las redes sociales con comentarios cargados con frases de indignación, rechazo; pero también, en algunos casos, de sarcasmo, ironía teñida políticamente. Un suceso como este tiene que hacernos reflexionar y reaccionar. No es justo que tengamos que vivir en una realidad en la que la vida de nuestros niños y adolescentes penda de un hilo.



PARA REFLEXIONAR Y REACCIONAR

Un día después del asesinato de Kluivert, Cecodap, organización venezolana de derechos humanos de la niñez y adolescencia, presentó su balance anual sobre el impacto de las diferentes formas de violencia contra y entre los niños, niñas y adolescentes.

Se analizó un total de 5 456 de casos publicados en 43 periódicos (regionales y  nacionales) ya que no se cuenta con fuentes oficiales de información sobre esta materia.

En comparación con el año 2013, en 2014 la violencia contra niños, niñas y adolescentes  se incrementó en 32 %. Los homicidios en 9 %. Los adolescentes son las principales  víctimas (96 %) de los cuales 90 % son varones.

Se vive en la  familia. Las diversas formas de violencia se incrementaron en un 90 %, justo en el lugar donde los niños tendrían que sentirse más seguros. En un 80 % los más violentados son quienes tienen menos de 6 años. Los filicidios se incrementaron en un 7 %. En la violencia sexual son las niñas y las adolescentes las más afectadas (80 %). 

Está en la escuela. La violencia se incrementó en un 24 % y eso se traduce en robos a los planteles, disturbios, protestas, abusos, heridas por armas de fuego y armas blancas, homicidios.

Que se haga justicia. El asesinato de Kluivert no puede pasar al olvido. Su muerte  violenta es una evidencia de las otras muertes de niños y adolescentes que quedan en las sombras producto de la impunidad y el abandono.

El Estado tiene la obligación de garantizar el derecho a la protección y a la vida de todos los niños y adolescentes del país, sin discriminación de ningún tipo. Nos toca como  ciudadanos exigir y hacer valer ese derecho para que la protección de nuestros niños y adolescentes, más que un enunciado, sea una realidad.

No se trata solo de identificar el homicida, privarlo de libertad. Es necesario revisar cómo se están cumpliendo las normas que regulan los procedimientos para aplicar el uso proporcional de la fuerza. Un arma que se utilice discrecionalmente o de forma arbitraria es violatoria del derecho humano a la vida de cualquier ciudadano y, especialmente, cuando se trata de adolescentes.   

Seguimos Creciendo juntos. 


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viernes, 27 de febrero de 2015

EN LA CRIANZA ¿DÓNDE ESTÁ PAPÁ?


Por: Óscar Misle, @oscarmisle



Ser padres
Ser padre no es cuestión de géneros. (Créditos: Shutterstock.com)

Las diferencias  entre lo que significa ser    hombre o  mujer es un tema que se presta a muchas especulaciones, generalizaciones con el riesgo de caer  en estereotipos que  pueden traducirse en  interpretaciones ligeras que más  que  ayudarnos tienden a confundirnos.

Si existen diferencias, pero con los mismos derechos. Si lo analizamos desde el punto de vista  biológico, ciertamente hay claras diferencias entre el hombre y la mujer. Para nadie es un problema aceptar que el hombre tenga pene y testículos o  que la mujer tenga senos, vulva, vagina… La cosa es más compleja cuando se trata de asumir diferencias en la forma en que expresan sentimientos y emociones  los hombres y las mujeres.

No  todos los  hombres son iguales, tampoco las mujeres, sin embargo  no se puede obviar que existe una construcción social del género. Se define  culturalmente sobre lo que es o no masculino o femenino. Se pone en  evidencia en la forma en que se vive la sexualidad, que no es solo genitalidad. Tiene que  ver  en cómo estructura la personalidad, la identidad sexual… Podríamos hacer una larga lista de condicionantes que hacen que hombres y mujeres, independientemente de su orientación sexual, tengan respuestas emocionales diferentes frente a situaciones similares.
Con estas representaciones sociales de cómo se ven, sienten y viven los comportamientos asignados y promovidos culturalmente al género nos toca  convivir en la familia, escuela, comunidad…

¿Dónde está papá? Para algunos varones puede resultar complicado, cuando son adultos, asumir ciertas tareas en el hogar. De pequeño aprendieron que esas labores eran cosas de mujeres. Ciertamente los tiempos han cambiado, pero es mucho el camino que queda por recorrer.
En el programa de radio “Lo mejor de todo” transmitido, a medio día, por Onda la Súper Estación, conducido por Viviana Gibelli a quien tengo el honor de acompañar en una sección los días miércoles llamada “Pequeñas confidencias. Los protagonistas son un grupo de niños y adolescentes. Cuando  abordamos temas  relacionados  con la crianza, la  figura que sale  a relucir es la mamá y muy  poco se  menciona al padre. Cuando intencionalmente preguntamos: ¿Dónde está papá? Se sonríen y nos dicen: “está trabajando”. Una de las adolescentes comentó: “Cuando mi papá llega y  quiero contarle algo mi mamá me dice que no lo moleste porque está cansado”

En los talleres algunas madres nos comentan: “el colabora conmigo” en lugar de decir el comparte las tareas de crianza conmigo.
Cuando nos invitan a alguna actividad con familias centros educativos, la asistencia mayoritaria es de mujeres. Solo asiste uno que otro padre.

La presencia y participación el padre en la crianza es muy importante y necesaria, tanto como la de la madre. Su ausencia puede crear orfandad  emocional, especialmente en lo varones que aprenden a ser hijos, pero no padres. No tienen referentes sobre lo que significa ser  no solo un  proveedor material sino  también emocional.
Los  niños  aprende con lo  que  ven, aprenden qué significa ser papa o mamá  con los ejemplos, con los juegos en el preescolar, con lo que ven en los medios de  comunicación.
Es importante revisar los patrones de crianza: ¿Tienen las niñas las mismas  oportunidades que los varones? ¿Tienen los mismos derechos, deberes y responsabilidades?

Seguimos creciendo juntos 


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jueves, 19 de febrero de 2015

EL MANUAL DE CONVIVENCIA ¿ES ÚTIL?




Un manual de convivencia
Un manual para todos. (Créditos: Shutterstock.com)

El Manual de Convivencia Escolar debería adaptarse al espíritu y concepción de cada escuela y ser reflejo de un consenso entre todos los miembros de la comunidad escolar, adultos, niños y adolescentes.

¿Es útil?
Una de las  quejas de  docentes y familias es que  el manual se  queda en los estantes y no se le da el  uso necesario. Solo se desempolva cuando hay un problema grave.

Para que el manual cumpla sus objetivos requiere:

Normas consensuadas. Las normas deben ser discutidas en cada salón de clases, creadas por toda la comunidad y adaptadas a la escuela. Se debe revisar cada vez que sea necesario, siempre en consenso.

No puede ser un comodín. Es una herramienta para poner “claras las reglas del juego. Deben ser conocidas por la comunidad educativa y deben estar definidos cuales son las consecuencias cuando se incumplen. Si es  fruto del  un acuerdo, hay que respetarlo. No puede ser acomodaticio y utilizarlo discrecional o arbitrariamente solo cuando nos conviene sino lo niego”.

No pueden estar alejados de la realidad. En muchos planteles, los manuales  son predefinidos por los docentes y el director. Se excluye a los estudiantes. Al no participar no se identifican con el  instrumento. Esas normas les son ajena ajenas. Este recurso será útil en la medida que sea discutido. Un proceso de profunda participación de los estudiantes, que entiendan, que comprendan, que vean implicaciones, no solo que se vea como un requisito o formalidad.

El remedio no puede ser peor que la enfermedad. Debe contribuir para, ante un hecho concreto de violencia, establecer claramente las sanciones. Los estudiantes deben saber que sus actos tienen consecuencia. La impunidad genera violencia.

Derecho, justicia, leyes, ¿aquí en Venezuela? Suele suceder que los estudiantes y docentes expresan que esas normas no se aplican. “¿Esta señora de qué está hablando? Derecho, justicia, leyes, ¿aquí en Venezuela?”. Con esta situación social que vivimos, con este contexto institucional tan grave y amenazado, como el que tenemos, es muy precario lo que se puede hacer”.
Ciertamente vivimos una situación social complicada en la que las leyes se aplican de forma discrecional o arbitraria.

Se confiará en las leyes cuando se conciban como herramientas útiles para  que el buen trato y la justicia se vivan en el día a día y entre todos los miembros de la comunidad  educativa.
Las leyes deben servir para prevenir. Los manuales son para garantizar la sana  convivencia y no para ocupar un espacio en los estantes de la dirección o coordinación.

Seguimos creciendo juntos


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viernes, 13 de febrero de 2015

MAMÁ: ¿PUEDO HACERME UN TATUAJE?

Por: Óscar Misle, @oscarmisle



¿Puedo hacerme un tatuaje?
Quiero hacerme un tatuaje ¿puedo? (Créditos: Shutterstock.com)


En nuestro reciente libro “Cuando la aulas dejen de ser jaulas” bajo la autoría de Fernando Pereira y este servidor compartimos algunas entrevistas realizadas a educadores en torno a los piercings, tatuajes apariencia física como generadores o no de violencia.

Ernesto: “Soy artista plástico y se tatuar. Cuando me desempeñé como coordinador de disciplina, le comentaba a los muchachos que un zarcillo de más o un piercing, no compromete su capacidad intelectual; pero las normas lo impiden y las normas hay que respetarlas. En el consejo de profesores se decía que era para resguardarlos de un queloide. Les preguntaba a mis colegas que si un muchacho consigue una clínica con todas las condiciones sanitarias ¿lo dejarían? Pienso que a los alumnos muchas veces los consideramos incapaces de tomar sus decisiones. Yo le decía a los muchachos que podían destacar por otras virtudes y no por tener un accesorio”.

Rosa: “En el liceo mientras más apariencia de “malote” más rango y poder se tiene entre los alumnos. No intervenir es dar un mensaje de que él domina su territorio”.
Marlene: “Un piercing no influye en el rendimiento académico. Muchos profesores solo se fijan en eso”.

Como se verá las posiciones de los educadores son variadas y en la práctica  son generadoras de  conflictos y de difícil consenso.

El lenguaje de los  tatuajes

Suele decirse  que  los muchachos se tatúan por seguir una moda y se olvida  que no son solo marcas en la piel. Sirven para distinguir, copiar o simbolizar algo que importa, que guste y que se quiere preservar, que sea inmodificable para toda la vida.

Ponen en evidencia, a través del cuerpo, aquello que no puede ser dicho con palabras, o simplemente que las palabras no alcanzan para expresarlo en su justa dimensión.
Es el sello que imprime eso que es difícil verbalizar, porque no se desea o no se  puede expresar pero tiene un fuerte contenido emocional. Puede haber una  historia, una relación, una pérdida o un deseo.

Tatuarse implica agredir la piel para permitir que penetre la tinta. Esto se logra con  dolor físico.  Puede ser la  forma de  simbolizar  y “calmar” un dolor psíquico, angustia; por ejemplo, mitigar el dolor por la muerte o pérdida de un ser querido, hay quienes se tatúan la imagen del ser fallecido o algún símbolo que represente un  amor, un sueños o una pérdida.

Son imágenes que permiten inmortalizar algo con el deseo que perdure para siempre. El tatuaje puede ser una forma de sentir que, pase lo que pase,  siempre estará en mí. Muchas veces, en las morgues,  a las personas se les puede reconocer por el tatuaje que llevan estampados en una parte de su piel.

El tatuaje puede ser una forma de sentido de pertenencia a un determinado grupo. La decisión de imprimir un tatuaje implica una motivación o necesidad  personal que pone en evidencia un deseo consciente del sujeto. Puede ser  incluso que la persona, no lo tenga presente, y queda oculto en el inconsciente. Pero más allá de ello, hay un significado, un simbolismo, que resultará interesante descifrar.

Nos  toca como adultos, más que  juzgar, preguntarnos ¿Por qué deseará mi hijo hacerse un tatuaje? ¿Qué será lo que quiere tatuar en su piel para toda la vida y que se inmodificable? Seguramente no tendrá claras las respuestas, pero con será una bonita oportunidad para el acercamiento y la comunicación.


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lunes, 2 de febrero de 2015

¿CÓMO APOYAR A NUESTROS NIÑOS EN SUS DUELOS?

Por: Óscar Misle, @oscarmisle




Duelos: ¿Cómo apoyar a los niños?
Siempre debemos apoyarlos. (Créditos: Shutterstock.com)

Juan (12 años) perdió a su mamá por un cáncer de mama que hizo metástasis. La deterioró de tal forma que solo sobrevivió dos años. A la semana, Juan; volvió muy triste y silencioso a la escuela. Su comportamiento era hostil cuando alguien trataba de intimar con él.
Lo remitieron a la orientadora. Cuando tenía a Juan sentado al frente, le dijo: "Mira hijo, debes estudiar para que hagas feliz a tu mamá en el cielo. Se pondrá triste si no subes tus notas". Imaginemos la cara de Juan, además de su dolor, rabia, miedo… cargar con la culpa de hacer "infeliz a su mamá en el cielo" por haber bajado su rendimiento escolar.
Los duelos surgen cuando se tienen pérdidas humanas o materiales. Se pueden presentar comportamientos diversos que nos desconciertan. De pronto los niños pueden tornarse hostiles, herméticos o escurridizos o también tristes, apáticos o desmotivados, y cuando les preguntamos qué pasa, contestan: “nada”. No saben o no desean expresar verbalmente sus sentimientos.

¿Qué podemos hacer?

Expresarles nuestro afecto y apoyo. Necesiten acercamiento y atención y no saben cómo expresar su dolor. Podemos apoyarlos con abrazos, comunicándole que los queremos, que no están solos, que entendemos que no quieran hablar sobre lo que está pasando, pero hacerle saber que cuando lo deseen estaremos dispuestos a escucharlos

Aceptar que la rabia es parte del duelo Nos cuesta aceptar que por causa de una pérdida nuestros hijos se tornen agresivos u hostiles. Esas reacciones son la forma de expresar su rechazo por la pérdida. Es importante hacerles saber que entendemos que sientan rabia por no poder recuperar a la persona o pertenencia perdida.

Hacer ver que lo que sucedió no es su culpa. Pueden sentirse culpables porque creen que su comportamiento pudo incidir en la enfermedad del ser querido, en la separación de sus padres o en el conflicto en el que hubo rupturas. Se les debe expresar que no fueron ellos los responsables.

Expresar que en algunas ocasiones es un alivio lo sucedido. Cuando mueren familiares con enfermedades crónicas, terminales, con profundos padecimientos físicos y psicológicos, ayuda entender que la muerte los liberó de ese sufrimiento. Lo mismo sucede cuando las relaciones de sus padres han sido muy conflictivas, violentas, difíciles, y la separación puede  ser “un mal” necesario.

Aceptar su dolor. Para superar los duelos, hay que vivirlos. Por amor, tenemos la tendencia de querer “evitarle” o mitigar el dolor que genera la pérdida. A veces les hacemos regalos y no les permitimos procesar su duelo, llorar y expresar sus emociones.
Puede ser un mecanismo de autodefensa: no  hablamos del tema para no contactar nuestras propias emociones. Es válido y necesario llorar juntos para que vean que también nosotros estamos pasando el momento difícil y que necesitamos sentirnos acompañados para superarlos.

Buscar apoyo. Si no logran superar alguno de los momentos y se mantienen permanentemente la hostilidad, no quieren salir, pierden el apetito, se enferman, es necesario buscar apoyo con personal especializado (psicólogos, psiquiatras, orientadores, psicoterapeutas).
Las personas que se van, ya no están con nosotros, se quedan en nosotros. Las podremos recordar cuando preparamos un determinado plato, cuando visitamos algún lugar, en fechas especiales, las sentimos como la brisa.

Seguimos creciendo juntos


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VIOLENCIA. HAY QUE HABLAR CON LOS NIÑOS

  Óscar Misle Óscar Misle Los recientes enfrentamientos armados en la Cota 905 y comunidades aledañas y los operativos que se van realizan...