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lunes, 30 de junio de 2014

¿CÓMO ENAMORARLOS DE LA LECTURA?

Por: Óscar Misle, @oscarmisle


Cómo enamorarlos de la lectura
El hábito viene desde los hogares. (Créditos: Shutterstock.com)


A los docentes les toca la misión de educar, formar y trasformar la realidad personal y social, generando espacios de aprendizaje en los que la lectura juega un papel fundamental. Es esa ventana que nos muestra un mundo exterior e interior y a la vez es un espejo en el que  podemos vernos con nuestras luces y sombras o con nuestros colores y claroscuros.

Aulas que dejen de ser jaulas

Que importante es el educador que desea que sus aulas dejen de ser  jaulas,  que  se arriesga a abrir las puertas de las imaginación y la creatividad convocando  a diversos de autores (nacionales e internacionales) con la diversidad de temas que inspiren las actividades de lectura complementaria en sus centros educativos. Para generar un ambiente escolar más productivo y transformador. 

Participar, opinar, informar, recibir información y asociarse son derechos de los niños y niñas y adolescentes que pueden encontrar en la lectura una ventana, un espejo o un imán que los atraiga a su mundo interior o los conecte con ese  espacio exterior que a veces es tan ajeno y distante y ante el que podemos ser indolentes e indiferentes.   

Ciertamente la lectura, va mucho más allá del hábito, que es importante, pero lo  fundamental es formar lectores autónomos capaces de discernir y de tomar sus propias decisiones.

Tenemos en la lectura la posibilidad de darle contenido y trascendencia a los  valores para que la  empatía, la compasión, la tolerancia, la capacidad de discernimiento, el respeto y el reconocimiento del otro sean una realidad en nuestros centros educativos, familias y demás espacios de socialización.
Es clave que esa  conexión, entre el libro y el lector,  la  podamos lograr desde los primeros años de desarrollo.

Formarlos para la lectura  crítica

La Lopnna (Art 69) señala que el Estado debe garantizar a todos los niños, niñas y adolescentes una educación dirigida a prepararlos y formarlos para recibir, buscar, utilizar y seleccionar apropiadamente la información adecuada a su desarrollo. Es una forma preventiva a la manipulación en estos momentos en los que el proselitismo político partidista, claramente prohibido en la Ley Orgánica de Educación, pudiera tomar las aulas de clase.

El libro puede ser un amigo, pero también puede ser una amenaza a la libertad.   Por eso la lectura crítica es importante como la habilidad preventiva de la manipulación y la violencia.

Le coloca alas a la imaginación
La lectura permite desde los primeros años, estimula la imaginación, pero también refuerza la voluntad y la convicción de que a través de ella podemos encontrar luces para ser mejores seres humanos, personas y ciudadanos.

Como seres humanos todos somos iguales, como personas diferentes y como ciudadanos tenemos los mismos derechos.

Posiblemente, esta noche cuando estemos en nuestra  habitación y abracemos con nuestros ojos el libro de cabecera, seguramente se abran nuevas ventanas, nos miremos en un nuevo espejo y nos sintamos atraídos con la fuerza de un imán, para que el libro no sea el pretexto para inducir el sueño, sino el cómplice para inspirar nuestros sueños.

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LA TRISTEZA SE VISTE DE RABIA


Por: Óscar Misle, @oscarmisle


La tristeza se viste de rabia
Un cuento de la realidad. (Créditos: Shutterstock.com)

Nos cuenta Jorge Bucay, que en un reino encantado en donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde transitan eternamente sin darse cuenta.
En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas. Había un estanque maravilloso. Una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente...

Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse, haciéndose mutua compañía, la tristeza y la rabia. Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas entraron al estanque.

La rabia, apurada (como siempre está la furia), urgida -sin saber por qué- se bañó rápidamente y más rápidamente aún, salió del agua. Pero la rabia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró...Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza, y así vestida de tristeza, la rabia se fue.

Muy calmada y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque. En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba. Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la rabia.

Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la rabia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta rabia que vemos es solo un disfraz, y que detrás del disfraz de la rabia, en realidad... está escondida la tristeza.
Este cuento nos pone a pensar en cuantos comportamientos violentos de los niños  no estarán disfrazando una profunda  tristeza.

En un encuentro de formación con un grupo de familias en Caracas,  a las siete de la mañana, antes de entrar  al salón de reuniones,  nos tocó ser parte de “una marcha”. Ese recorrido que hacen los estudiantes, con sus rostros somnolientos, para entrar  a sus  salones de clase.

Esas aulas que más bien parecen jaulas, pintadas de gris, del mismo color y olor de esa educación descolorida que no llega al corazón, alejada de la vida, donde  solo se vale memorizar y poco se valora el sentir, disentir,  crear, opinar y soñar.
 A esas aulas-jaulas, tenían que entrar los estudiantes arriados como ovejas por el docente de turno, quien también llevaba su carga a cuestas. Cada estudiante cargaba o arrastraba su morral o mochila. De tanto llevarlo a cuesta se convertía  en una ventosa, de diferentes tamaños, colores, marcas, pesos, texturas, modelos… Nos surgió la pregunta ¿Qué traerán en ese morral? no nos referimos  a cuadernos, lápices. 

Cuántos miedos, rabias, frustraciones, tristezas, alegrías, sueños, teñidos por emociones y sentimientos que dejaron heridas producto de  perdidas, duelos, enfermedades de familiares, divorcios, sentimientos y emociones  atrapadas en ese morral existencial, arrastrado mecánicamente, para meterse en su jaula, perdón, en el aula, posiblemente hacinada de pupitres, sin tiempo ni espacio para compartir e intercambiar lo que viven, sienten, piensan…

Seguramente la tristeza protagonizará vestida de rabia o la rabia despistará por la aparente tristeza. Las etiquetas, estigmas, prejuicios no permitirán que las niñas y los niños puedan mostrar los que realmente sienten por miedo al rechazo, la agresión y discriminación.

Seguimos creciendo Juntos 



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lunes, 23 de junio de 2014

LA IMPUNIDAD ESCOLAR ES VIOLENCIA

Por: Óscar Misle, @oscarmisle


La impunidad escolar es violencia
La sociedad juega un papel en la violencia. (Créditos: Shutterstock)

Carlos Antonio (14 años) en el cierre de un ciclo de formación para adolescentes levantó la mano, se puso de pie y expresó: “Me  provoca hablar y ahora no sé por dónde  empezar. Durante mucho tiempo fui  víctima de acoso. No sabía que se llamaba así. Lo único que tenía claro era que la escuela era una tortura.
Con solo imaginar la cara de Roberto, por citar alguno de los que me acosaban, me  comenzaba a latir el corazón como si se quisiera a salir del pecho. Me sudaban las manos, me daban ganas de vomitar y eso me hacía sentir culpable. No me podía defender, me daba vergüenza mi forma de ser. Nunca supe si ciertamente las maestras se daban cuenta de lo que me hacían o se hacían las locas.
Un día estábamos en el recreo, si es que se le puede llamar así, y un estudiante mayor  que yo me dio un golpe en el codo. El vaso de jugo se derramó en mi uniforme. Los que estaban alrededor comenzaron a reírse. Me quedé paralizado. Mi hermano Leonardo, tres años mayor que yo, se dio cuenta y, enfurecido, le dio un golpe a Roberto en la cara y su nariz comenzó a sangrar. Una profesora que “estaba de  guardia” en el patio nos llevó a la dirección. Roberto se convirtió en la víctima.

Los padres de Roberto denunciaron a mi hermano en un Consejo de  Protección.
Esa situación creó un revuelo muy grande. Mi familia decidió sacarnos del colegio. Roberto siguió, seguramente encontró a otra víctima. No lo sé. Solo me quedó el recuerdo de un colegio que no me apoyó sino que más bien premió al victimario”.

Violencia con todos y entre todos. A comienzos de los años noventa, cuando del tema no se hablaba casi en el país, se relacionaba la violencia escolar únicamente con la agresión entre estudiantes ocurrida dentro de las instalaciones de la escuela. La situación se ha complicado, la violencia no solo puede ocurrir entre pares, sino que también están involucrados adultos; no solo se trata de agresión física visible, sino también emocional y estructural. No solo ocurre dentro del plantel, se extiende a las calles y a la propia casa. La tecnología permite que la violencia escolar se difunda a través de comentarios, fotografías, chat a través de distintas redes sociales.

Aumenta en frecuencia e intensidad. A mayor violencia social, más violencia escolar. Se reproducen situaciones de hostilidad, agresión descalificación, humillaciones e irrespeto  entre los integrantes de la comunidad educativa. Esto trae como consecuencia daños hacia personas, pertenencias, instalaciones y equipos. Situaciones que generan un clima escolar lleno de tensiones, frustraciones e impotencia porque la indolencia e indiferencia hace que la omisión y la complicidad se traduzcan en injusticias, situación que puede llevar a los afectados a tomar la justicia por las propias manos.
No se debe tolerar como algo “normal” por el simple hecho de que forme parte de lo cotidiano. Hay que actuar utilizando los canales correspondientes, con medidas socioeducativas efectivas y afectivas. Afectivas porque para atender un conflicto no basta identificar el hecho y aplicar la sanción, es importante trabajar los vínculos, con estrategias pedagógicas que mejoren la convivencia.
Efectivas contando con espacios y tiempo para la formación, participación, coordinación y seguimiento.


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LA ESCUELA ¿LOS OBLIGA A DEJAR DE SER Y SENTIRSE NIÑOS?

Por: Óscar Misle, @oscarmisle


En la escuela ¿dejan de ser niños?
Una educación sin sonrisa. (Créditos: Shutterstock.com)

En nuestras escuelas, por regla general, se ríen demasiado poco. Esa idea generalizada que hace  que la  educación de la mente sea  algo tétrico, en la  que  poco se conecta la emoción y el corazón, es una de las cosas más difíciles de cambiar.

Urge revisar lo que Esté (1996) denomina "El Aula Punitiva", en la cual pareciera que un ángel castigador estuviese en vuelo constante entre los estudiantes y los maestros. Torres (1992) nos llama la atención con la visión  de una rutina escolar, descrita por una persona en una reunión de maestros y especialistas: “Al visitar guarderías y jardines de infancia de la ciudad, le llamó la atención el bajísimo y hasta el nulo nivel de ruido que podía percibirse desde afuera en algunos de dichos planteles.

Al entrar a estos recintos del silencio, encontró alumnos santamente sentados, estanterías y mesas rigurosamente ordenados, espacios pulcros y aseados. Como en una biblioteca, no como en un aula. Como en un cementerio, no como en un jardín de infantes.

Niño es juego, y juego es bulla. Niño es movimiento, y movimiento es bulla. Niño es expresión y expresión es bulla. Niño es creatividad y creatividad es bulla. Niño es dinamismo y dinamismo es bulla. Niño es vida y vida es bulla. Negarla, reprimirla, es pues negar a los niños su derecho a ser niños, su derecho a jugar, a moverse, a expresarse, a crear, a vivir.

En muchas escuelas, se quiere que los niños jueguen, pero los juguetes se empaquetan y colocan a la altura necesaria para que solo los adultos puedan alcanzarlos, en horarios y bajo disposiciones adultas.

Se quiere que los niños se familiaricen con los libros y lean, pero la biblioteca se guarda celosamente con mil candados, para evitar que los libros se usen y, por tanto, se destruyan.

Se quiere que los niños dibujen, coloreen y construyan, pero se insiste todo el tiempo en la necesidad de mantener el aseo y el orden.

Se quiere que los niños trabajen en grupos y colectivamente, pero no se quiere que produzcan el ruido inevitable de la comunicación y la cooperación.

Se quiere que los niños se muevan, corran y brinquen, pero con la condición de no desplazarse, no rozar, no tropezarse, no exclamar ni gritar de contento.

Se quiere en fin, que los niños jueguen, lean, trabajen, construyan, se muevan, pero sin hacer ruido, ateniéndose a las normas adultas de la inmovilidad, el silencio, el aseo y el orden, normas que los adultos aprendimos en la infancia gracias a otros adultos…

La bulla, esa pobre tan mal vista y tan mal entendida en el ámbito escolar, suele considerarse sinónimo de indisciplina e irreverencia, expresión de desorden y hasta relajo, fuente de molestia y de castigo, motivo cotidiano de reprimendas, sanciones y malas notas. Pero, vista con lente  humano, la bulla es básica y afortunadamente expresión del estar vivo: la bulla condensa el habla, la risa, el movimiento, el canto, la alegría".

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lunes, 16 de junio de 2014

No toda violencia escolar es bullying


Por: Óscar Misle, @oscarmisle


No toda violencia escolar es bullying
Es bueno entender la diferencia. (Créditos: Shutterstock.com)

Existe una confusión que vale la pena aclarar. La violencia escolar es un fenómeno complejo, multifactorial en el que se utiliza el poder para agredir a otro física, verbal, psicológica, virtual o sexualmente. La violencia escolar se hace presente cuando se resuelven los conflictos con agresiones de diferente índole. Pueden ser ocasionales o permanentes e involucra a cualquier miembro de la comunidad educativa. La violencia puede darse por homofobia, xenofobia, discriminación de género o cualquier otra forma de irrespeto a la diversidad.
El acoso escolar, o bullying, es una variante de la violencia escolar que se expresa cuando un estudiante utiliza el poder para burlarse o meterse con otro de forma permanente o sistemática, con el objetivo de generarle dolor físico o emocional en presencia de unos espectadores que celebran las agresiones. El chico busca a través del acoso lograr reconocimiento, popularidad y control sobre sus víctimas.

La prevención es clave
La prevención de la violencia escolar se inicia cuando la reconocemos, la identificamos y le ponemos nombre diferenciando sus diversas expresiones. Lamentablemente, en la  mayoría de los casos se actúa de forma reactiva, cuando ya el mal está hecho. Se cae en el error de considerar que toda violencia escolar es acoso o bullying, y se desconocen otras formas de violencia como suele el abuso de poder, las omisiones, injusticias por el uso arbitrario o discrecional de la norma, la impunidad que se inscriben en una violencia un tanto más sutil, pero no por ello deja de tener menos impacto en la convivencia y en la salud emocional de la víctima.

Desde que el mundo es mundo existe la tendencia de discriminar, excluir, al que es diferente, solo que desde hace unos 30 años Dan Olweus le dio el nombre de bullying a raíz del suicidio de tres adolescentes que evidenció los efectos nocivos de esa práctica que se consideraba “juegos de muchachos”.

Las consecuencias del acoso escolar suelen ser invisibles, por eso el daño psicológico puede arrastrarse por toda la existencia si no se brinda el apoyo profesional requerido. El chico agresor se vale de la vulnerabilidad del otro para hacerle daño. Olweus expresa que no es tanto la condición externa, sino la percepción que tiene la víctima de esa condición. Las tecnologías de la información agudizan el problema en nuestros días porque la intimidación se puede hacer virtualmente más allá del espacio físico de la escuela o de horarios de clase o contextos geográficos determinados en los que los victimarios son más difíciles de identificar o de disuadir.

El hecho es que el bullying o acoso escolar y las otras formas de violencia escolar no son una moda, ni una sensación, es una realidad que exige al Estado políticas públicas, nacionales, integrales e integradas, permanentes para que la prevención se realice desde el preescolar con la activa participación de las familias y de la comunidad educativa en general.

Seguimos creciendo juntos  


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VIOLENCIA. HAY QUE HABLAR CON LOS NIÑOS

  Óscar Misle Óscar Misle Los recientes enfrentamientos armados en la Cota 905 y comunidades aledañas y los operativos que se van realizan...