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lunes, 5 de septiembre de 2011

Inspiración - Oscar Misle Terrero: UN MORRAL EMOCIONAL MUY PESADO

Inspiración - Oscar Misle Terrero: UN MORRAL EMOCIONAL MUY PESADO: En una actividad realizada en un colegio de Caracas, a las siete de la mañana, nos tocó participar en una “marcha” de niños, niñas y adolescentes que cargaban un morral emocional muy pesado...

sábado, 3 de septiembre de 2011

PRESIDENTE: EL CÁNCER NO ES UN ENEMIGO



Presidente, por tener muy  cerca el cáncer y porque se  que todas y todos podemos en un momento desarrollarlo, me animo a compartir estas  reflexiones.

El Cáncer es el término que se usa para la enfermedad en la que nuestras células crecen y  se dividen sin control. ¿Por qué se da esa anarquía celular? Son muchas  las razones e interpretaciones que se hacen desde la  ciencia, psicología, psiquiatría, psiconeuroinmunología…. y lo más importante desde la persona que vive  con el cáncer.

Nuestra  salud física depende, en gran medida, de nuestros estados emocionales, mentales y espirituales. Un  malestar  del cuerpo puede ser el reflejo de un conflicto, de una tensión, una ansiedad o un desequilibrio orgánico, que  rompe nuestra estabilidad y equilibrio interior.

El cáncer es una palabra que algunos rehúsan nombran o dicen bajito cuando comentan que alguien lo padece.
Todas las  familias han convivido con el cáncer, no discrimina edad, raza, sexo, condición social, política ni religión.

Ud, más que nadie, sabe el costo físico, económico, emocional y psicológico que implica los tratamientos existentes: Cirugías, radiación, quimioterapia, procedimientos experimentales, hormonales. Todos tienen riesgos y efectos secundarios que requieren tratamientos  colaterales de altos costos. 

Presidente, con mucho acierto, compartió su sentimiento en relación a la consecuencia de no cuidarnos, la necesidad de  realizar un chequeo médico, por lo menos una vez al año, mantener el peso adecuado, comer alimentos frescos, variados y que no sean procesados con ciertos químicos, evitar las grasas, ingerir vegetales frescos y frutas, dormir, recrearse, descargar el estrés, hacer ejercicios, deportes, meditar o realizar una actividad que nos ayude a botar las tensiones, utilizar bloqueadores solares… Sabias recomendaciones pero de difícil aplicación en la realidad socioeconómica que nos toca vivir  

Todo este descuido y abuso que hacemos de nuestro cuerpo, hace que nos  sintamos  mal física y emocionalmente. Las alarmas se  prenden para que escuchemos el grito que viene desde  nuestro interior, con esa campanada que se expresa con un intenso dolor, debilidad, sangramiento, fiebre, inflamación, discapacidad…. acompañados  de una amarga ensalada de  emociones, pensamientos y actitudes que nos ponen de parada en el hombrillo de la vida.

Nos toca vivir la enfermedad, con dolor, soledad, silencio, en una oscuridad en la que ni siquiera nuestra sombra nos acompaña, sin la capacidad de  saber como interpretar que esos síntomas son la voz de nuestro cuerpo herido emocionalmente.

La enfermedad, y en nuestro caso, el cáncer está estrechamente ligado a las más profundas creencias, conceptos e información que albergamos con respecto a nosotros, sobre la vida, el placer, las relaciones, el dolor, el amor, la muerte….

Enfermamos,  porque creemos, en alguna parte  de nuestro interior, que la enfermedad es una respuesta adecuada o inevitable a una determinada circunstancia o situación, porque de algún modo parece solucionarnos un problema o hacer que consigamos la atención que necesitamos, o quizás como una solución desesperada a un conflicto interno  que sentimos como irremediable o insoportable.

Cuantas veces  una  gripe o resfriado nos  atrapa justo en ese momento en que estamos más cargados de compromisos laborales, activando las alarmas  internas  que nos envían las emociones o sentimientos reprimidos

Si nos damos el permiso  de reconocer y transformar nuestras más profundas convicciones y actitudes, podremos encontrar  salidas  diferentes a la enfermedad   para  satisfacer nuestras  necesidades, vacíos, conflictos y contradicciones por los caminos del amor

Es necesario entender la  enfermedad, en este caso el cáncer, como una posibilidad y no como un enemigo que hay que exterminar, bombardear... La enfermedad  nos puede mostrar  mucho de lo  que  realmente somos y sentimos y que nos negamos contactar y reconocer.

Ese apagón de la vida, en el momento menos esperado, puede ser una  oportunidad  que nos advierte que debemos mirar dentro y  fuera de nosotros, para que en la oscuridad, encontremos con nuestra luz interior la avería qué debemos reparar, pero hay que detectarla, asumirla y  transformarla para poder sanar. Un  trabajo nada  fácil, pero no  por ello imposible

El cáncer lo podemos ver  como una revelación importante  en nuestro crecimiento personal y espiritual. Si percibimos la enfermedad  como un mal que nos ataca, desde afuera, y ante el cual debemos batallar,  nos colocará en actitud defensiva, de negación, en el que “no está pasando nada”,  puede enmascarar miedos, rabias, frustraciones, impotencias que, por reprimirlas, consumen nuestras energías, reservas y debilitan  nuestro sistema inmunológico

Tenemos otro camino, ver la enfermedad de otra manera, como una oportunidad, como eso  que sucede en un momento particular de nuestra vida, que se expresa en nuestros órganos, sistemas, cuerpo y que no está divorciado de las situaciones emocionales o afectivas que están  demandando atención y transformación.

Presidente, que importante  que reconozca  y asuma el cáncer  llamándolo por su nombre, apareciendo públicamente sin cabello,  sin enmascararlo, porque  ocultarlo sería expresar el  rechazo a ese o esos órganos del cuerpo, que resultan ser los más vulnerable, y  que todo lo posible para expresarse y demandar la atención necesaria. 

Para  armonizar ese órgano herido y para que no se sumen otros a la rebeldía orgánica, se requiere, como bien Ud lo expresó, de la ciencia, religión, apoyo familiar y de los seres queridos, y sobre todo,  del espíritu para que el alma  encuentre los caminos  para la sanación interna y del contexto en el que nos movemos.

La enfermedad nos pone de rodillas, para que en ese proceso de rendición, que no significa claudicar, al contrario, colocarnos de rodillas es un acto de valentía y humildad. Es necesario colocar la frente  pegada al suelo, para  que el corazón esté por encima de la razón y  que de esta forma susurre lo que necesita el alma para nuestra sanación, no necesariamente física, pero si de  reconciliación con nosotros y con los demás.

Muchas  personas  que  viven con cáncer lo tienen a Ud  como referencia, por lo tanto su testimonio puede ser  muy importante para que el cáncer, más  que un  enemigo que hay   que combatir, sea una aliado del  que  hay mucho que aprender    


VIOLENCIA. HAY QUE HABLAR CON LOS NIÑOS

  Óscar Misle Óscar Misle Los recientes enfrentamientos armados en la Cota 905 y comunidades aledañas y los operativos que se van realizan...