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jueves, 19 de agosto de 2021

VIOLENCIA. HAY QUE HABLAR CON LOS NIÑOS

 


Óscar Misle

Los recientes enfrentamientos armados en la Cota 905 y comunidades aledañas y los operativos que se van realizando, como por ejemplo en la parroquia Petare este fin de semana, generan en las familias un fuerte impacto emocional durante y después de los hechos.

Cuando decimos después hacemos referencia al estrés postraumático que se traduce en una serie de síntomas que muchas veces cuesta relacionar con la experiencia vivida; como pueden ser la depresión, estados de  pánico, ansiedad; además se suman  las alteraciones somáticas.

 

Los niños se dan cuenta de lo  que está sucediendo. Son capaces de contar  con detalles  lo que observan desde  las terrazas, ventanas y balcones o escuchan desde el interior de sus viviendas. Les afecta no poder salir a jugar o sentir que su vida y la de sus familias está  amenazada. Les cuesta aceptar  que no se puede transitar por determinados lugares o calles debido a los operativos  policiales.

 

No siempre pueden expresar con palabras lo que sienten y lo hacen tornándose hostiles, inquietos, temerosos, inseguros

 

¿Qué hacer cuando se está en la zona de conflicto?

 

Si están solos buscar la ayuda de un familiar o persona cercana. Es importante que tengan sus números de teléfono grabados y otros números de emergencia a los cuales pueden llamar para solicitar asistencia.

 

Resguardarse e incluso lanzarse al piso, si están pasando por algún lugar donde se escuchan detonaciones. Nunca ir a investigar para ver qué pasó por más que vean gente haciéndolo porque corren peligro.

 

Nunca asomarse por la ventana o balcón si se escuchan tiros o detonaciones. Tampoco asomarse por la  puerta o subir a la azotea porque pueden ser agredidos.

 

Las camas no deben estar al lado de ventanas que den hacia la calle; sobre todo en lugares donde se escuchen detonaciones.

 

Si está en la calle dirigirse hacia lugares donde haya más gente, entrar a un establecimiento comercial o cualquier otro lugar para buscar apoyo. Está bien gritar para pedir ayuda. Explicarle que no  se debe sentir vergüenza por pedir apoyo

 

Identificar cuáles son los lugares riesgosos en los  se generan este  tipo de agresiones. Especialmente lo deben saber los más grandecitos para que eviten  poner su vida en peligro cuando salen a la calle.

 

Seleccionar muy bien las personas con quienes se reúnen y evitar asociarse con personas que tienen armas o que resuelven violentamente las situaciones agrediendo a otros.

 

Asumir que estamos transitando tiempos difíciles que impactan la cotidianidad. Entender que puede haber comportamientos que pueden traducir irritabilidad, hostilidad, apatía, tristeza por parte de los niños y adolescentes.

 

Transmitirles seguridad. Hacerles sentir  que a pesar de lo  que acontece, como familia estamos haciendo todo para protegerlos. Como padres y representantes tenemos la obligación de garantizar su integridad física y su derecho a la vida. Cada familia debe evaluar, día a día, las condiciones y factores de riesgo.

Es irresponsable que las autoridades presionen para que se realicen las actividades con regularidad en zonas de enfrentamiento solo para demostrar que todo está “normal”.

 

 

Hasta la próxima resonancia

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