Páginas

viernes, 13 de febrero de 2015

MAMÁ: ¿PUEDO HACERME UN TATUAJE?

Por: Óscar Misle, @oscarmisle



¿Puedo hacerme un tatuaje?
Quiero hacerme un tatuaje ¿puedo? (Créditos: Shutterstock.com)


En nuestro reciente libro “Cuando la aulas dejen de ser jaulas” bajo la autoría de Fernando Pereira y este servidor compartimos algunas entrevistas realizadas a educadores en torno a los piercings, tatuajes apariencia física como generadores o no de violencia.

Ernesto: “Soy artista plástico y se tatuar. Cuando me desempeñé como coordinador de disciplina, le comentaba a los muchachos que un zarcillo de más o un piercing, no compromete su capacidad intelectual; pero las normas lo impiden y las normas hay que respetarlas. En el consejo de profesores se decía que era para resguardarlos de un queloide. Les preguntaba a mis colegas que si un muchacho consigue una clínica con todas las condiciones sanitarias ¿lo dejarían? Pienso que a los alumnos muchas veces los consideramos incapaces de tomar sus decisiones. Yo le decía a los muchachos que podían destacar por otras virtudes y no por tener un accesorio”.

Rosa: “En el liceo mientras más apariencia de “malote” más rango y poder se tiene entre los alumnos. No intervenir es dar un mensaje de que él domina su territorio”.
Marlene: “Un piercing no influye en el rendimiento académico. Muchos profesores solo se fijan en eso”.

Como se verá las posiciones de los educadores son variadas y en la práctica  son generadoras de  conflictos y de difícil consenso.

El lenguaje de los  tatuajes

Suele decirse  que  los muchachos se tatúan por seguir una moda y se olvida  que no son solo marcas en la piel. Sirven para distinguir, copiar o simbolizar algo que importa, que guste y que se quiere preservar, que sea inmodificable para toda la vida.

Ponen en evidencia, a través del cuerpo, aquello que no puede ser dicho con palabras, o simplemente que las palabras no alcanzan para expresarlo en su justa dimensión.
Es el sello que imprime eso que es difícil verbalizar, porque no se desea o no se  puede expresar pero tiene un fuerte contenido emocional. Puede haber una  historia, una relación, una pérdida o un deseo.

Tatuarse implica agredir la piel para permitir que penetre la tinta. Esto se logra con  dolor físico.  Puede ser la  forma de  simbolizar  y “calmar” un dolor psíquico, angustia; por ejemplo, mitigar el dolor por la muerte o pérdida de un ser querido, hay quienes se tatúan la imagen del ser fallecido o algún símbolo que represente un  amor, un sueños o una pérdida.

Son imágenes que permiten inmortalizar algo con el deseo que perdure para siempre. El tatuaje puede ser una forma de sentir que, pase lo que pase,  siempre estará en mí. Muchas veces, en las morgues,  a las personas se les puede reconocer por el tatuaje que llevan estampados en una parte de su piel.

El tatuaje puede ser una forma de sentido de pertenencia a un determinado grupo. La decisión de imprimir un tatuaje implica una motivación o necesidad  personal que pone en evidencia un deseo consciente del sujeto. Puede ser  incluso que la persona, no lo tenga presente, y queda oculto en el inconsciente. Pero más allá de ello, hay un significado, un simbolismo, que resultará interesante descifrar.

Nos  toca como adultos, más que  juzgar, preguntarnos ¿Por qué deseará mi hijo hacerse un tatuaje? ¿Qué será lo que quiere tatuar en su piel para toda la vida y que se inmodificable? Seguramente no tendrá claras las respuestas, pero con será una bonita oportunidad para el acercamiento y la comunicación.


Leer mas en: http://www.revistadominical.com.ve/noticias/firmas/-puedo-hacerme-un-tatuaje-.aspx#ixzz3RdsWHjcd

No hay comentarios:

Publicar un comentario

VIOLENCIA. HAY QUE HABLAR CON LOS NIÑOS

  Óscar Misle Óscar Misle Los recientes enfrentamientos armados en la Cota 905 y comunidades aledañas y los operativos que se van realizan...