Por: Óscar Misle, @oscarmisle
Juan (12 años) perdió a su mamá por un cáncer de mama que hizo metástasis. La deterioró de tal forma que solo sobrevivió dos años. A la semana, Juan; volvió muy triste y silencioso a la escuela. Su comportamiento era hostil cuando alguien trataba de intimar con él.
Lo remitieron a la orientadora. Cuando tenía a Juan sentado al frente, le dijo: "Mira hijo, debes estudiar para que hagas feliz a tu mamá en el cielo. Se pondrá triste si no subes tus notas". Imaginemos la cara de Juan, además de su dolor, rabia, miedo… cargar con la culpa de hacer "infeliz a su mamá en el cielo" por haber bajado su rendimiento escolar.
Los duelos surgen cuando se tienen pérdidas humanas o materiales. Se pueden presentar comportamientos diversos que nos desconciertan. De pronto los niños pueden tornarse hostiles, herméticos o escurridizos o también tristes, apáticos o desmotivados, y cuando les preguntamos qué pasa, contestan: “nada”. No saben o no desean expresar verbalmente sus sentimientos.
¿Qué podemos hacer?
Expresarles nuestro afecto y apoyo. Necesiten acercamiento y atención y no saben cómo expresar su dolor. Podemos apoyarlos con abrazos, comunicándole que los queremos, que no están solos, que entendemos que no quieran hablar sobre lo que está pasando, pero hacerle saber que cuando lo deseen estaremos dispuestos a escucharlos
Aceptar que la rabia es parte del duelo Nos cuesta aceptar que por causa de una pérdida nuestros hijos se tornen agresivos u hostiles. Esas reacciones son la forma de expresar su rechazo por la pérdida. Es importante hacerles saber que entendemos que sientan rabia por no poder recuperar a la persona o pertenencia perdida.
Hacer ver que lo que sucedió no es su culpa. Pueden sentirse culpables porque creen que su comportamiento pudo incidir en la enfermedad del ser querido, en la separación de sus padres o en el conflicto en el que hubo rupturas. Se les debe expresar que no fueron ellos los responsables.
Expresar que en algunas ocasiones es un alivio lo sucedido. Cuando mueren familiares con enfermedades crónicas, terminales, con profundos padecimientos físicos y psicológicos, ayuda entender que la muerte los liberó de ese sufrimiento. Lo mismo sucede cuando las relaciones de sus padres han sido muy conflictivas, violentas, difíciles, y la separación puede ser “un mal” necesario.
Aceptar su dolor. Para superar los duelos, hay que vivirlos. Por amor, tenemos la tendencia de querer “evitarle” o mitigar el dolor que genera la pérdida. A veces les hacemos regalos y no les permitimos procesar su duelo, llorar y expresar sus emociones.
Puede ser un mecanismo de autodefensa: no hablamos del tema para no contactar nuestras propias emociones. Es válido y necesario llorar juntos para que vean que también nosotros estamos pasando el momento difícil y que necesitamos sentirnos acompañados para superarlos.
Buscar apoyo. Si no logran superar alguno de los momentos y se mantienen permanentemente la hostilidad, no quieren salir, pierden el apetito, se enferman, es necesario buscar apoyo con personal especializado (psicólogos, psiquiatras, orientadores, psicoterapeutas).
Las personas que se van, ya no están con nosotros, se quedan en nosotros. Las podremos recordar cuando preparamos un determinado plato, cuando visitamos algún lugar, en fechas especiales, las sentimos como la brisa.
Seguimos creciendo juntos
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