El Manual de Convivencia Escolar debería adaptarse al espíritu y concepción de cada escuela y ser reflejo de un consenso entre todos los miembros de la comunidad escolar, adultos, niños y adolescentes.
¿Es útil?
Una de las quejas de docentes y familias es que el manual se queda en los estantes y no se le da el uso necesario. Solo se desempolva cuando hay un problema grave.
Para que el manual cumpla sus objetivos requiere:
Normas consensuadas. Las normas deben ser discutidas en cada salón de clases, creadas por toda la comunidad y adaptadas a la escuela. Se debe revisar cada vez que sea necesario, siempre en consenso.
No puede ser un comodín. Es una herramienta para poner “claras las reglas del juego. Deben ser conocidas por la comunidad educativa y deben estar definidos cuales son las consecuencias cuando se incumplen. Si es fruto del un acuerdo, hay que respetarlo. No puede ser acomodaticio y utilizarlo discrecional o arbitrariamente solo cuando nos conviene sino lo niego”.
No pueden estar alejados de la realidad. En muchos planteles, los manuales son predefinidos por los docentes y el director. Se excluye a los estudiantes. Al no participar no se identifican con el instrumento. Esas normas les son ajena ajenas. Este recurso será útil en la medida que sea discutido. Un proceso de profunda participación de los estudiantes, que entiendan, que comprendan, que vean implicaciones, no solo que se vea como un requisito o formalidad.
El remedio no puede ser peor que la enfermedad. Debe contribuir para, ante un hecho concreto de violencia, establecer claramente las sanciones. Los estudiantes deben saber que sus actos tienen consecuencia. La impunidad genera violencia.
Derecho, justicia, leyes, ¿aquí en Venezuela? Suele suceder que los estudiantes y docentes expresan que esas normas no se aplican. “¿Esta señora de qué está hablando? Derecho, justicia, leyes, ¿aquí en Venezuela?”. Con esta situación social que vivimos, con este contexto institucional tan grave y amenazado, como el que tenemos, es muy precario lo que se puede hacer”.
Ciertamente vivimos una situación social complicada en la que las leyes se aplican de forma discrecional o arbitraria.
Se confiará en las leyes cuando se conciban como herramientas útiles para que el buen trato y la justicia se vivan en el día a día y entre todos los miembros de la comunidad educativa.
Las leyes deben servir para prevenir. Los manuales son para garantizar la sana convivencia y no para ocupar un espacio en los estantes de la dirección o coordinación.
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