Por: Óscar Misle, @oscarmisle
El 24 de febrero, con mucho dolor e indignación, nos enteremos de la noticia del homicidio del estudiante tachirense Kluivert Roa, 14 años; estudiante de segundo año de bachillerato del liceo Agustí Codazzi. El homicida fue de un funcionario de la Policía Nacional Bolivariana.
¿Qué significa para la familia de Kluivert haber perdido a su hijo?, ¿qué puede aliviar ese profundo dolor? Seguramente era un adolescente con sueños y planes, y cuando menos lo esperaba, un funcionario, que tendría que resguardar y proteger su seguridad y su vida, le dispara a la cara y lo mata con saña.
La noticia comenzó a circular por las redes sociales con comentarios cargados con frases de indignación, rechazo; pero también, en algunos casos, de sarcasmo, ironía teñida políticamente. Un suceso como este tiene que hacernos reflexionar y reaccionar. No es justo que tengamos que vivir en una realidad en la que la vida de nuestros niños y adolescentes penda de un hilo.
PARA REFLEXIONAR Y REACCIONAR
Un día después del asesinato de Kluivert, Cecodap, organización venezolana de derechos humanos de la niñez y adolescencia, presentó su balance anual sobre el impacto de las diferentes formas de violencia contra y entre los niños, niñas y adolescentes.
Se analizó un total de 5 456 de casos publicados en 43 periódicos (regionales y nacionales) ya que no se cuenta con fuentes oficiales de información sobre esta materia.
En comparación con el año 2013, en 2014 la violencia contra niños, niñas y adolescentes se incrementó en 32 %. Los homicidios en 9 %. Los adolescentes son las principales víctimas (96 %) de los cuales 90 % son varones.
Se vive en la familia. Las diversas formas de violencia se incrementaron en un 90 %, justo en el lugar donde los niños tendrían que sentirse más seguros. En un 80 % los más violentados son quienes tienen menos de 6 años. Los filicidios se incrementaron en un 7 %. En la violencia sexual son las niñas y las adolescentes las más afectadas (80 %).
Está en la escuela. La violencia se incrementó en un 24 % y eso se traduce en robos a los planteles, disturbios, protestas, abusos, heridas por armas de fuego y armas blancas, homicidios.
Que se haga justicia. El asesinato de Kluivert no puede pasar al olvido. Su muerte violenta es una evidencia de las otras muertes de niños y adolescentes que quedan en las sombras producto de la impunidad y el abandono.
El Estado tiene la obligación de garantizar el derecho a la protección y a la vida de todos los niños y adolescentes del país, sin discriminación de ningún tipo. Nos toca como ciudadanos exigir y hacer valer ese derecho para que la protección de nuestros niños y adolescentes, más que un enunciado, sea una realidad.
No se trata solo de identificar el homicida, privarlo de libertad. Es necesario revisar cómo se están cumpliendo las normas que regulan los procedimientos para aplicar el uso proporcional de la fuerza. Un arma que se utilice discrecionalmente o de forma arbitraria es violatoria del derecho humano a la vida de cualquier ciudadano y, especialmente, cuando se trata de adolescentes.
¿Qué significa para la familia de Kluivert haber perdido a su hijo?, ¿qué puede aliviar ese profundo dolor? Seguramente era un adolescente con sueños y planes, y cuando menos lo esperaba, un funcionario, que tendría que resguardar y proteger su seguridad y su vida, le dispara a la cara y lo mata con saña.
La noticia comenzó a circular por las redes sociales con comentarios cargados con frases de indignación, rechazo; pero también, en algunos casos, de sarcasmo, ironía teñida políticamente. Un suceso como este tiene que hacernos reflexionar y reaccionar. No es justo que tengamos que vivir en una realidad en la que la vida de nuestros niños y adolescentes penda de un hilo.
PARA REFLEXIONAR Y REACCIONAR
Un día después del asesinato de Kluivert, Cecodap, organización venezolana de derechos humanos de la niñez y adolescencia, presentó su balance anual sobre el impacto de las diferentes formas de violencia contra y entre los niños, niñas y adolescentes.
Se analizó un total de 5 456 de casos publicados en 43 periódicos (regionales y nacionales) ya que no se cuenta con fuentes oficiales de información sobre esta materia.
En comparación con el año 2013, en 2014 la violencia contra niños, niñas y adolescentes se incrementó en 32 %. Los homicidios en 9 %. Los adolescentes son las principales víctimas (96 %) de los cuales 90 % son varones.
Se vive en la familia. Las diversas formas de violencia se incrementaron en un 90 %, justo en el lugar donde los niños tendrían que sentirse más seguros. En un 80 % los más violentados son quienes tienen menos de 6 años. Los filicidios se incrementaron en un 7 %. En la violencia sexual son las niñas y las adolescentes las más afectadas (80 %).
Está en la escuela. La violencia se incrementó en un 24 % y eso se traduce en robos a los planteles, disturbios, protestas, abusos, heridas por armas de fuego y armas blancas, homicidios.
Que se haga justicia. El asesinato de Kluivert no puede pasar al olvido. Su muerte violenta es una evidencia de las otras muertes de niños y adolescentes que quedan en las sombras producto de la impunidad y el abandono.
El Estado tiene la obligación de garantizar el derecho a la protección y a la vida de todos los niños y adolescentes del país, sin discriminación de ningún tipo. Nos toca como ciudadanos exigir y hacer valer ese derecho para que la protección de nuestros niños y adolescentes, más que un enunciado, sea una realidad.
No se trata solo de identificar el homicida, privarlo de libertad. Es necesario revisar cómo se están cumpliendo las normas que regulan los procedimientos para aplicar el uso proporcional de la fuerza. Un arma que se utilice discrecionalmente o de forma arbitraria es violatoria del derecho humano a la vida de cualquier ciudadano y, especialmente, cuando se trata de adolescentes.
Seguimos Creciendo juntos.
Leer mas en: http://www.revistadominical.com.ve/noticias/firmas/-y-el-derecho-a-la-vida-.aspx#ixzz3UYpzX2rg
No hay comentarios:
Publicar un comentario