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jueves, 19 de agosto de 2021

RETANDO LA MUERTE


Óscar Misle

Recientemente fue noticia la trágica muerte de una adolescente (16 años) a causa de un disparo que se propinó durante el macabro juego “La Ruleta Rusa”. El hecho ocurrió en su residencia ubicada en el sector El Tierral, Turmero (Aragua).

La adolescente invitó a unos amigos para participar en un reto mortal. Ingresaron a una habitación y sacó un revólver que según ella estaba descargado, le dijo al grupo que ella misma comenzaría el juego. Accionó el arma en su cabeza, situación que le causó la muerte de manera instantánea.

Desde Cecodap  cada vez que sucede un hecho de este tipo nos damos a la tarea de corroborar si la noticia que circula es real. Las redes sociales juegan un papel clave para que nos enteremos de lo que sucede; pero ¿cuántos otros casos existen?

Retar a la muerte

Hace cerca de 3 años se viralizó el “juego” del estrangulamiento al que es sometido el niño o adolescente por otro compañero, usando varios métodos, que impiden la respiración por lo que el oxígeno no llega al cerebro y se produce el desmayo. De ahí viene el nombre de “chooking game” en inglés,  “juego de la asfixia”, entre otras denominaciones dado que se ha practicado en diferentes países.

Otro caso más reciente consistió en propiciar con una zancadilla la caída abrupta de espalda una práctica que puede producir importantes lesiones en la columna, cráneo, traumatismos  que pudieran ocasionar  una discapacidad e inclusive la muerte 

Existen numerosos llamados en internet  sobre estos retos peligrosos e invitan a los padres a mantenerse al tanto del juego en los que sus hijos participan.

 

 

Juegan a la muerte porque no les divierte la vida

Sabemos que la adolescencia es un período caracterizado por retar al adulto, a las normas, pensar que lo malo “le sucede a otros y no a mí”. No todos los adolescentes se someten a ese tipo de prácticas. Juega un papel muy importante aquellos que le dan mucho peso a la presión del grupo, que no pueden decir que no; quienes tienen un perfil de transgredir la norma, de “caminar sobre el filo de la cornisa”

Los principales aliados de estos juegos son la curiosidad, el aburrimiento  la soledad, los vacíos afectivos y buscan en las tecnologías oportunidades para descubrir y poner en práctica esos “juegos”. Existen tutoriales que enseñan las técnicas y estrategias más efectivas para  lograr los resultados esperados, aunque lo que se ponga en vilo es la vida y la integridad personal. 

¿Qué hacer?

Hablar del tema: Algunos adultos piensan que es mejor no hablar sobre este  tipo de “juego” pues es una forma de “darle ideas a los muchachos” y difundirlo. Es necesario hablar con los hijos y estudiantes para que entiendan los peligros de este tipo de “retos”. Las familias  pueden analizar la notica junto a los niños y adolescentes  para reflexionar y orientar.

No convertirse en difusores de los videos No es cuestión de alarmarse y convertirse en reproductor automático de los videos que se hacen virales, sino tener claro qué haremos con ese contenido. 

La viralidad de la información pude ser un arma de doble filo, por un lado pone sobre la mesa temas de los que no se haba, se dan a conocer  a la opinión pública y surge el interés de indagar ¿qué pasó? ¿por qué?, ¿dónde?, ¿cómo?, ¿quiénes?... El problema  es que en la reacción pública afloran los prejuicios y lo más oscuro para generalizar, estigmatizar,   hacer juicios infundados… Las redes sociales pueden jugar un rol muy importante siendo constructivas  o muy destructivas.

Ponen a la vista y  dominio de muchos lo que en privado pasa en las escuelas y familias. Las tecnologías posibilitan captar con un video escenas que son colgadas y se hacen virales. Se sobreexponen imágenes de los estudiantes involucrados que pueden ser víctimas de bullying y otras  formas de violencia. 

No podemos dejar de lado el contexto país en el que la violencia se ha naturalizado y que priva a los adolescentes de incentivos y oportunidades constituyendo un “caldo de cultivo” para este tipo de prácticas.

Es importante que sepan que los  adolescentes mayores de 14 años tienen responsabilidad penal por los daños que puedan causar.

Son realidades que requieren un abordaje formativo oportuno y responsable por parte de las comunidades educativas, con participación de las familias y los estudiantes. No hay que esperar que suceda una desgracia para reaccionar.

La violencia no es un juego

Es importante dejar claro que ese tipo de prácticas violentas no pueden ser consideradas juegos. Son acciones que ponen en riesgo la integridad física y la vida. La educación emocional es clave.

Debe iniciarse desde el preescolar para que el niño  vaya adquiriendo habilidades  emocionales para  desarrollar el respeto al otro, la empatía, la compasión, el fortalecimiento de su autoconcepto. De esta forma formaremos adolescentes más conscientes de sus estados emocionales, podrán decir “NO” frente a las presiones grupales, especialmente en aquellos juegos  o practicas violentas que ponen en peligro la integridad física y la vida personal y la de otros.

Hasta la próxima resonancia 

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