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martes, 26 de mayo de 2020

JUEGOS PELIGROSOS


Óscar Misle
Juegan a la muerte
porque no le divierte la vida

“Profesor, ¿vio el video? ahora nos viene ese bendito jueguito en el que pueden dejar lisiado a un muchacho. ¡Imagínese! se alinean tres estudiantes y los dos de los extremos, al mismo tiempo le hacen una zancadilla al del centro  derrumbándolo para que caiga  de plano  sobre su espalda”.   

Fue el comentario que hizo una mamá al salir de una de las actividades de Cecodap. El video lo subieron a las redes y comenzó a circular generando diversas reacciones crispando los nervios de familias y docentes que trabajan con adolescentes.

Desde Cecodap  cada vez que sucede un hecho de este tipo nos damos a la tarea de corroborar si el video que circula es actual y si corresponde realmente  al centro educativo al que se hace referencia.

Las redes sociales juegan un papel clave para que nos enteremos de lo que sucede; pero cuántos otros casos existen. Es determinante informarse para actuar adecuadamente.

Retar la muerte
Hace un año se viralizó el del estrangulamiento al que es sometido el niño o adolescente por otro compañero, usando varios métodos, que impiden la respiración por lo que el oxígeno no llega al cerebro y se produce el desmayo. De ahí viene el nombre de “chooking game” en inglés,  “juego de la asfixia”, entre otras denominaciones dado que se ha practicado en diferentes países.

¿Por qué lo realizan?
En el caso del más reciente el propiciar con una zancadilla la caída abrupta de espalda puede producir importantes lesiones en la columna, cráneo, traumatismos  que pudieran ocasionar  una discapacidad e inclusive la muerte .
Existen numerosos llamados en internet  sobre estos retos peligrosos e invitan a los padres a mantenerse al tanto del juego en los que sus hijos participan.
Sabemos que la adolescencia es un período caracterizado por retar al adulto, las normas, pensar que lo malo “le sucede a otros y no a mí” No todos los adolescentes se someten a ese tipo de prácticas. Juega un papel muy importante aquellos que le dan mucho peso a la presión del grupo, que no pueden decir que no; quienes tienen un perfil de transgredir la norma, de “caminar sobre el filo de la cornisa”
Recordemos  que los adolescentes  se conectan a internet para informarse,  relacionarse y recrearse… La pregunta es ¿con quién se relacionan? ¿sobre qué se informan? y ¿con qué se recrean?
Los principales aliados de estos juegos son la curiosidad, el aburrimiento  la soledad, los vacíos afectivos y buscan en las tecnologías oportunidades para descubrir y poner en práctica esos “juegos”. Existen tutoriales que enseñan las técnicas y estrategias más efectivas para  lograr los resultados esperados, aunque lo que se ponga en vilo es la vida y la integridad personal. 

¿Qué hacer?

Hablar del tema: Algunos adultos piensan que es mejor no hablar sobre este  tipo de “juego” pues es una forma de “darle ideas a los muchachos” y difundirlo. Es necesario hablar con los hijos y estudiantes para que entiendan los peligros de este tipo de “juegos”… Las familias  pueden ver el video junto a los niños y adolescentes  para reflexionar y orientar.

No convertirnos en difusores de los videos No es cuestión de alarmarse y hacerse reproductor automático de los videos que se hicieron virales, sino tener claro qué haremos con ese contenido.  La viralidad de la información pude ser un arma de doble filo, por un lado pone sobre la mesa temas de los que no se haba, se dan a conocer  a la opinión pública y surge el interés de indagar ¿qué pasó pasó?. ¿por qué?,¿dónde?, ¿cómo?, ¿quiénes?... El problema  es que en la reacción pública afloran los prejuicios y lo más oscuro para generalizar, estigmatizar,   hacer juicios infundados… Las redes sociales pueden jugar un rol muy importante siendo constructivas  o muy destructivas.
Ponen a la vista y  dominio de muchos lo que en privado pasa en las escuelas y familias. Las tecnologías posibilitan captar con un video escenas que son colgadas y se hacen virales. Se sobreexponen imágenes de los estudiantes involucrados que pueden ser víctimas de bullying y otras  formas de violencia.
 
   No podemos dejar de lado el contexto país en el que la violencia se ha naturalizado y que priva a los adolescentes de incentivos y oportunidades constituyendo un “caldo de cultivo” para este tipo de prácticas.
Es importante que sepan que los  adolescentes mayores de 14 años tienen responsabilidad penal por los daños que pueda causar.
Son realidades que requieren un abordaje formativo oportuno y responsable por parte de las comunidades educativas, con participación de las familias y los estudiantes. No hay que esperar que suceda una desgracia para reaccionar.
Es importante dejar claro que ese tipo de prácticas violentas no pueden ser consideradas juegos. Son acciones que ponen en riesgo la integridad física y la vida. La educación emocional es clave. Debe iniciarse desde el preescolar para que el niño  vaya adquiriendo habilidades  emocionales para  desarrollar el respeto al otro, la empatía, la compasión, el fortalecimiento de su autoconcepto. 
De esta forma formaremos adolescentes más conscientes de sus estados emocionales, podrán decir no frente a las presiones grupales, especialmente en aquellos juegos  o practicas violentas que ponen en peligro la integridad física y la vida personal y la de otros.
Son realidades que requieren un abordaje formativo oportuno y responsable por parte de las comunidades educativas, con participación de las familias y los estudiantes. No hay que esperar que suceda una desgracia para reaccionar

Hasta la próxima resonancia 

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