Óscar Misle
Mariana (6años) se ve en apuros cada vez que se encuentran con algún conocido de su mamá,
desconocido para ella, porque le pide que lo salude con un beso y un abrazo. Se
niega a hacerlo, su mamá de molesta porque
lo ve como una malcriadez.
Esta situación se
da con mucha frecuencia. Ciertamente a
los niños hay que formarlos para que
aprendan pautas de cortesía como dar las gracias, pedir disculpas, permiso,
saludar, despedirse… Lo irán aprendiendo poco a poco, dependerá de cada niño, a
los más tímidos puede que le cueste más.
Si tienen el ejemplo de los adultos significativos puede que lo vean y lo repitan con espontaneidad.
Lo que si no es conveniente es reclamarle públicamente
que lo hagan. Le generará tensión y
malestar sentirse obligados a hacer algo
que no quieren. Se pueden sentir molestos y culpables de no complacer a mamá o
papá y ponerse hostiles haciendo más complicada la situación.
Sabemos que en
los casos de abuso sexual los abusadores
suelen ser, en más de un 80% de los casos, personas cercanas al niño. Se valen
de la cercanía afectiva para abusar de ellos. Comienzan con besos, abrazos que
se van convirtiendo en caricias sexuales a las que el niño no puede decir “No”,
porque aprendió que está mal rechazar las
exigencias de los adultos.
¿Agradar siempre a los demás?
El niño crece
con la creencia que debe agradar a los demás, y para ello decir siempre “Si” a las solicitudes de
sus familias, maestros, amigos… expectativas
que traen como consecuencia no poder
desarrollar su autonomía, tener un criterio propio, capacidad de disentir, pocas
habilidades para exponer sus puntos de vista, sentirse culpable o en deuda por ser diferentes, pensar distinto
.
Desde muy pequeños aprendemos si es válido o no decir “No” sin sentirnos culpables.
Confieso que en lo personal es una asignatura pendiente, debo hacer el trabajo día a día cuando llegan las
solicitudes, familiares, de trabajo, sociales
y lo primero que sale de mi boca es un “Si”, en vez de decir no quiero ,
no puedo. En el fondo lo que priva es el
miedo a la desaprobación, el temor al desencanto de quienes esperaban un Sí. Nos
vamos recargando de responsabilidades pasando por encima de nosotros mismos por complacer a los demás.
Decir no de forma respetuosa
No se trata de ser grosero, insensible, poco empático
y solidario con los demás, de lo que
se trata es de poder actuar apegados
a lo que sentimos, necesitamos y deseamos de forma equilibrada y abierta
a respetar los “No” de los demás, sin juzgarlos o percibirlos como
desamor, de eso se trata el convivir, aceptando que somos diferentes.
Los niños aprenden que es válido decir “No” cuando
sienten que lo pueden decir y son escuchados y si no están de acuerdo con su No, que le
planteen los argumentos.
Si desde niños crecemos que con la creencia de sentir que a la autoridad no se le puede decir No;
cuando hacen uso de la jerarquía y del poder tendremos ciudadanos dependientes,
sometidos resignados.
Hasta la próxima resonancia
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