Óscar Misle
@oscarmisle
Cada
vez es más común ver en las redes sociales, especialmente en las que se difunden videos y fotografías, niñas
que parecen mini adultas. Su forma
de hablar, vestirse, bailar, caminar no
corresponde a su edad. La
influencia del entorno
especialmente de los influencer se
convierten en referentes que transmiten mensajes y códigos que los niños y
niñas asumen como modelos a seguir por el reconocimiento que se expresa en el
número de seguidores.
Se
va imponiendo desde los primeros años el
cómo luces, como atraer o seducir
físicamente a los seguidores, los valores internos son desplazados por
el hedonismo y la superficialidad.
El
culto al cuerpo al costo que sea
siguiendo estereotipos sexuales hace que la hipersexualización se extienda con velocidad.
En 2001
el informe Bailey define la
hipersexualización infantil como “La sexualización de las expresiones, posturas o códigos de la
vestimenta considerados como demasiado
precoces”
En
este informe se condena el uso de la sexualización de los niños, en especial de
las niñas, como un recurso para
vender determinados productos
que van desde juegos, alimentos, muñecas, ropas, joyas…
Las
niñas pueden llegar a concebirse productos mercadeables al mejor postor.
Especialmente cuando son engañadas ofreciéndoles ingresos por exponer sus
cuerpos.
Los riesgos en las redes
Sabemos
que en las redes existen depredadores. Son pederastas
que se especializan en lo que se ha llamado grooming, que no es otra
cosa que una serie de acciones de un adulto con el objeto de ganarse la confianza de menores de edad,
creando un vínculo emocional para abusar
sexualmente de ellos e inclusive introducirlos en la explotación sexual o
producción de material pornográfico
Estos ciber delincuentes se dedican a identificar
por internet sus víctimas. Es un proceso en el que van cultivando lazos
de amistad con los niños o adolescentes. Los adulan haciendo referencia a lo que exponen, expresando admiración por la belleza,
atributos personales, vestimenta. Van obteniendo información por lo que van recopilando e investigando.
Mientras más expuestos y sexualizados están mayor es el riesgo de
ser utilizados por estos delincuentes.
Su persistencia en el abuso los lleva a
lograr que el niño, niña o adolescente pose desnudo o realice actos de naturaleza sexual.
Otras consecuencias de la
hipersexualización
Tendencia a cultivar solo lo superficial. El valor es solo lo externo, la apariencia, los atractivos
físicos propios y de los otros. Pueden llegar a la no aceptación de sí mismos
por no ser considerados dentro des cánones estéticos impuestos.
Ansiedad crónica por miedo a no
llamar la atención. Pueden llegar a ansiar cirugías para transformar su cuerpo con la
ilusión de ser más atractivas, perder
kilos hasta llegar a sufrir de anorexia o bulimia.
Sacrificar las etapas de su niñez. Se asumen comportamientos precoces que tienen
como objetivo atraer y llamar la atención. No tienen posibilidad de jugar,
recrearse y relacionarse empáticamente con otros niños porque sus códigos y
referentes le generan conflictos.
El síndrome del patito feo. La no aceptación de su imagen y el
querer parecerse a otros de acuerdo a estereotipos impuestos las puede llevar a
convertirse en “el cisne prefabricado” pero seguirán sintiéndose “el patito feo
dentro de un cisne triste” que no se siente feliz consigo misma.
Hasta la próxima resonancia
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