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jueves, 21 de noviembre de 2019

EL DUELO ¿CÓMO SE VIVE EN FAMILIA?





Óscar Misle
@oscarmisle


Camilo tiene 10 años y perdió a su mamá. Un cáncer de mama la afectó de tal forma que solo sobrevivió dos años. A la semana Camilo volvió a la escuela. Su comportamiento era hostil cuando alguien trataba de intimar con él.
Lo remitieron a la orientadora. Cuando tenía a Camilo sentado al frente, le dijo: "Mira hijo, eso que te pasó  a ti también le ha pasado a otros niños. Tu mamá está en el cielo y se siente muy feliz  de saber  que volviste a la escuela".  Imaginemos la cara de Camilo, además de su dolor, rabia, miedo… sentir  la culpa de no querer ir a la escuela y no poder  hacer feliz a su mamá en el cielo.
Los duelos, duelen, surgen cuando se tienen pérdidas humanas o materiales. Se pueden presentar comportamientos diversos que nos  desconciertan. De pronto los niños pueden tornarse hostiles, herméticos o escurridizos o también tristes, apáticos o desmotivados, y cuando les preguntamos qué pasa, contestan: “nada”. No saben o no desean expresar verbalmente sus sentimientos.

¿Qué podemos hacer?
Es importante hablar con ello tomando en cuenta su proceso evolutivo. La muerte forma parte de la vida. En nuestra realidad la muerte es un tema tabú sin embargo está presente en las películas, medios de comunicación, cuentos,  video juegos… sin embargo cuando muere un familiar , un ser querido, una mascota… se activan nuestros miedos, angustias, y preferimos pasar la cortina negra para ocultar lo  que se moviliza detrás del telón.   

Expresarle respeto por el proceso de niño.
Posiblemente Beatriz no pudo o supo empalizar con el sufrimiento de Camilo y lo derivó a la “felicidad del madre en el cielo”. Puede  que su experiencia con la muerte no ha sido elaborada adecuadamente  y es tarea pendiente, no sabemos, sería especular. Seguramente lo que necesitaba Camilo era un  mayor  acercamiento y atención para que a su forma, de acuerdo a su edad y posibilidad expresara su dolor

Apoyarlo para que exprese  sus emociones  Nos cuesta aceptar que por causa de una pérdida los niños se tornen agresivos u hostiles. Esas reacciones son las formas de expresar su rechazo por la pérdida.
Para superar los duelos, hay que vivirlos. Por amor, tendemos a querer “evitarles” o mitigar el dolor. A veces les hacemos regalos y no les permitimos que lloren,  se aíslen, se pongan tristes.
Puede ser un mecanismo de defensa: no  hablamos del tema para no contactar nuestros propios sentimientos. Es válido y necesario  llorar juntos para que vean que también nosotros estamos pasando el  momento difícil y que necesitamos sentirnos acompañados para superarlo.

Hacerle  ver que lo que sucedió no es su culpa. Pueden sentirse culpables porque creen que su comportamiento pudo incidir en la enfermedad del ser querido, en la separación de sus padres o en el conflicto en el que hubo rupturas. Se les debe expresar que no fueron ellos los responsables.
Es necesario estar dispuestos  a escuchar sus dudas, preocupaciones,  temores, fantasías.

Permitir que se sientan incluidos  y consultados, propiciando, sin forzarlos, su presencia y participación  en los rituales  de despedida, funeral, crematorio  

Expresarles que en algunas ocasiones es un alivio lo sucedido. Cuando mueren familiares con enfermedades crónicas, terminales, con profundos padecimientos físicos y psicológicos, ayuda entender que la muerte los liberó de ese sufrimiento. Lo mismo sucede cuando las relaciones de sus padres han sido muy conflictivas, violentas, difíciles, y la separación puede  ser “un mal” necesario.

Buscar apoyo. Si no logran superar alguno de los momentos y mantienen permanentemente la hostilidad, no quieren salir, pierden el apetito, se enferman, es necesario buscar apoyo con personal especializado (psicólogos, psiquiatras, orientadores, psicoterapeutas).

Las personas que se van, ya no están con nosotros, se quedan en nosotros. Las podremos recordar cuando preparamos un determinado plato, cuando visitamos algún lugar, en fechas especiales, no las podemos ver, tocar, oír, oler,  tal como pasa con la brisa; pero ¡Cómo la sentimos!

Hasta la próxima resonancia

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