Óscar Misle
@oscarmisle
Camilo tiene 10 años y perdió a su mamá. Un cáncer de mama la afectó de tal forma que solo
sobrevivió dos años. A la semana Camilo volvió a la escuela. Su comportamiento
era hostil cuando alguien trataba de intimar con él.
Lo remitieron
a la orientadora. Cuando tenía a Camilo sentado al frente, le dijo: "Mira hijo,
eso que te pasó a ti también le ha
pasado a otros niños. Tu mamá está en el cielo y se siente muy feliz de saber
que volviste a la escuela".
Imaginemos la cara de Camilo, además de su dolor, rabia, miedo… sentir la culpa de no querer ir a la escuela y no
poder hacer feliz a su mamá en el cielo.
Los duelos, duelen, surgen cuando se tienen pérdidas humanas o
materiales. Se pueden presentar comportamientos diversos que nos
desconciertan. De pronto los niños pueden tornarse hostiles, herméticos o
escurridizos o también tristes, apáticos o desmotivados, y cuando les
preguntamos qué pasa, contestan: “nada”. No saben o no desean expresar
verbalmente sus sentimientos.
¿Qué podemos hacer?
Es importante hablar con ello tomando en cuenta su proceso evolutivo. La
muerte forma parte de la vida. En nuestra realidad la muerte es un tema tabú
sin embargo está presente en las películas, medios de comunicación,
cuentos, video juegos… sin embargo
cuando muere un familiar , un ser querido, una mascota… se activan nuestros
miedos, angustias, y preferimos pasar la cortina negra para ocultar lo que se moviliza detrás del telón.
Expresarle respeto por el proceso de
niño.
Posiblemente Beatriz no pudo o supo empalizar con el sufrimiento de
Camilo y lo derivó a la “felicidad del madre en el cielo”. Puede que su experiencia con la muerte no ha sido
elaborada adecuadamente y es tarea
pendiente, no sabemos, sería especular. Seguramente lo que necesitaba Camilo
era un mayor acercamiento y atención para que a su forma, de
acuerdo a su edad y posibilidad expresara su dolor
Apoyarlo para que exprese sus emociones Nos cuesta aceptar que por causa de una
pérdida los niños se tornen agresivos u hostiles. Esas reacciones son las formas
de expresar su rechazo por la pérdida.
Para superar los duelos, hay que vivirlos. Por amor, tendemos a querer
“evitarles” o mitigar el dolor. A veces les hacemos regalos y no les permitimos
que lloren, se aíslen, se pongan tristes.
Puede ser un mecanismo de defensa: no hablamos del tema para no
contactar nuestros propios sentimientos. Es válido y necesario llorar
juntos para que vean que también nosotros estamos pasando el momento difícil y que necesitamos sentirnos
acompañados para superarlo.
Hacerle ver que lo que sucedió no es su culpa. Pueden sentirse culpables porque creen que su comportamiento pudo
incidir en la enfermedad del ser querido, en la separación de sus padres o en
el conflicto en el que hubo rupturas. Se les debe expresar que no fueron ellos
los responsables.
Es necesario estar dispuestos a
escuchar sus dudas, preocupaciones,
temores, fantasías.
Permitir que se sientan incluidos y consultados, propiciando, sin forzarlos, su presencia y participación en los rituales de despedida, funeral, crematorio
Expresarles que en algunas ocasiones es
un alivio lo sucedido. Cuando mueren familiares con
enfermedades crónicas, terminales, con profundos padecimientos físicos y
psicológicos, ayuda entender que la muerte los liberó de ese sufrimiento. Lo
mismo sucede cuando las relaciones de sus padres han sido muy conflictivas, violentas,
difíciles, y la separación puede ser “un mal” necesario.
Buscar apoyo. Si no logran superar alguno de los momentos y mantienen permanentemente
la hostilidad, no quieren salir, pierden el apetito, se enferman, es necesario
buscar apoyo con personal especializado (psicólogos, psiquiatras, orientadores,
psicoterapeutas).
Las personas que se van, ya no están con nosotros, se quedan en
nosotros. Las podremos recordar cuando preparamos un determinado plato, cuando
visitamos algún lugar, en fechas especiales, no las podemos ver, tocar, oír,
oler, tal como pasa con la brisa; pero ¡Cómo
la sentimos!
Hasta la próxima resonancia
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