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viernes, 25 de enero de 2019

LA DEMOCRACIA EN LA QUE CREO

Venezuela vive en estos momentos una fuerte crisis por la frustración que genera la imposibilidad de contar con los alimentos, medicamentos, transporte, seguridad… sumado a los efectos de una mega inflación que devora los mermados ingresos.

Estamos atravesando una noche oscura, como diría Thomas Moore en su  El libro Las noches oscuras del alma, título que tomó del místico, poeta y hombre de fe, San Juan de la Cruz. En su libro enfatiza que todos hemos pasado por momentos difíciles, personales y sociales en nuestra vida. Tendemos a ver estas noches oscuras como obstáculos que hay que superar rápidamente. Moore nos invita a detenernos para extraer los grandes dones y revelaciones que estos momentos encierran.
Es viajar por la oscuridad para encontrar cuál es el sentido de la vida. Puede sonar etéreo; pero es la noche la que nos permite escuchar las voces silentes del alma y la que no nos permite ver más allá es la luz que encandila los eufemismos, ilusionismos que venden una realidad que responde  a intereses, necesidades, de que quienes  ejercen y ostentan poder.
La sombras de la democracia
Sabemos que la sombra es la alcoba de  la oscuridad   donde la luz  se obstaculiza o esconde. Es ese espacio que nos persigue, detrás de lo  que se presenta lumínico, engañoso por lo que oculta, pero que puede ser  muy revelador si lo afrontamos racionalmente.
La  democracia es  una forma de gobernar  en la que las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes y cuyo objetivo es contar con instituciones orientadas a garantizar y proteger las libertades personales frente a los abusos del poder político o de terceros.
Surge la pregunta: ¿Venezuela con qué sistema  de gobierno cuenta?
La dictadura es una forma de gobernar que niega la oposición, que concentra el poder  y  que controla los cuatro «poderes»: ejecutivo, legislativo, judicial y mediático, pese a que se presenta con la fachada de democrático.
Se  asume como poseedor de la verdad o pensamiento único que se empeña en imponer con mecanismos de manipulación, chantaje, condicionamientos. Su principal aliada es la demagogia. Una estrategia que utiliza para conseguir el poder político y social. Se vale  de las creencias, prejuicios, miedos y desesperanza de sus seguidores para generar dependencia y apoyo popular. Utiliza la verborrea, la desinformación, los eufemismos con  palabras que esconden, maquillan o barnizan lo que en el fondo se quiere imponer.  Utiliza la propaganda, victimización, amenazas y condicionamientos para intimidar y coartar libertades.
La democracia en la  que creo
La que se aprende en la casa. Cuando permitimos a nuestros hijos desde sus primeros años opinar, tomar decisiones, equivocarse y aprender de los errores, a ser críticos y decir no  cuando estén en desacuerdo, a asociarse, exigir sus derechos y cumplir con sus responsabilidades.
La que se expresa en las aulas. Cuando los estudiantes pueden participar,  crear,  proponer, decidir, cuestionar, sentirse escuchados y que puedan  asumir las consecuencias de sus actos, con posibilidades para poner en práctica la empatía, la compasión, la solidaridad. Una educación en la que los valores se reconozcan y no los envuelva la sombra como: por ejemplo: confundiendo solidaridad con complicidad, respeto con obediencia, tolerancia con resignación, ser pacifico con ser pasivo…
La que vivimos como sociedad. Cuando pasamos de  ser habitantes a ciudadanos, con derecho a elegir, participando en la toma de decisiones, exigiendo y expresándonos sin temor a que se ponga en riesgo la libertad y la integridad, asociándonos para protestar pacíficamente. No permitiendo que nuestra dignidad deba negociarse o se carnetice con los grillos del populismo que somete emocionalmente imponiendo lealtades proselitistas e incuestionables a cambio de condicionados beneficios.
La justicia como norte. Con instituciones que garanticen los derechos, con mecanismos eficientes y suficientes para evitar la impunidad, la corrupción, la discriminación en sus distintas formas, xenofobia, homofobia, racismo.
La que nos haga reaccionar para que el 23 de enero de 1958 no sea una fecha más en el recuerdo de una reacción cívico-militar en que se derrocó la dictadura, sino un llamado a que nos interpele examinando: ¿Cuál es la democracia en la que creo y estoy dispuesto a defender?
Hasta la próxima resonancia

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