Óscar Misle
@oscarmisle
Caraota Digital
“Me enamore de Jorge porque era difícil, no mostraba sus sentimientos y eso lo hacía interesante para mí. Era un reto llegar a su corazón, era como escalar una gran montaña. Cuando logramos establecer la relación comencé a sentirme invisible, aunque dice que me quiere no me lo demuestra. Hago lo que sea para que me tome en cuenta pero su actitud, indiferencia… me hace sentir “pintada en la pared” ¿Por qué sigo con él?
Decidí buscar ayuda profesional con un terapeuta y descubrí que me atraen los tipos que tienen esta forma de ser. Los que son comunicativos, amorosos, sensibles terminan aburriéndome, también le pasa a mis amigas”
Este relato pudiera ser parte del viejo juego de quien se hace el difícil, muy común en seductores de oficio, para mostrarse inaccesibles, y utilizan el látigo de la indiferencia para hacerse más atractivos. Es una situación más compleja de lo que imaginamos. Pudiera ser el resultado de una relación en la que el amor se agotó y no se quiere reconocer y aceptar
Puede ser que el seductor siembre la duda o la incertidumbre para no mostrar quién es, qué siente, qué le preocupa o realmente desea. Generalmente son vulnerables emocionalmente y necesitan colocarse su condón emocional, tan adherido, que llega a convertirse en una segunda piel. Los protege del compromiso, de la entrega, de la intimidad…
Logran sentir placer con la curiosidad que despierta su misterio, lo que esconden, lo no dicho, lo que muestran a medias, para crear la sensación de que será o no será. Sus medias verdades a veces son sentidas como confesiones que muy pronto son mentiras que son envueltas por el látex el terror de entregarse al amor.
La pregunta es: ¿Por qué este tipo de personaje atrae?, ¿Por qué produce esa fascinación ciega, que aunque hace sentir invisible, ignorado? Se mantiene la esperanza de pensar que algún día cambiará y se comprometerá con la relación.
La respuesta puede sonar muy dura, pero ser que ese ser inaccesible puede colocarnos en una situación cómoda, en la que nos conviene amar a un imposible quien, seguramente, resuena con la propia discapacidad emocional. Atrae y estimula el deseo de llegar a ese “misterio” y conquistar su corazón, aun sabiendo que haga lo que haga, diga lo que diga , no lo lograra .
Lo cierto es que se “ama” a alguien que no asumirá el compromiso, ni logrará la intimidad, pero que crea fantasías que responden a necesidades y vacíos, seguramente aderezadas por vivencias, que no quiero o no puedo recordar y afrontar, porque involucran seres queridos, que en los primeros años de vida, fueron siempre inaccesibles y nos hicieron sentir invisibles. Estas relaciones nos ponen a buscar afuera lo que no nos atrevemos a escudriñar tras el condón emocional. Suele ser muy doloroso y difícil reconocer aceptar el trabajo personal que toca realizar.
En el relato con el que inicio este artículo es de una pareja de una adolescente (16 años) y un joven (20 años). Situación que también suele darse entre personas de más edad.
Hasta la próxima resonancia
“Me enamore de Jorge porque era difícil, no mostraba sus sentimientos y eso lo hacía interesante para mí. Era un reto llegar a su corazón, era como escalar una gran montaña. Cuando logramos establecer la relación comencé a sentirme invisible, aunque dice que me quiere no me lo demuestra. Hago lo que sea para que me tome en cuenta pero su actitud, indiferencia… me hace sentir “pintada en la pared” ¿Por qué sigo con él?
No hay comentarios:
Publicar un comentario