Óscar Misle
@oscarmisle
En mi Libro Heridas que muerden, heridas que florecen, Editorial Planeta, abordo el tema de la violencia y utilizo la imagen de las “heridas que muerden”. En los talleres y encuentros con niños y adolescentes, cuando se crea un clima de cercanía e intimidad, comienzan con mucho dolor, y también rabia, a expresar la forma en que los castigan física o psicológicamente. Se evidencia la impotencia de no poder contarle a nadie lo que sienten.
Si lo hacen le darán la razón al padre o a la madre. Le darán la razón porque “Lo hicieron por su bien”. Los mismos especialistas de salud mental dirán: “los padres hacen lo que pueden con lo que tienen” y es cierto; pero también es verdad que el daño causado deja heridas internas o externas que hay que transformar, porque duelen y si no se atienden se infectarán emocionalmente y morderán con serias consecuencias personales y sociales. Para Alice Miller este es el origen de la violencia social.
En su libro “El drama del niño dotado” señala que la experiencia enseña que, en la lucha contra las enfermedades psíquicas, únicamente disponemos, a la larga, de una sola herramienta y es encontrar emocionalmente la verdad de la historia única y singular de nuestra infancia.
Miller se desencantó de su propia profesión, el psicoanálisis , después de muchos años de practicarlo. Criticó con fuerza la teoría psicoanalítica de las pulsiones , porque según su opinión, hacía ver que las experiencias traumáticas de los niños eran comprendidas como fantasías infantiles. De esta forma se enmascaraba o negaba la realidad del abuso y del maltrato infantil.
Basándose en la psicohistoria , analizó a Virginia Woolf, Kafka , Nietzsche, Hitler… encontrando relación entre los traumas de su niñez y como esas heridas impactaron las decisiones de sus vidas. Según ella todos los casos de enfermedad mental , crimen, caer en sectas , radicalismos y fanatismos, están marcados por traumas infantiles. Su posición apunta a todas las formas de abuso infantil, incluyendo las comúnmente aceptadas como las nalgadas a los hijos
Para Miller el “No toques a los padres es la ley suprema” de nuestra cultura, aseverando que los psiquiatras, psicoanalistas y psicólogos clínicos tienen un miedo inconsciente de culpar a los padres de los trastornos mentales de sus pacientes. Considera que muchos de los profesionales de salud mental también fueron heridos por castigos físicos y humillaciones en sus propias infancias.
Criticó el consejo de los psicoterapeutas a sus pacientes de perdonar a sus padres abusivos. Para ella, eso sólo impide el camino a la recuperación: recordar y sentir el dolor de nuestra niñez. El perdón no resuelve el odio sino que lo encubre de manera muy peligrosa en el adulto ya crecido: produciendo el desplazamiento hacia chivos expiatorios.
La violencia se aprende desde los primeros años. Si los niños sienten que quienes tendrían que protegerlos le pegan “porque los quieren” por qué no utilizar la violencia para resolver conflictos, defender ideas… agrediendo a quienes no piensan como ellos o son diferentes.
Hasta la próxima resonancia
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