Óscar Misle
@oscarmisle
Muchas familias tienen dificultades para conciliar la vida laboral y
familiar. Deben recurrir a los abuelos y abuelas para
que los apoyen con la atención y crianza de los nietos.
Es cada vez mayor el
número de abuelos a quienes les dejan los nietos porque los hijos salieron del país. Lo hacen buscando
condiciones que posibiliten llevarse a
los hijos cuando sea económicamente posible.
Cuando se desplaza la atención
de los niños a los abuelos pueden surgir
conflictos por desautorizaciones o lucha
de poder. No se establecen acuerdos claros en las pautas de crianza o
puede que se establezcan pero se
dificulta el cumplimiento por la distancia o por no contar con tiempo
y espacio para la comunicación
El hecho es que les
toca cumplir un rol importante en la
crianza de los nietos, sin contar a veces
con el apoyo y justo reconocimiento de su esfuerzo y son evaluados injustamente. Ciertamente muchas veces caen
en extremos, son "consentidores" o a veces muy estrictos. Pueden
repetir la receta rigurosa que utilizaron para criar o pueden ser más flexibles porque se dan cuenta que en
muchos momentos “se les pasó la mano”.
Los celos de los hijos
al sentirse desplazados porque los nietos ocupan toda la atención forma
parte de la compleja realidad de la crianza compartida.
Son incomprendidos
"Es que mi abuela
no me para, se le olvida todo". "Es una manipuladora, hoy amanece
bien y mañana se queja de que le duelen los huesos". "Parece que no
oyera hay que gritarle para que nos atienda" "Repite y repite las
cosas, es un fastidio"… No saben que los abuelos, por su condición, tienen
desgaste físico, psicológico, cambios emocionales.
No en pocos casos,
cuando hay una reunión en la escuela, son las abuelas las que asisten; pero las
decisiones finales las toman el papá y la mamá porque son los “jefes de familia”;
sin embargo por sus ocupaciones laborales y sociales desconocen muchas veces cuáles son las
situaciones emocionales que atraviesan sus hijos.
Los abuelos no cuentan
con un proceso de formación que les permita revisar y renovar sus pautas de
crianza como por ejemplo contar con herramientas para educar sin agredir. Es necesario revisar las convocatorias a las iniciativas escolares de formación familiar. Puede suceder que la atención se focalice en la madre o el padre y se excluye a
abuelas y abuelos.
Soledad desolada
A los abuelos también les toca despedir a sus hijos y nietos y deben
vivir sus duelos en silencio. La soledad se vuelve desolada por la
incomunicación y la falta de contacto
emocional. Las tecnologías ayudan pero no son suficientes.
A los abuelos les toca quedarse en un país que no los considera prioridad. Cuando logran
tener la pensión no le alcanza ni para
las medicinas. No logran contar con
medicamentos esenciales para las dolencias propias de la edad. Su
alimentación se ve seriamente afectada
por la mala calidad y poca cantidad. No comen lo que requieren sino lo que hay.
Pierden peso, su masa muscular se desgasta
afectando la movilidad, su sistema inmunológico se debilita y son recurrentes
las infecciones.
Cuando se enferman y la discapacidad llega a sus vidas es difícil contar
con enfermeras o personal de apoyo. El mermado presupuesto familiar no lo
permite.
A algunas familias no les queda otra que internarlos en una casa hogar.
No es para nadie un secreto las precarias condiciones que ofrecen estas instituciones
que también están fuertemente golpeadas por la crisis.
¿Y los que se tienen que ir?
Hay abuelos que se resisten a dejar su país, su casa, sus afectos,
referentes emocionales. Incluye a los inmigrantes que llegaron muy jóvenes. “Me
duele sentir que a mis 85 años esté
viviendo las mismas condiciones por las que tuve que abandonar mi tierra” fue
la expresión, con lágrimas en los ojos
de un abuelo que está procesando su regreso al país de origen.
También están los abuelos que viajan al reencuentro con sus familiares. Para
ellos la situación es diferente. Tienen
el aliciente de reunirse con sus seres
queridos.
Es necesario comprenderlos. Todos vamos para allá. Solo la empatía nos
permite ser justos y respetuosos de su proceso. Necesitan de nuestras palabras
afectivas, abrazos, apoyo para darle sentido a
su vida
Edad de oro
Para Bernardo Javalquinto en otras sociedades
cuando un barco se hunde tiran al mar a todas las personas y salvan a los
ancianos, porque ellos guardan el conocimiento, la sabiduría. En la nuestra
salvan a las mujeres y los niños. En las culturas milenarias de oriente las
personas de la tercera edad son valoradas por su grandiosa sabiduría acumulada
durante muchos años. Los jóvenes recurren a ellos para pedir consejos y para
aprender los valores y las claves de la felicidad. Nuestros abuelos existen y
merecen respeto pero la meta principal es hacer la vida de los adultos mayores
más digna, fácil y mejor, ayudándolos en
tantas áreas como sea posible. Es una tarea pendiente del estado que no acepta
justificaciones y mucho menos migajasHasta la próxima resonancia
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