Óscar Misle
@oscarmisle
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Mientras escribo este artículo un nudo en la garganta impide que me pueda tragar el dolor que me produce la partida al exterior de Daniel, un sobrino muy querido a quien quiero como un hijo.
Estudiaba en la Universidad Central de Venezuela Ingeniería Civil. Deja sus estudios a la mitad. ¿Por qué se va? Por los motivos por los que los jóvenes salen del país. La lista es larga pero básicamente tiene que ver con el acelerado deterioro que aplasta la posibilidad de realización personal, profesional y la vivencia de la ciudadanía en condiciones dignas.
¿A dónde se va? Destino Colombia. ¿Haciendo qué? Lo que salga con tal de tener recursos que le permita satisfacer necesidades básicas con la esperanza de tener una mejor condición de vida.
¿Se va solo? Se va con su novia de 20 años. Siente que no puede seguir sufriendo tantas carencias a los 25 años.
¿Cómo se va? Un periplo de horas interminables de viaje por tierra, alcabalas, con todos los riesgos que eso significa y con muy poco dinero.
Nos estamos quedando solos
En diciembre, en un reencuentro familiar, nos reunimos en la casa de un primo. Recurrentemente la reunión era secuestrada por las quejas por el alto costo de la vida. Como acordamos hacer la reunión con contribución, cada quien llevó lo que pudo o encontró. Con chistes sarcásticos comentábamos los altos costos. En el momento de la foto nos percatamos que no llegábamos a 20. Los hijos, sobrinos, nietos estaban fuera del país.
Con nostalgia mostrábamos en nuestros celulares las fotos de quienes están fuera. Cada quien con su teléfono colocaba mensajes de voz, videos, frases por WhatsApp, y lo que los teléfonos de cada quien posibilitaban. Nos daba la sensación de estar cerca a pesar de los miles de kilómetros que nos separaban.
Cada vez es más frecuente conocer la decisión de familiares, amigos y conocidos que decidieron irse del país. Muchos fueron víctimas de situaciones de violencia, secuestros, reiterados robos u homicidio de algún familiar cercano.
Deben preparar su equipaje con dolor, rabia y frustración al sentir que no les quedó otra que abandonar el país para buscar mayor seguridad en todos los sentidos. A los niños y adolescentes les toca asumir la decisión de sus padres y deben despedirse de sus seres significativos para aventurarse a vivir en un país desconocido.
Emigrar con los hijos
Supone retos importantes para el grupo familiar. El cambio de escuela, la despedida de la familia y los amigos suele ser una experiencia muy estresante para un niño o adolescente. Deben asumir una decisión que tomaron otros.
La adaptación intercultural es un proceso, cada persona lo asume de manera diferente. Los padres deben estar atentos a las señales que puedan dar sus hijos, a los altibajos emocionales que presenten, sobre todo los adolescentes. En momentos pueden tornarse hostiles, reservados, en otros eufóricos por las nuevas vivencias.
Cuando comienzan las preguntas. Es mejor decir la verdad. El cambio puede ser positivo y necesario para la familia pero no se debe sobredimensionar, reconocer que no será fácil; pero juntos se podrán superar los momentos difíciles.
Escuchar las preocupaciones y miedos. Si el niño no es muy expresivo, hay que intentar hacer preguntas para que poco a poco explique los motivos de su estrés, sus dudas e inquietudes. Es necesario asumir que se vivirá un duelo. Un proceso con cambios emocionales mientras se da la adaptación y aceptación. En la medida de lo posible transmitirle seguridad y confianza. No hacerle promesas de que el retorno será pronto si no se tiene previsto que así sea; pero si se puede hacerles ver que esa puerta queda abierta y que las cosas pueden cambiar.
Llevar objetos que sean significativos para el niño: algunos juguetes, libros, ropa. Puede ser interesante elaborar un álbum de fotografías, dibujos, palabras afectivas escritas por miembros de la familia, los amigos y los maestros, recortes de trabajos de la escuela, etc.
Las tecnologías facilitan el contacto con los familiares y amigos. Siempre se podrán organizar videoconferencias para que los niños hablen con sus amigos más cercanos o con sus seres queridos.
Hasta la próxima resonancia
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