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lunes, 9 de abril de 2018

EL MAESTRO QUE NO SE OLVIDA


Óscar Misle
@oscarmisle

Nuestros estudiantes se están quedan huérfanos de maestros. La diáspora de educadores de los centros educativos en busca de oportunidades,  dentro y fuera del país, es cada vez mayor. Pero están los que permanecen pese a las circunstancias. Son los héroes y heroínas que madrugan, toman el precario transporte colectivo, hacen lo imposible para estirar lo poco que ganan, mantienen una familia, pierden peso por su precaria alimentación,  con una carga emocional que no los hace claudicar y siguen allí aprendiendo,  de forma creativa, a surfear  la adversidad.

Ashoka Venezuela, organización de Desarrollo Social Internacional y Ágora Venezuela, Asociación Civil que promueve una cultura de  agentes de Cambio,    realizaron la 2da edición del  Concurso  Cartas a  Mi Maestro Inspirador con dos categorías, docentes de primaria y bachillerato y Jóvenes entre 12 y 20 años.

En la categoría de Jóvenes, Rossana Arcia (12 años) quedó seleccionada  como ganadora con el 1er lugar, categoría Jóvenes. El anuncio se realizó en un emotivo evento en el que tuve el honor de participar con una conferencia sobre qué significa en estos momentos ser un maestro inspirador. La animación del evento la realizó la destacada periodista Shia Bertoni y el maestro Aquiles Báez acompañado de talentosos músicos  nos deleitaron con su música, humor e ingenio    

La carta expresa el reconocimiento y honra  a su maestra. A continuación el texto para  que Ud. saque sus propias conclusiones:        

¡Ghada, un champú de amor!
Querida Ghada:
Imagina a una niña pequeña, muy sensible, con mucho temor, comenzando apenas el segundo grado, aunque no recuerdo muy bien cómo sucedió. La dulce manera de ser de mi maestra Ghada hizo que poco a poco, en vez de una maestra la considerara una amiga, lo que en aquel entonces necesitaba, pues sentía mucha angustia porque había pasado una dura experiencia con mi maestra anterior; tenía miedo, miedo a que ésta maestra fuera igual, pero muy pronto me di cuenta que no, que era la maestra más dulce y amable que había conocido, un champú de amor, porque cuida, sana, protege, nutre y marca positivamente a los corazones de los niños que llegan a ella.
Imagina a una maestra dulce y amable, a quien las palabras “dulce” y “amable” le queden cortas para describirla, la que te saludará siempre con una gran sonrisa y te dará los buenos días, la que, sin importar nada, te brindará su total comprensión y apoyo incondicional como en aquellos días donde te duele la cabeza o tienes dolor de estómago, o simplemente te sientes triste por cualquier razón; aquella que te consolará con un caluroso abrazo, como en esos días en los que te equivocaste en un examen, se te cayó la merienda al piso o en los que el niño que te gusta ni te miró. Para mí, sin lugar a dudas, esa maestra es Ghada, una persona de piel blanca, cabello rubio, de hermosos y cálidos ojos azules, con los que proyectas mil emociones. Ella y sólo ella merece llevar el título de Maestra Inspiradora.
Recuerdo cómo las otras maestras le decían: - ¡Ay, tú si consientes a esos niños!
Y nunca falta quien comentaba: - ¡Tienes que ponerles DISCIPLINA!, ¡Si no, no te van a respetar, y olvídate de que te aprendan algo!
Pero, al final, ninguna se explicaba cómo los niños salíamos felices y relajados de sus clases, ni de cómo ella terminaba de enseñar todos los contenidos antes que las otras maestras. Otra cosa que recuerdo con especial cariño, eran las “horas libres” que nos daba, aunque sólo fueran unos 20 ó 30 minutos, lo disfrutábamos demasiado.
En mi opinión, todas y cada una de las aulas deberían tener una copia de Ghada, que inspire y motive a sus alumnos, para que así, cada niño que haya pasado por sus manos la recuerde tal y como yo la recordaré a ella: ¡Champú de Amor! Ghada es una maestra que deja su cuerpo y alma en el salón. Gracias por todo lo que me has enseñado, por ayudarme en mis momentos más difíciles, por creer en mí, por hacerme crecer como persona. ¡Qué suerte tuve de tenerte otra vez en quinto grado!
Sabes que 500 palabras se quedan cortas para expresarte todo lo que siento. Gracias, mil gracias por haber sido mi maestra.
Te recordaré siempre y para siempre.
Se despide con amor: Rosanna”
Hasta la próxima resonancia


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