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viernes, 15 de diciembre de 2017

LOS ESTUDIANTES QUE ACOSAN ¿QUÉ HACER?

Óscar Misle
@oscarmisle

“Debo confesar que como  familia  nos costó y dolió mucho aceptar que nuestro hijo  estaba acosando a sus compañeros. No sabíamos en qué nos habíamos equivocado y eso nos generó mucha rabia, culpa y vergüenza.
Nos negamos a aceptarlo porque pensábamos que sus bromas eran “cosas de muchachos” Nos parecía exagerado que las calificaran como  bullying.
Comenzamos a investigar.  Vimos que el estudiante que acosa: 

-         Vive la agresión como algo normal
-         Le es placentero  que le tengan miedo
-         Lo hace a espaldas de las personas que   representan autoridad
-         Selecciona como víctima a los más vulnerables
Hace bromas  chistosas pero crueles
-         Acosar le da estatus y reconocimiento entre sus compañeros
-         Necesita dominar y controlar porque eso le da poder
-         Necesita destacarse, ser alguien reconocido y admirado
-         Le cuesta reconocer y expresar los sentimientos
-    Puede que tenga alguna condición (psicológica, emocional, social) que no puede controlar
-         Molesta a sus mascotas u otros animales

Se nos prendieron las alarmas y buscamos apoyo profesional. Fue un proceso que nos permitió trabajar juntos como familia y como comunidad educativa en el colegio
Nos dimos cuenta de la importancia que tiene:

-         Actuar a tiempo. Si sabemos que nuestros hijos utilizan el acoso como una forma de ganar popularidad, indagar cuáles son las causas que hacen que se diviertan causando malestar en los otros.

-         Evaluar qué pasa en casa. puede ser que utilicemos el chalequeo o las bromas pesadas en nuestros propios hogares. Cuando hacemos burlas por  la apariencia física de otras personas, por ejemplo la contextura, tipo de cabello, su forma de hablar, gustos, intereses, orientación sexual. Aunque aparentemente la persona “acepte” que se metan con ella, en el fondo puede estar reprimiendo sentimientos y emociones que no se atreve a expresar.

-         Asumir nuestra responsabilidad. Cuando nos enteremos de que nuestro hijo está acosando a otros, es importante acudir a las citas. Con frecuencia utilizamos como mecanismo de defensa decir: “En mi casa no es así”. Puede ser que en la familia utilizamos esa forma de relacionarnos cotidianamente y asumimos como natural burlarnos de otros

-         Las medidas deben cumplirse. El desacato, incumplimiento de tratamientos psicológicos, médicos, acuerdos  disciplinarios, no contribuirá a que puedan cambiar su comportamiento, al contrario, estaremos reforzando la posibilidad de continuar haciéndole daño a los demás y a sí mismos.

-         Identificar lo que puede estar encubierto. Si bien es cierto que no todos los niños que han sido agredidos física y psicológicamente se convierten en personas  que disfrutan acosando a otros; pasa que la mayoría de quienes acosan sí han sido víctimas de la violencia en alguna de sus expresiones.
 Es importante identificar si en la familia los conflictos los resolvemos agrediendo física, verbal o psicológicamente (quitando la palabra, ignorando, comparando)

- Garantizar tratamiento oportuno y adecuado. Muchos comportamientos violentos pueden enmascarar problemas de salud mental que requieren ser abordados por especialistas. Es muy difícil asumir que nuestro hijo pueda tener problemas en su salud mental, inclusive psiquiátricos; sin embargo, una intervención a tiempo puede ser una de las mejores pruebas de nuestro amor. El  especialista aporta pautas de abordaje que deben ser implementadas en la familia, pero también en el centro educativo. De nada sirve un diagnóstico, un pronóstico y tratamiento si no da pautas para el abordaje conjunto de la familia y el personal del centro educativo.

- Asumir las consecuencias. Cuando ha ganado poder y reconocimiento agrediendo a otros, debemos actuar. Si no lo hacemos nos convertimos en cómplices, encubriéndolo o evadiendo los daños  que  genera. Es importante que haga consciente que la intimidación, burlas, exclusión, humillación, agresiones físicas, virtuales, son hechos violentos que tienen consecuencias graves en las víctimas. No se puede obviar los casos de adolescentes que han recurrido a autoagresiones, suicidios, homicidios como una salida extrema a situaciones de hostigamiento. Cuando hay daños severos  pueden ser delitos por   los  que  hay  que responder   ante el sistema de responsabilidad penal del adolescente.


Hasta la próxima resonancia.

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