Óscar Misle
@oscarmisle
“Cada vez que a las familias nos citan en la escuela es para reclamarnos o
pedirnos algo. Los horarios los seleccionan pensando en ellos y no en nosotros”
Reclamos como estos no son ajenos a los
centros educativos.
El trabajo con las
familias exige revisar las estrategias utilizadas. Generalmente se le convoca o cita
para reclamar el mal comportamiento de sus
hijos. Escasas veces se les invita
para que compartan sus experiencias y vivencias positivas; sus aciertos en la
crianza. Algo similar pasa con las familias
y los docentes, cuando las familias
se dirigen a los centros educativos es para reclamar y no para
reforzar y felicitar.
Esta lucha de poder dificulta el trabajo en equipo y las tensiones familia escuela se pueden hacer cada vez más intensas y frecuentes.
Se hace mucho énfasis en la necesidad e
importancia del trabajo con la familia con
el objetivo de involucrarlos en el
proceso de enseñanza y formativo de sus hijos. La idea no es sólo involucrarlos en las actividades
formales como reuniones, asambleas, generalmente relacionadas con temas administrativos, sino crear oportunidades que permitan fomentar una relación más cercana.
Convivir no es fácil.
Conformar comunidades educativas, en las que realmente
exista y se respire el espíritu
de comunidad y de apertura para aprender
y aportar suele hacerse cuesta arriba. Nos encontramos con familias secuestradas por las demandas laborales, sin mucho tiempo para asistir a
las actividades escolares. También encontramos docentes resistentes a lidiar con familias que juzguen o critiquen su trabajo y se niegan
a propiciar espacios de encuentro e
intercambio más allá de las formales y obligatorios.
Hace falta tiempo y espacio
A pesar de lo compleja que pueda
tornarse la relación docentes-familia, debemos rescatar los beneficios que esta relación conlleva. Si logramos
involucrar a las familias y propiciar su participación activa los beneficiados
serán los estudiantes y la comunidad educativa en general.
Para comenzar esta tarea las
aulas deben dejar de ser jaulas. Nuestros salones de clases tienen que ser espacios abiertos, no
solo para los estudiantes, sino que abran
las puertas y le den la bienvenida al entorno.
Carteleras
“en familia” Se pueden montar
carteleras con fotos de las familias de los
estudiantes. Un espacio que honre y haga
presente las personas significativas del niño, inclusive se pueden incorporar fotos de mascotas como integrantes del entorno familiar
Actividades
de soporte emocional La situación del país ha
impactado negativamente la salud emocional
de los miembros de la
comunidad educativa. Realizar
encuentros en los que se pueda poner en palabras lo que se siente es importante.
Se puede invitar especialistas que
aporten estrategias para el trabajo emocional, estrés, ansiedad, agotamiento.
Actividades de fortalecimiento familiar. Se pueden realizar actividades artísticas, de cocina, lectura de
cuentos, teatro en las que se
aborden temas relacionados con la
convivencia y los valores que se
necesitan para vivir en paz.
Formación ciudadana y democrática. Se pueden hacer cine foros, conversatorios, grupos de
reflexión, en los que las familias puedan realizar sus aportes profesionales; pero también aportar desde sus vivencias para humanizar la educación y
hacer que lo socio emocional sea
parte del proceso formativo.
Solidaridad
comunitaria. Si
algo se puede rescatar de la crisis es la posibilidad de darle contenido a
valores como cooperación, solidaridad… La situación del país afecta a las
familias para la adquirir alimentos, medicamentos… Las redes de solidaridad
pueden ser una estrategia para apoyar a otros.
Hasta
la próxima resonancia
No hay comentarios:
Publicar un comentario