Fecha: 15-12-2016
Por: Óscar Misle, @oscarmisle
Cuando ocurre un hecho se explotación sexual se considera que son “situaciones aisladas”. En el mejor de casos, se ubica al victimario, se priva de libertad, pero no se prosigue con la investigación. Posiblemente existe una red de explotación sexual que tiene como objetivo captar niños, niñas y adolescentes para su comercialización.
Los explotadores convierten en esclavas a sus víctimas, es muy difícil que pueda escapar de sus garras. Muchas de estas redes convocan a las víctimas, especialmente las adolescentes, en castings para “seleccionar modelos”. Las chicas y chicos atraídos por la idea de conseguir oportunidades que les permitan sentirse reconocidos y obtener dinero, atienden las convocatorias sin saber lo que les espera. Participan en sesiones fotografías posando desnudas, simulando actos sexuales. Material que luego es vendido en moneda extranjera.
Las víctimas, en no pocas ocasiones, las llevan más allá de las fronteras, inclusive a lugares donde no hablan el mismo idioma, con culturas diferentes. Lo que convierte la situación más dramática es la participación de algunas madres en la negociación. Les atrae la posibilidad de conseguir cantidades de dinero que no lograrían por otras vías.
Muchas personas se preguntan por qué llevar a la prostitución a sus hijas y no lo hacen ellas. La respuesta es que saben que sus hijas son “mercancías” más deseables para los clientes que pagan por tener relaciones con niños, niñas y adolescentes. Sin son vírgenes son más cotizadas.
Cuando hay un caso de explotación sexual pasa como cuando aparece un ratón en la casa. Se piensa que es uno y que es el mismo que recorre los rincones; desconociendo que por cada ratón pueden existir diez más haciendo lo suyo.
La explotación sexual se agrava cuando la situación económica es precaria y la sobrevivencia hace que este tipo de delitos se cometan para conseguir los recursos que no se logran por otras vías. Están los casos de las y los adolescentes que engañan a sus padres e incurren en este tipo de prácticas seducidos por la posibilidad de lograr dinero de manera rápida y fácil.
Los niños también son víctimas de explotación sexual; solo que la familia se reserva por temor a que sean juzgados o identificados como homosexuales.
Ciertamente estas redes de explotación logran tener mucho poder y amenazan a sus víctimas generando miedo, dependencia, sumisión, por eso se habla de esclavitud.
Es necesario que desde muy pequeños los niños y niñas conozcan los riesgos que corren cuando un adulto comienza a ofrecerles regalos o dinero por el intercambio sexual. Uno de los riesgos que tienen los niños trabajadores, especialmente los que venden en las calles en las noches, es que adultos explotadores le ofrezcan dinero para comprar su cuerpo.
La explotación sexual es un delito y debe tener consecuencias.
Según el artículo 258 de la LOPNNA quien fomente, dirija o se lucre de la actividad sexual de un niño, niña o adolescente será penado con prisión 5 a 8 años. Si el culpable ejerce sobre la víctima autoridad, responsabilidad de crianza o vigilancia la prisión es de 6 a 10 años. Si las víctimas son niñas o adolescentes mujeres o en la causa concurren víctimas de ambos sexos, actuarán los tribunales especiales previstos en la Ley Orgánica sobre los Derechos de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia conforme al procedimiento establecido.
Es violencia cuando el Estado venezolano desconoce que existe esta realidad en el país. O cuando solo actúa reactivamente cuando se conoce de un caso que se hace público.
Es necesario que la sociedad reaccione exigiendo que las diferentes instancias del sistema nacional de protección cuenten con los programas que permitan prevenir y atender esta problemática.
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