Fecha: 07-04-2016
Por: Óscar Misle, @oscarmisle
Cada vez es más frecuente escuchar en nuestro entorno la decisión - familiares, amigos y conocidos - de irse del país. Muchos fueron víctimas de situaciones de violencia, secuestros, reiterados robos y homicidio de alguien cercano.
Deben preparar su equipaje con dolor, rabia y frustración al sentir que no les quedó otra que abandonar el país para buscar mayor seguridad en todos los sentidos. A los niños y adolescentes les toca asumir la decisión de sus padres y deben despedirse de sus seres significativos para aventurarse a vivir en un país desconocido.
Emigrar con los hijos supone retos importantes para el grupo familiar. El cambio de escuela, la despedida de la familia y los amigos puede ser una experiencia muy estresante para un niño o adolescente. Deben asumir una decisión que no tomaron otros.
La adaptación intercultural es un proceso, cada persona lo asume de manera diferente. Los padres deben estar atentos a las señales que puedan dar sus hijos, a los altibajos emocionales que presenten, sobre todo los adolescentes. En momentos pueden tornarse hostiles, reservados en otros eufóricos por las nuevas vivencias.
Cuando comienzan a hacer preguntas. Es mejor decirles la verdad. Hay que asegurarse de poder sentir que se trata de un cambio que puede ser positivo y necesario para la familia, sin sobredimensionar, haciéndoles ver que no será fácil y que juntos podrán superar los momentos difíciles. En lo posible hay que tratar que sus hábitos no sufran drásticas alteraciones.
Se le pueden mostrar al niño fotos o videos de la nueva ciudad, los atractivos, particularidades, los cambios climáticos y de hábitos que se producen durante las 4 estaciones. Mostrarles ejemplos de las costumbres típicas del lugar, del tipo de comida tradicional que podrán degustar y las costumbres de las personas que conocerán
Conversar sobre el nuevo idioma, si ese es el caso, y lo beneficioso que será para aprenderlo o mejorarlo.
De acuerdo con la personalidad del niño y con las posibilidades de la familia, puede ser conveniente que el niño tome clases del nuevo idioma antes de partir; así se irá familiarizando con la lengua y se evitará que le resulte muy brusco el cambio al llegar al país de destino.
Escuchar las preocupaciones y miedos de los hijos. Si el niño no es muy expresivo, hay que intentar hacer las preguntas para que poco a poco explique los motivos de su estrés, sus dudas e inquietudes.
Es necesario asumir que se vivirá un duelo. Un proceso con cambios emocionales mientras se da la adaptación y aceptación. En la medida de lo posible transmitirle seguridad y confianza.
No hacerle promesas de que el retorno será pronto si no se tiene previsto que así sea; pero si se puede hacerles ver que esa puerta queda abierta y que las cosas pueden cambiar.
Llevar objetos que sean importantes para el niño: juguetes, libros, ropa. Puede ser interesante elaborar con sus padres un álbum de fotografías, dibujos y objetos valiosos, palabras afectivas escritas por miembros de la familia, los amigos y los maestros, recortes de trabajos de la escuela, etc.
Retornar a sus hábitos y rutinas lo antes posible: horarios, rituales familiares, asistencia a la escuela…
Las tecnologías facilitan el contacto con los familiares y amigos. Siempre se podrán organizar videoconferencias para que los niños hablen con sus amigos más cercanos o con sus seres queridos.
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