Todos, en algún momento, hemos tenido hospitalizado a un niño o adolescente cercano. Los hospitales o clínicas son asociados con dolor, enfermedad, muerte, aislamiento… y olvidamos que es responsabilidad compartida entre el Estado, las familias y la sociedad garantizar el ejercicio y disfrute, pleno y efectivo, de sus derechos y garantías para que su estadía en el hospital contemple las medidas necesarias para reestablecer su salud física y emocional.
Cuando se encuentran hospitalizados no solo son un paciente identificado con un número de historia; son una vida llena de expectativas, sueños, ilusiones y esperanzas que amerita una atención integral de salud, oportuna y de la más alta calidad.
Tienen derechos a:
Tienen derechos a:
• Ser hospitalizados solo si el cuidado que requieren no puede ser suministrado en su hogar o mediante un tratamiento ambulatorio.
• Estar informados, de manera apropiada para su edad y nivel de madurez, de su enfermedad y del tratamiento.
• Permanecer junto a sus padres u otro familiar todo el tiempo de la hospitalización. Este acompañamiento tiene el propósito de que se sientan protegidos, seguros en un ambiente de afecto y calor familiar.
• Compartir su hospitalización con otros niños que tengan las mismas necesidades de desarrollo y, salvo en casos de necesidad extrema, no deben hospitalizarse junto con adultos.
• Estar protegidos del dolor y evitarles el estrés, las angustias y preocupaciones innecesarias.
• Tener oportunidad de jugar, recrearse y educarse de acuerdo con su edad y condiciones de salud y posibilidades del centro de salud.
• Permanecer cuidados por personal sensibilizado y capacitado para responder a sus necesidades físicas y emocionales, y las de sus familias.
• Ser tratado con amor y comprensión. Su privacidad debe ser respetada en toda circunstancia.
• Que sus familias estén informadas acerca de la rutina de la hospitalización y tratamiento para que compartan y cooperen en el cuidado de sus hijos.
• Que sus familias sean informadas detalladamente, en caso de participar en ensayos clínicos o pruebas, sobre el procedimiento y, una vez comprendido, deberán autorizarlo por escrito (consentimiento informado). El niño, niña o adolescente una vez informado, tiene derecho a emitir su opinión y a participar en la toma de decisiones en cuanto a si quiere o no participar en dichas pruebas.
Cuando las familias de niños o adolescentes que son hospitalizados porque viven con enfermedades crónicas, o sufrieron un accidente, se apoyan solidariamente, cooperan, se organizan para exigir mejoras en los servicios. La enfermedad se convierte en una oportunidad de encuentro; el dolor cuando se comparte se convierte en fortaleza y la enfermedad se transforma en una posibilidad de crecimiento personal, familiar y social.
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