El conflicto siempre estará presente en nuestras relaciones por el simple hecho de ser diferentes. Basta con que salgamos juntos a comer para que las diferencias en los gustos e intereses se hagan presentes.
Los que prefieren las carnes estarán en desacuerdo con quienes son vegetarianos o los que prefieren hamburguesas. En el proceso de decidir dónde comer se puede negociar o simplemente optar porque cada quien se vaya por su lado y listo.
En la forma de asumir los conflictos puede haber discrepancia y choque de intereses; sin embargo, a pesar de estas diferencias, los conflictos se pueden concebir como una posibilidad para generar cambios. Buscar alternativas diversas en las que es válido escuchar puntos de vista distintos y donde la diversidad se asume como una posibilidad y no como una amenaza.
Mediar para convivir
La mediación es un proceso de cooperación para la resolución de un conflicto, en el que un tercero imparcial es solicitado por los protagonistas para que apoye en la búsqueda de un acuerdo satisfactorio. Se trata de un diálogo para redefinir y resolver disputas a partir de los intereses en juego, y un medio de atribuir a los protagonistas del conflicto la toma de decisiones
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El rol del mediador es clave. Su trabajo es promover un clima de colaboración para reducir la hostilidad. Su meta es posibilitar que las partes acuerden decisiones en las que haya equidad. El mediador carece de poder de decisión.
Esto es difícil de asumir porque lo que se busca es que lleguen a acuerdos partiendo de los intereses y necesidad de los involucrados, y no de los puntos de vista del mediador.
Esto es difícil de asumir porque lo que se busca es que lleguen a acuerdos partiendo de los intereses y necesidad de los involucrados, y no de los puntos de vista del mediador.
La buena intención no basta. Los acuerdos deben ser operativos y aceptables no sólo para quienes están en la mediación, sino para los que puedan resultar afectados por el acuerdo.
Comunicación clave
La capacidad de escucha suele ser difícil por las reacciones de quienes no comparten ideas y planteamientos. A veces escuchamos lo que nos conviene, especialmente cuando hay asimetría de poder, por jerarquías o por el liderazgo que se ostenta. Se debe evitar acuerdos determinados sólo por el poder de una de las partes.
Sentarse no es suficiente. El mediador puede exponer que no se debe iniciar o continuar un proceso si las fuerzas no son equilibradas. Se suele idealizar o sobrestimar la mediación como la panacea de la solución de todos los conflictos y se crea la fantasía de que por el hecho de estar sentados juntos ya se logró el objetivo, y lo no dicho quedó oculto, reprimido y es altamente explosivo; pero no se tuvo el valor ni la madurez para ponerlo sobre la mesa.
La participación debe ser voluntaria. Es un proceso. Puede ser que no baste una reunión para solucionar un conflicto, y que no todo se pueda acordar en ese momento.
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