Uno de los dilemas con los que suelo encontrarme cuando atiendo relaciones de parejas, es el por qué aceptan sentirse invisibles por la persona amada, a pesar de hacer lo inimaginable para que los vean, escuchen, toquen, huelan, sientan,… y nada!, su silencio, distancia, actitud, indiferencia... los hace sentir invisibles, “pintado en la pared”.
Puede ser que se esté utilizando el viejo juego de hacerse el o la difícil , muy común en seductores de oficio, que se hacen inaccesibles, y utilizan el látigo de la indiferencia para hacerse más atractivos. Es una situación más compleja de lo que imaginamos.
Se utiliza, como estrategia de seducción, el seductor siembra siempre la duda o la incertidumbre para no mostrar quien es, que y como siente, lo que le preocupa o realmente desea. Generalmente son profundamente frágiles y necesitan colocarse su condón emocional, tan adherido, que es como su segunda piel, los protege del compromiso, de la entrega, de la intimidad...
Su arrogancia, soberbia narcisista, hace que sientan placer con esa curiosidad que despierta su misterio, lo que esconden, lo no dicho, lo que muestran a medias, para crear esa sensación de será o no será. Sus medias verdades a veces son sentidas como confesiones que muy pronto sus mentiras desnudan para ser envueltas por el látex de su terror de entregarse al amor.
Esta forma de relacionarse, le da ganancias reales, porque el atractivo de lo difícil, inaccesible, los convierten en seres enigmáticos. Se afanan por seducir las presas, quienes se encuentran con una barrera en la que se estrellan los sueños, porque no hay fecundación afectiva posible. Su preservativo emocional se va convirtiendo en una armadura de hierro que esconde su anestesiado corazón en el que no cabe más nada que su desolada soledad
La pregunta es ¿Por qué nos atrae?, ¿Por qué nos produce esa fascinación ciega, que aunque nos hace sentir invisibles, ignorados… seguimos creyendo que algún día se fijara y se comprometerá con la relación?. Es tan poderosa su trampa emocional que hace creer, con sus migajas amorosas, que son señales que pueden interpretarse como la posibilidad de acercamiento y encuentro.
Este tipo de seductor o seductora nunca asume la responsabilidad y cuando escapan y finalizan las relaciones, por su misma egolatría, siempre endosan a la pareja la culpa por no haber podido valorar, reconocer, aceptar a semejante ejemplar
La respuesta puede sonar muy dura, pero es que ese ser inaccesible puede colocarnos en una situación cómoda, en la que nos conviene amar a un imposible quien, seguramente, resuena con mi propia discapacidad emocional. Atrae y estimula mi deseo de llegar a ese "misterio” y conquistar su corazón, aún sabiendo que haga lo que haga, diga lo que diga , no lo lograré .
Lo cierto es que "amo" a alguien con el que no asumiré el compromiso, ni lograré la intimidad, pero que me crea fantasías que responden a mis necesidades y vacíos, seguramente aderezadas por vivencias, que no quiero o no puedo recordar y afrontar, porque involucran seres queridos, que en nuestros primeros años de vida, fueron siempre inaccesibles y nos hicieron sentir invisibles. Estas relaciones nos ponen a buscar afuera lo que no me atrevo escudriñar tras mi condón emocional. Suele ser muy doloroso y difícil aceptar el trabajo personal que nos toca realizar
Seguimos resonando!
muy cierto todo lo que dices tienes algun correo donde te pueda escribir? te lo agradeceria enormemente!
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