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martes, 26 de mayo de 2020

NO ESTAMOS EN EL MISMO BARCO



Óscar Misle

“Cuando soplan vientos de cambio,
algunos construyen muros
 y otros molinos” (Proverbio chino)

El coronavirus puso en una alargada cuarentena a la educación. Por decisión del  Ministerio del Poder Popular para la Educación el año escolar se concluirá desde la casa con el eslogan “Cada familia  una escuela”. Para preservar la salud y la vida de los estudiantes es necesario el aislamiento social  a través del confinamiento en sus casas, cosa que no se cuestiona, al contrario  se apoya como media preventiva para evitar la propagación del virus. 

Sin embargo,  pretender convertir la casa en una escuela  si es cuestionable, por lo que implica la concepción que se tiene de la escuela, amarrada a un currículo que no da respuesta desde  hace mucho a las necesidades  y requerimientos de los nuevos tiempos y menos aún con las ruptura de paradigmas que  significará el día después del coronavirus- Ya están surgiendo nuevas preguntas sin respuestas sobre cómo será la convivencia ciudadana, familiar y escolar ,en la que posiblemente tengamos que convivir con mascarillas o tapa bocas para preservar la salud y atrapar besos para no  infectarnos.

¿Acaso no venimos utilizando desde  hace siglos “tapa bocas“ en la educación? por el riesgo y el costo  que significa opinar, disentir, cuestionar, participar, donde solo se vale oír, y repetir sin cuestionar.    
       
Por una educación  disruptiva

La formación desde otras dimensiones, no tradicionales, tiene la ventaja de poder crear y abrir posibilidades no concebibles desde otros paradigmas ya gastados (Germán Pilonieta)
El autor plantea que pensar los procesos de formación desde otras dimensiones, no tradicionales, tiene la ventaja de poder crear y abrir posibilidades no concebibles desde otros paradigmas ya gastados, o al menos poco útiles en este milenio.

Alex Rovira diferencia cambio de transformación. El cambio parte de una necesidad  de adaptación que generalmente viene de afuera “Tienes que” “Hay que”. La transformación es un cambio por un sentido que se activa desde el interior del ser humano y se activa con el  amor a alguien o a algo.

Para Pilonieta una innovación disruptiva tiene la posibilidad de ser muy poderosa y suele aparecer fuera del campo de acción en donde se esperaría que ocurriera.
La mirada se hace desde otras perspectivas y son otros los referentes desde donde se construye.

Un nuevo espacio para el quehacer humano

Los  efectos y consecuencias que ha generado el sistema educativo en  una etapa que se puede catalogar de vencimiento, nos lleva  a pensar que es preciso darle un nuevo sentido a la educación, no la pedagogía escolarizante, sino a lo “formativo”, concebido como un nuevo espacio del quehacer humano.
Una formación que tenga  como finalidad  la autonomía, libertad, convivencia democrática exige nuevos enfoques, nuevas prácticas, una visión más integradora del ser humano, desde sus diversas  y complejas dimensiones para  hacer florecer su potencial personal y social.

De lo fragmentado a lo integrado
Sentencia Pilonieta que desde el modelo tradicional de aula escolarizante, de currículo fragmentado y de profesor de materia, nunca podremos llegar siquiera a pensar en la personalización; hacerlo desde lo tradicional es imposible e insostenible en todo sentido. El modelo de aula escolarizante es obsoleto, y hacer más aulas para encerrar más chicos no solo es un gran error histórico y de crecimiento, sino la prueba de una miopía política imperdonable.

Todos en un mismo saco
Muchos de los presupuestos del modelo tradicional de aula son absurdos, como pretender que hoy todos los niños y jóvenes aprendan lo mismo y al mismo tiempo y ritmo (períodos académicos), en cursos dictados por profesores, en los mismos textos escolares, con un currículo único y que la evaluación sea homogénea, etc. En la actualidad solo las innovaciones disruptivas permitirían hacer algo verdaderamente importante en educación.

Es injustificable continuar y validar una educación que  empobrezca, excluya, atada a un  pasado  que  se traduce  en un presente que se empeña por mantener tercamente un sistema que ya no funciona, cuando “el mundo y la dinámica de futuro nos ponen en bandeja de oro la oportunidad de transformarnos por medio de la personalización radical y las innovaciones disruptivas” (Pilonieta).

¿Todos en el mismo barco?
Leí en un mensaje de WhatsApp que me envió mi amigo Ángel Sánchez  y decía que con el coronavirus no estamos en el mismo barco, estamos frente a la misma tempestad. Para algunos la cuarentena  es un momento de reflexión, de reconexión. Para otros, es una crisis desesperante.

Estamos pasando un momento en el cual nuestras percepciones y necesidades son completamente distintas. En estos momentos  necesitamos una educación que nos permita hacerle frente a la  tempestad.

Es necesario que nos ubiquemos y busquemos formas, modos de procesar lo vivido. Observar más allá de la ideología, más allá de religión, más allá del propio ombligo para que la empatía y solidaridad tomen vida. Solo de esta forma podemos  hacer la travesía sin que naufraguemos colectivamente.

Hasta la próxima resonancia




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