Óscar Misle
“Cuando soplan vientos de cambio,
algunos construyen muros
y otros
molinos” (Proverbio chino)
El coronavirus puso en una alargada
cuarentena a la educación. Por decisión del
Ministerio del Poder Popular para la Educación el año escolar se
concluirá desde la casa con el eslogan “Cada familia una escuela”. Para preservar la salud y la
vida de los estudiantes es necesario el aislamiento social a través del confinamiento en sus casas, cosa
que no se cuestiona, al contrario se
apoya como media preventiva para evitar la propagación del virus.
Sin embargo, pretender convertir la casa en una escuela si es cuestionable, por lo que implica la
concepción que se tiene de la escuela, amarrada a un currículo que no da
respuesta desde hace mucho a las
necesidades y requerimientos de los
nuevos tiempos y menos aún con las ruptura de paradigmas que significará el día después del coronavirus- Ya
están surgiendo nuevas preguntas sin respuestas sobre cómo será la convivencia
ciudadana, familiar y escolar ,en la que posiblemente tengamos que convivir con
mascarillas o tapa bocas para preservar la salud y atrapar besos para no infectarnos.
¿Acaso no venimos utilizando desde hace siglos “tapa bocas“ en la educación? por
el riesgo y el costo que significa
opinar, disentir, cuestionar, participar, donde solo se vale oír, y repetir sin
cuestionar.
Por una
educación disruptiva
La formación desde otras
dimensiones, no tradicionales, tiene la ventaja de poder crear y abrir
posibilidades no concebibles desde otros paradigmas ya gastados (Germán Pilonieta)
El autor plantea que pensar los procesos de
formación desde otras dimensiones, no tradicionales, tiene la ventaja de
poder crear y abrir posibilidades no concebibles desde otros paradigmas ya
gastados, o al menos poco útiles en este milenio.
Alex Rovira diferencia
cambio de transformación. El cambio parte de una necesidad de adaptación que generalmente viene de
afuera “Tienes que” “Hay que”. La transformación es un cambio por un sentido
que se activa desde el interior del ser humano y se activa con el amor a alguien o a algo.
Para Pilonieta una
innovación disruptiva tiene la posibilidad de ser muy poderosa y
suele aparecer fuera del campo de acción en donde se esperaría que
ocurriera.
La mirada se hace desde
otras perspectivas y son otros los referentes desde donde se construye.
Un nuevo espacio para el quehacer humano
Los efectos y consecuencias que ha generado el
sistema educativo en una etapa que se
puede catalogar de vencimiento, nos lleva a pensar que es preciso darle un nuevo
sentido a la educación, no la pedagogía escolarizante, sino a lo
“formativo”, concebido como un nuevo espacio del quehacer humano.
Una formación que
tenga como finalidad la autonomía, libertad, convivencia
democrática exige nuevos enfoques, nuevas prácticas, una visión más integradora
del ser humano, desde sus diversas y
complejas dimensiones para hacer
florecer su potencial personal y social.
De lo fragmentado a lo integrado
Sentencia Pilonieta que
desde el modelo tradicional de aula escolarizante, de currículo fragmentado y
de profesor de materia, nunca podremos llegar siquiera a pensar en
la personalización; hacerlo desde lo tradicional es imposible e
insostenible en todo sentido. El modelo de aula escolarizante es obsoleto,
y hacer más aulas para encerrar más chicos no solo es un gran error
histórico y de crecimiento, sino la prueba de una miopía política
imperdonable.
Todos en un mismo saco
Muchos de los
presupuestos del modelo tradicional de aula son absurdos, como pretender
que hoy todos los niños y jóvenes aprendan lo mismo y al mismo tiempo y
ritmo (períodos académicos), en cursos dictados por profesores, en los
mismos textos escolares, con un currículo único y que la evaluación sea
homogénea, etc. En la actualidad solo las innovaciones disruptivas
permitirían hacer algo verdaderamente importante en educación.
Es injustificable
continuar y validar una educación que empobrezca, excluya, atada a un pasado
que se traduce en un presente que se empeña por mantener
tercamente un sistema que ya no funciona, cuando “el mundo y la dinámica
de futuro nos ponen en bandeja de oro la oportunidad de transformarnos por
medio de la personalización radical y las innovaciones disruptivas”
(Pilonieta).
¿Todos en el mismo barco?
Leí en un mensaje de WhatsApp que me envió mi
amigo Ángel Sánchez y decía que con el
coronavirus no estamos en el mismo barco, estamos frente a la misma tempestad.
Para algunos la cuarentena es un momento de reflexión, de reconexión.
Para otros, es una crisis desesperante.
Estamos
pasando un momento en el cual nuestras percepciones y necesidades son completamente
distintas. En estos momentos
necesitamos una educación que nos permita hacerle frente a la tempestad.
Es necesario
que nos ubiquemos y busquemos formas, modos de procesar lo vivido. Observar más
allá de la ideología, más allá de religión, más allá del propio ombligo para
que la empatía y solidaridad tomen vida. Solo de esta forma podemos hacer la travesía sin que naufraguemos
colectivamente.
Hasta la próxima resonancia
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