La semana del 30 de abril al 4 de mayo gracias a un proyecto que lleva adelante Cecodap con apoyo de la Unión Europea, Fernando Pereira y este servidor, ambos fundadores y de la directiva de Cecodap, visitamos centros educativos transformadores en Barcelona, España. Uno de ellos fue el Colegio Montserrat. Muy amablemente nos atendió Aracelis Vendrell, de la directiva del colegio y nos invitó a visitar las aulas. Con emoción y asombro comprobamos el interés y motivación de los estudiantes por lo que hacían, descubrían, compartían y creaban.
Muy motivados por la vivencia, adquirimos el libro “Aprender hoy y liderar mañana. El Colegio Montserrat: un futuro hecho presente”. En el texto encontramos el título “Las escuelas que aprenden”. Nos atrapó su propuesta. De acuerdo con Simons (2000) una escuela aprende cuando:
- existe una cultura de aprendizaje junto una cultura de la visión.
- se favorece la implementación de innovaciones sin menospreciar la propia historia.
- los equipos multidisciplinarios confirman la estructura de la organización,
- hay cultura delegacional o de liderazgo distribuido.
- existe una estrategia clara de la organización suficientemente flexible para cambiarla si es necesario.
- se valora y desarrolla el liderazgo del cambio y del aprendizaje.
- la comunicación fluye, por lo que la información es accesible siempre a todos.
Para llegar a ser una escuela que aprende se deben dar 4 condiciones básicas:
- Tiene que haber aprendizaje individual de todos los miembros y la escuela tiene que saber hacer suyos los aprendizajes tras la discusión y análisis de los mismos.
- Debe llegar al cambio de mentalidad que supone aprender todos de todos.
- Tiene que utilizar nuevos métodos de trabajo
- Debe saber aprovechar el bagaje profesional y humano de todos sus componentes
Para que una escuela aprenda debe sentirse valorada y eso requiere que las prioridades de aprendizaje estén claras.
Escuelas huérfanas en medio de una profunda crisis.
Se dice que nadie conoce su país si no ha salido de él. Es cierto, especialmente cuando asumimos que la realidad es esa que nos toca y ya. Cuando visitamos los centros educativos en Barcelona pudimos constatar que si es posible una educación digna que forme y transforme. Una escuela en la que los conocimientos se apliquen como diría Pepe Méndez Cabrera no para estar guardados en el congelador de la memoria. (Méndez es uno de los impulsores de la primavera pedagógica que está ocurriendo en Cataluña).
En Venezuela estamos en el más severo invierno educativo.
Las escuelas se van quedando huérfanas de maestros y profesores. Los pupitres se quedan vacíos por las migraciones permanentes de estudiantes, docentes y familias en busca de las condiciones de vida que les niega el país.
La suspensión de clases por cortes eléctricos, de agua, deterioro de sus estructuras, déficit y costos del transporte público, carencia de personal docente y desestimulo de la comunidad educativa por el altísimo costo de la vida que no les permite obtener lo esencial para la sobrevivencia secuestra la esperanza y voluntad para generar cambios, mientras el gobierno centra su foco de interés en mantenerse en el poder a toda costa. Arbitrariamente anuncia la suspensión de clases por 5 días hábiles en todo el país y en todas las escuelas, para la realización de las cuestionadas elecciones.
A pesar de esto seguimos aferrados a nuestro empeño de acompañar a maltratados centros educativos con la esperanza de que este invierno educativo sea el preludio de una primavera que logre mover los cimientos hasta hacer retoñar y florecer la conciencia y el poder de la ciudadanía.
Hasta la próxima resonancia
@oscarmisle
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