Óscar Misle, @oscarmisle
Para responder esta interrogante es importante:
Aclarar qué es lo que anhelamos con la educación, ¿Solo que nos hagan caso? o que aprendan a asumir las consecuencias de sus actos, en otras palabras formarlos para la responsabilidad.
Calificar el acto y no al autor. Evitar adjetivos: "Eres una mentirosa", es preferible usar "Lo que dijiste no es cierto".
Mirar directamente a los ojos cuando conversamos. Mantener la calma y ofrecer nuestro apoyo ante las situaciones que viven.
Usar un tono de voz firme para evidenciar que tenemos el control de la situación. No tiene nada que ver con gritar, al contrario, eso puede crear descontrol.
Reconocer y valorizar sus sentimientos de dolor, rabia, tristeza, ante la pérdida de un amigo, familiar, mascota, juguete, mudanza… Hay situaciones que aunque nos parezcan insignificantes para los niños pueden tener mucha importancia.
Reconocer sus sentimientos. Poner en práctica la empatía. Hacerles ver que podemos entender cómo se sintió ante un fracaso, discusión, agresión, pérdida, aunque no podamos cambiar lo sucedido.
Expresarles que los queremos, estamos orgullosos de ellos. Reconocer lo que hacen bien, sus progresos y avances.
Cuando surja un conflicto, hay que esperar que nos sintamos más calmados. Si las emociones son más fuertes que nosotros y nos es imposible autorregularlas podemos actuar con agresividad, hiriendo sus sentimientos con lo que decimos o hacemos.
Mantener la comunicación. A pesar de la molestia que pueda estar presente. Entender que somos personas adultas y nunca podemos renunciar a nuestro rol de orientar, guiar, fortalecer vínculos.
Hacer saber lo que sentimos o pensamos. Debemos expresar cuáles son nuestros sentimientos, pensamientos, ante los comportamientos y hechos que se presentan.
No pagarla con ellos. No tienen por qué ser víctimas de la descarga de nuestras tensiones, preocupaciones, problemas. Debemos buscar formas de drenarlas adecuadamente y buscar ayuda profesional para apoyarnos y no dañarlos
No decir mentiras u ofrecer lo que no se va a cumplir. El niño o niña perderá la confianza y aprenderá a hacer lo mismo.
Aceptar que pueden equivocarse, que cometer errores y aprender de ellos es de humanos.
Diferenciar un accidente de un acto intencional. Un niño o niña puede derramar el jugo porque se le soltó la jarra. Esto es un accidente, si lo hace como una travesura para mojar al hermanito es un acto intencional.
Pedirles disculpas cuando nos equivocamos. El niño o niña aprende de los ejemplos. Si reconocemos que hemos sido injustos o actuamos de manera inadecuada y le pedimos disculpas aprenderá a reconocer que las personas adultas también se equivocan y son capaces de reconocer sus errores y rectificar.
No condicionar el amor por una conducta inadecuada. Por ejemplo "como te portaste mal ahora no te quiero".
Compartir nuestras vivencias como niños o niñas. Contarle como me sentí y solucioné situaciones difíciles, como me apoyaron mis familias y maestros…
Que se sientan escuchados. El parafraseo puede ser útil, en otras palabras repetir lo que nos comentaron, por ejemplo: "mami hoy en el colegio cuando iba a comprar la merienda un estudiante más grande me quitó el dinero". La madre le dice: "eso que me cuentas sobre lo que te pasó hoy, cuando un chico más grande te quitó el dinero cuando ibas a comprar tu merienda me preocupa…".
En la crianza el ejemplo dice mucho más que lo que decimos. La coherencia permite que no se sientan confundidos.
Seguimos creciendo juntos
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