Por: Óscar Misle @oscarmisle
Lo primero que viene a la mente es la mediación. ¿De qué estamos hablando? De un proceso de cooperación en el que un tercero imparcial es solicitado por los protagonistas para que los ayude a encontrar un acuerdo satisfactorio.
Es una actividad práctica, destinada a facilitar el diálogo para redefinir y resolver las diferencias que generan los conflictos. Es colocar sobre la mesa los intereses en juego. Es un medio para que los los propios protagonistas del conflicto participen en la toma de decisiones.
El mediador:
Crea un clima de colaboración para reducir la hostilidad.
Posibilita reconciliar los intereses de la partes. La meta del mediador es apoyar a los involucrados a intercambiar puntos de vista y sentimientos con el fin de llegar a acuerdos. El mediador carece de poder de decisión.
Estimula a las partes a ejercer la autodeterminación y la responsabilidad, para que se miren de una manera nueva, desarrollando un entendimiento entre ellas.
Exhorta a las partes para que asuman la responsabilidad ante la situación. Las personas se sienten más comprometidas cuando han generado ellas mismas las ideas. Siempre existe la posibilidad de que una idea del mediador les parezca tendenciosa.
Alienta a evaluar las propuestas apoyando a elaborarlas de forma que resulten aceptables. Deberá evaluar si una propuesta es operativa y las probabilidades de resultar aceptable no solo para quienes están en la mediación sino para aquellos que resulten afectados por el acuerdo.
En muchas ocasiones hacen falta varios encuentros, especialmente cuando son muchos los disensos y existen resistencias para establecer acuerdos.
Si lo acordado no se traduce en acciones, la frustración puede generar mayor hostilidad. Recordemos que detrás de la violencia existe un acumulado de pequeñas frustraciones que no fueron atendidas a tiempo y combustionan.
Los acuerdos deben llevarse a la práctica y deben estar claramente definidas las estrategias para su seguimiento. La mediación no es un fin en sí misma. Es un medio en el que la comunicación asertiva es clave.
Difícilmente pueden establecerse acuerdos si en el proceso no se pone en práctica la empatía. Se requiere crear un clima en el que ponerse en lugar del otro permita escuchar sin juzgar. Es necesario que las partes tengan oportunidad de expresar lo que sienten y piensan sobre los factores que generaron el conflicto y lo que esperaran que cambie para que se satisfagan las expectativas de los involucrados.
Hay aspectos que se pueden negociar y otros no. Lo importante es que se identifique las propuestas en las que coincidan los puntos de vista.
El rol del mediador debe estar muy claro. Es importante, en lo posible que no exista nexos afectivos cercanos con algunas de la partes para evitar que lo subjetivo no enturbie lo objetivo.
Seguimos Creciendo Juntos
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