Por: Óscar Misle, @oscarmisle
Este enfoque se desarrolló, entre otras cosas, como una respuesta a las recomendaciones del Informe de Naciones Unidas sobre la violencia contra la niñez. Se basa en la eliminación del castigo físico y otros castigos humillantes
¿Qué plantea?
-Implementar estrategias no violentas para la crianza.
-Conocer y aplicar una alternativa válida y eficaz en lugar del castigo físico y emocional.
-Vivenciar los derechos de la niñez en la cotidianidad estimulando sus responsabilidades, tomando en consideración la etapa de desarrollo.
-Aplicar herramientas concretas y constructivas para resolver conflictos entre padres e hijos.
- Brindar alternativa que no se basen en castigos, ni prácticas como aislar a los niños ("tiempo fuera"), quitarle cosas, ignorarlos, o cualquier otra forma de castigo.
Considera que el "castigo" hace que los niños y niñas experimenten dolor físico o psicológico, impotencia, rabia, ansiedad y miedo. Depende de controles externos para obligar a la docilidad.
Con este enfoque de disciplina se estimulan habilidades que los niños necesitan para aprender y auto-rregular sus emociones.
Gradualmente internalizan los valores morales, aprenden cómo resolver conflictos constructivamente, se convierten en personas que resuelven problemas, y actúan con empatía ante los demás
La disciplina positiva nos lleva a mirar más allá del comportamiento de nuestros hijos para descubrir los pensamientos y sentimientos que están detrás de su forma de reaccionar.
La disciplina positiva nos permite:
-Incrementar nuestro conocimiento sobre sobre el desarrollo de la niñez.
-Conocer y comprender las necesidades y perspectivas de la niñez.
-Mejorar la comunicación con nuestros hijos.
- Fortalecer nuestras relaciones padres- hijos.
- Estimular nuestras habilidades como padres para resolver problemas.
- Promover el autocontrol emocional como padres e hijos.
Con frecuencia escuchamos: “A mi me pegaron y no soy una mala persona”, “gracias a los golpes que me dieron soy lo que soy”. Se justifica el castigo físico como una forma válida y necesaria.
Si echamos un vistazo a lo que está pasando en el mundo (actos de terrorismo, guerras, conflictos armados)… vemos como la violencia se convierte en un fin válido para resolver conflictos, el incremento de suicidios por no encontrarle sentido a la vida, la forma en que se ejerce el poder, la dependencia a drogas lícitas e ilícitas como escape a las crisis generadas por heridas que sangran rencores y resentimientos, la violencia intrafamiliar…
Nos obliga a revisar si esta forma de reaccionar no tendrá que ver con los métodos violentos utilizados en la crianza.
En los talleres, seminarios, conversatorios… cuando tocamos el tema surgen las defensas y justificaciones, pero también los testimonios de quienes guardan resentimientos y rencores por la forma violenta e injusta con la que fueron criados.
Digo injusta porque muchas de las agresiones hacia el niño o niña vienen cargados de la rabia acumulada de la madre o el padre u otro cuidador, y lo que no pueden hacer contra la pareja, el jefe, lo que se está viviendo en el país lo descargan contra los niños quienes terminan recibiendo gritos, ofensas y agresiones que no eran para él. Por ser el más débil y vulnerable le tocó pagar los platos rotos.
Si existen otras formas efectivas de educar sin agredir, ¿por qué no conocerlas e implementarlas?
Hay familias que le pegan a sus hijos y confiesan que les duele hacerlo. A menos que exista una patología, expresan que si tuvieran otro método efectivo lo implementarían.
Reconocen que repiten la forma violenta con la que fueron criadas y hasta que llegaron a creer que era la apropiada.
Seguimos creciendo juntos
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