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viernes, 26 de septiembre de 2014

¿POR QUÉ MIENTEN NUESTROS HIJOS?

Por: Óscar Misle, @oscarmisle


¿Por qué mienten nuestros hijos?
No podemos encubrir una mentira. (Créditos: Shutterstock.com)

Escuché que las mentiras son del tamaño de las verdades que ocultan. Incluso las  tiñen del color de acuerdo a su intensidad, por ejemplo: las “mentirillas  blancas” que sean del color que sea son mentiras de las verdades.

Nuestros hijos y parejas pueden ocultar la verdad por diferentes razones o decir “medias verdades” por miedo a cometer “sincericidios”. Prefieren callar para no  someterse a la reacción de quienes escuchen la confidencia. Puede ser porque los padres sean muy rígidos y poco tolerantes, prefieren mentir para evitar sermones, castigos y agresiones.

Por un lado está el dicho pero por el otro el hecho. Las mentiras son utilizadas para evadir responsabilidades, para no asumir las consecuencias de los actos.
Ciertamente, no siempre se puede ni debe decir lo que se siente o piensa de alguien,  porque esa franqueza puede ofender, humillar o hacer daño.
Las personas “francas” sin “pelos en la lengua” suelen ser muy  buenas haciendo críticas; pero muy  malas recibiéndolas.

No se trata de decir lo contrario de lo que se piensa; vamos a ilustrarlo con un ejemplo: si alguien se hace un corte de cabello y no me gusta, si no me pide mi opinión no tengo porque decirle “que feo te quedó ese corte”. Y si me pregunta, tampoco le voy a decir “que bonito te quedó”. Quizás le puedo responder “lo importante es que tú te sientas bien con  tu nuevo estilo de cabello” o “me gustaba tu cabello largo”. Depende de la persona, de su sensibilidad, de su capacidad  o disposición para recibir y procesar las críticas.

En ocasiones, especialmente en el caso de padres separados, los hijos pueden mentir u ocultar la verdad para proteger al padre o a la madre, porque saben que si hacen algún comentario posiblemente afloren los resentimientos que existen por los conflictos de la pareja.

Es el típico caso del hijo que sale el fin de semana con el papá. Almuerzan comida rápida y cuando llegan a la casa y la mamá o abuela le pregunta: “¿Qué comiste?” inventa un menú balanceado, sano, nutritivo que no tiene nada que ver con las hamburguesas que se comieron.

La confianza no se decreta. Se gana cuando se da la posibilidad de crear un clima  de intimidad en el que nos sintamos cómodos, sin miedo a expresar lo que sentimos por la reacción defensiva u ofensiva de quien escucha. Con nuestra actitud podemos abrir las puertas para la comunicación o podemos cerrarlas porque nuestras palabras, gestos refuerzan el “contigo no se puede hablar” que comúnmente  dicen nuestros  hijos y también parejas, compañeros de trabajo.

Los niños pequeños suelen, por la riqueza de su imaginación, confundir la  fantasía con la realidad. Como adulto podemos orientarlos pero nunca calificarlos  como mentirosos.

En los duelos o situaciones adversas los niños y niñas pueden utilizar las mentiras  como mecanismos de defensa y encubren lo sucedido con una historia que le es menos traumática.
Si las mentiras son permanentes hay que preguntarnos lo que está tratando de preservar o si hay una situación psicológica que le hace desvirtuar la realidad.   

Seguimos creciendo juntos


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