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jueves, 7 de septiembre de 2017

LA ESPERANZA. ESCUDO FRENTE AL PODER


Vivimos una situación muy compleja y desgastante. Una pesadilla que nos agobia. Lo sentimos en la cotidianidad cuando sufrimos  los embates del  desabastecimiento de alimentos y medicamentos, la  inseguridad, la galopante inflación, la represión…

No está pasando nada
Los representantes del gobierno repiten un guión de negación de la realidad: “no hay crisis humanitaria, no es verdad que las familias están comiendo de la basura, medicamentos hay, lo que hay que mejorar es la distribución, no hay represión, la guardia nacional y la policía  cumplen con su función de garantizar la paz” Las víctimas de  asesinatos se clasifican entre los tuyos y los míos; desconozco los primeros y valoro los que me atañen. Los violentos son los otros, esos  que no están de acuerdo, critican y se oponen. La Asamblea Nacional Constituyente es la salvación. No importa  quién la decidió ni cómo se eligió.

La culpa la tienes  tú
El gobierno no asume sus errores y fracasos. No reconoce su responsabilidad y busca los responsables fuera: la guerra económica, el acaparamiento de los empresarios, la baja del precio de petróleo  y la falta de recursos para las misiones… La queja en su rol de víctima la utiliza para justificar sus ineficiencias, deficiencias,  incompetencias…        

Rio revuelto ganancia de pescadores
“Divide y triunfaras” es la pauta. Se realizan anuncios para provocar confusión y mayor tensión y desviar la atención de los graves  problemas  sociales. Cada día surgen decisiones, arrestos, pronunciamientos. Amenazas como una estrategia generadora de confusión y caos con un juego perverso en el uso del poder.

El miedo y la desconfianza  como un recurso desesperanzador
La desesperanza es inducida de forma intencionada  y permanente. Su objetivo es  hacer sentir  que es imposible cambiar la realidad,  evidenciar como el poder de pocos se fortalece a costa del miedo y la sumisión de muchos. La idea  es que la desesperanza  se convierta  en un síndrome que deprima el sistema inmunológico social, convirtiéndonos en seres vulnerables.  ¿Los síntomas? Queja permanente, duda  y desconfianza de  todos y por todo, conformismo,  pasividad,  sumisión, dependencia, renuncia a nuestro poder…

La esperanza como escudo
La esperanza es el escudo más poderoso para la resistencia y movilización interna y externa. Ahora ¿de  qué tipo de  esperanza estamos  hablando? Nos referimos a esa  que se nutre de emociones, sentimientos, pensamientos, impulsos, principios y valores  que nos mueven a actuar para lograr lo que queremos con los pies en la tierra  pero con la mirada  puesta  más allá de los sucesos.

Amarrar la esperanza a un suceso y no a un proceso, tiene implicaciones psicológicas  y emocionales peligrosas. Si apostamos al resultado y no se logra, la frustración nos puede llevar a la violencia, a la evasión y el desencanto nos puede llevar a claudicar, desentendernos de la lucha.

Hay una tercera  vía  que nos mueve, una vez vivido el duelo por la pérdida,   a  buscar otras estrategias para realizar las transformaciones necesarias personales, sociales y estructurales. Partiendo de lo aprendido sin permitir que el objetivo no logrado, ensombrezca los logros obtenidos durante el proceso, al contrario estos deben ser revalorizados y utilizarlos como combustible para poner en marcha lo que  nos proponemos.

Fe, esperanza y caridad
Tres virtudes teologales que pueden revitalizarnos, más allá de lo religioso. Necesitamos fortalecer el espíritu de la resistencia con resiliencia, esa capacidad de salir  fortalecidos en la adversidad. La fe es un factor protector  poderoso. Nos da la fortaleza para sumir  lo que nos toca, cambiando las creencias que pretende inocular el poder para debilitarnos. En lo político es clave, pero también en otras experiencias y vivencias personales como es el caso de la enfermedad. Un diagnóstico y un pronóstico puede devastarnos emocionalmente; pero  la fe nos da la fortaleza para asumir el tratamiento asumiendo nuestra responsabilidad sin colocar todo el poder en el médico y los medicamentos.

La caridad desde el enfoque que estamos planteando nos exige hacer del amor el motor fundamental. Es el momento de darle contenido práctico a la solidaridad, empatía, compasión, misericordia, servicio… De eso hemos visto múltiples señales en nuestro maltratado país. Esas heridas las hemos visto  florecer en la solidaridad de la gente en el intercambio de medicamentos, alimentos, apoyo emocional, que no justifica la crisis social, pero si son bálsamos para que las heridas no muerdan al infectarse por el resentimiento, odio, venganza producto del abandono, indiferencia e indolencia.

Seguimos resonando  

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