Por: Óscar Misle, @oscarmisle
A Marta Elena (23 años) su vida se le convirtió es un calvario. Nunca pensó lo que le esperaba en la relación cuando conoció a Ernesto. Se dejó encantar por ese hombre apuesto (35 años) deportista, que le aseguró que ella era la mujer de su vida y que solo sería para él y nadie más. Al principio se sintió feliz de encontrar al hombre que la deseara y amara tanto. Lo que no pensó es que muy pronto se convertiría en su verdugo.
Comenzó a restringir sus salidas. Le prohibió usar determinadas prendas de vestir, especialmente las que mostraban sus encantos. Comenzó a decidir quiénes serían sus amistades y cuáles no. Le exigió que dejara el trabajo y la vigilaba permanentemente cuando iba a la universidad. En los momentos libres le prohibía salir de la casa por temor a que lo engañara o abandonara. Cuando entraba en crisis agudas de celos la amenazaba con suicidarse. Llegó a agredirla y sintió que su vida corría peligro.
Los celos hacen que el celoso sienta sospecha, inquietud, ansiedad de que la persona amada se fije en otra y ponga su cariño e interés en ella.
Es un sentimiento de inquietud que llega a ser muy doloroso. Se mezclan las emociones por el miedo de perder a quien se ama y rabia de que el centro de nuestro afecto se fije en otra persona. Se puede sentir envidia de quien genera los celos, por sus atributos, reales o imaginarios.
Según Freud, el origen se remonta a nuestra infancia, cuando sentimos la necesidad de ser queridos por nuestros padres. Cuando llega un hermano pequeño y tememos ser abandonados. A veces la familia con la llegada del nuevo integrante descuida afectivamente a los otros hijos. Presionan para que los quieran y no aceptan sus sentimientos de rabia; más bien los juzgan como egoístas, envidiosos… La situación se complica cuando surgen las comparaciones.
Se activan los celos en los primeros años por la sensación de abandono y la situación se repite a lo largo de nuestra vida, con amigos, maestros, compañeros de estudio, trabajo y la pareja.
¿Sentir celos es normal?
Todos en algún momento sentimos celos, temor de perder la atención e interés del ser amado porque se siente atraído por otra persona. Los celos se activan cuando la persona se siente insegura, no se siente amada. Se vuelven patológicos cuando se deja de hacer lo que nos da bienestar por estar pendientes de la vida del otro. Se pierde el interés por el trabajo, la familia, los amigos y la salud. Toda la energía se invierte en espiar a la pareja.
La celopatía es un trastorno delirante que se caracteriza por una preocupación excesiva e irracional sobre la infidelidad de la pareja. Quien la sufre, está absolutamente convencido de que su pareja le es infiel sin que exista motivo real que lo justifique.
El rival cobra especial relieve. Quiere saber quién es, cómo se conocieron, dónde, cómo hacían el amor, en qué le supera. Se pone en evidencia una curiosidad morbosa. Trata de confundir, manipular y extorsionar buscando en las respuestas de su pareja contradicciones que alimenten su convicción.
Es importante hacer consciente que se tiene el problema. El apoyo profesional es fundamental. No se debe dejar pasar el tiempo. La celopatía es una enfermedad que puede poner en peligro la vida la vida y la integridad física o emocional del núcleo familiar o social.
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