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jueves, 29 de mayo de 2014

DISCAPACIDAD EMOCIONAL

Por: Óscar Misle, @oscarmisle



Discapacidad emocional
Vivimos con discapacidad emocional. (Créditos: Shutterstock.com)

La primera  vez  que  escuché lo de discapacidad emocional del varón, no puedo  negar que me chocó, lo sentí como peyorativo. Me pregunté ¿por qué me afecta  tanto? Investigando qué se entiende por discapacidad encontré que es cualquier restricción o impedimento de la capacidad de realizar una actividad en la forma o dentro del margen que se considera deseable para el ser humano.

La discapacidad se caracteriza por la insuficiencia en nuestra respuesta psicológica o de otro tipo. Y dentro de esos  “otro tipo”  está  la insuficiencia  para  aceptar y expresar las emociones. En ese momento reconocí que tenía una discapacidad  emocional.

Fue tal  el impacto que comencé a revisar  mis reacciones y me di cuenta lo difícil que me resultaba reconocer emociones como la  tristeza y aceptarla como tal sin confundir esa sensación con una enfermedad. Cuando me sentía triste creía que estaba enfermo. No podía aceptar  que ese desgano, apatía y desmotivación  fuese una emoción válida, propia del ser  humano, que se detona cuando las  cosas no van de la forma que esperamos, o surgen acontecimientos no previstos  que nos generan dolor por pérdidas humanas o materiales.

En este proceso de asumir “mi barranco” me encontré con el miedo y cómo diría Walter Riso, el miedo al miedo. Un hombre miedoso no es bien visto socialmente. El hombre debe ser valiente, no al azar son los que van a la guerra, los que  deben defender  a la familia, responder cuando son  atacados…

Como hombres vivimos el miedo en silencio, tratando de convencernos a nosotros mismos que no lo sentimos, olvidando que el miedo es la emoción que nos permite defendernos de las amenazas del entorno, poner los límites para no ser agredidos. Eso no quiere decir que el miedo asumido no deje de generar esa sensación de angustia, duda y en caso extremos terror, pánico…

Mientras más lo reprimimos y lo neguemos mayores son los estragos que  produce dentro de ese  condón emocional masculino que cubre su vulnerabilidad y fragilidad humana, tan escondida pero no por ello deja de estar presente y necesitada de reconocimiento y atención.

Muchas de las heridas del varón están marcadas por la culpa, por no saber ni poder expresar nuestras emociones. La única emoción que podemos expresar es la rabia, no al azar las estadísticas de violencia están encabezadas por varones. Las heridas comienzan a morder cuando no somos capaces de alfabetizarnos emocionalmente para que las heridas que muerden florezcan, título de mi último libro que nos muestra  que ese proceso debe iniciarse desde los primeros años. ¡Sentir sí es cosa de hombres!.

Seguimos creciendo Juntos

Libro "Heridas que muerden, heridas que florecen" de venta en redes de librerías (Tecniciencia, Las Novedades, Nacho, Coliseo, Alejandría) 


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viernes, 23 de mayo de 2014

HERIDAS QUE MUERDEN, HERIDAS QUE FLORECEN

Una vez  escuché que no somos nosotros quienes seleccionamos los libros. Son ellos los que nos seleccionan a nosotros. Tampoco fui yo quien seleccionó el  título de mi más reciente libro, publicado con editorial Planeta Venezuela, Heridas que muerden, heridas que florecen. Fue él quien me seleccionó a mí. Convocó a mis heridas emocionales, la de los  pacientes, amigos y familiares para  que en sus páginas tomaran la palabra.
A través de él, veremos cómo transformaron sus heridas infectadas por el miedo, el  dolor, la soberbia, la frustración y el resentimiento. Mordían por todo lo reprimido hasta que lograron florecer cuando alguna circunstancia, casi siempre  inesperada, cambió la percepción que tenían de sí mismos y de lo vivido. Sus heridas empezaron a florecer por situaciones inéditas; pero profundamente  humanas.    

El condón emocional
Las heridas tienen su propio lenguaje: A veces son secuestradas por nuestro  condón emocional. Un preservativo llamado miedo. Lubricado por la culpa y la vergüenza. Un condón que no nos deja intimar por el temor a que nos dejen de amar si nos mostramos tal cual somos.

Sabemos que las emociones son los altavoces de las heridas. Tenemos la posibilidad de reconocerlas y reivindicarnos con ellas para que la discapacidad emocional no nos anestesie y nos convirtamos en esclavos del desamor.

Si somos heridos en la crianza y en la educación, ¿por qué repitieron la receta utilizando métodos violentos? Seguramente nuestras heridas comenzarán a morder.   Surgirá  la disyuntiva, ¿nacemos  violentos o lo aprendemos?, ¿cuál es el límite entre la sobreprotección y el  abandono?.

Paradójicamente en los lugares en los que tendríamos  que estar y sentirnos más seguros y protegidos por las personas que supuestamente nos tendrían que amar,  nos agredieron y dijeron: “Te pego porque te quiero”. Esas heridas las llevamos a la escuela metidas en nuestros morrales. También están las heridas por duelos, traiciones,  violencia intrafamiliar, adicciones y abandono, ¿qué pasó  con ellas?, ¿Las pudimos ventilar, liberar, oxigenar? 

Cuando llegamos a nuestras casas con nuevas cargas ¿hubo espacio para compartir lo vivido o sufrido  por las agresiones por  bullying o acoso escolar u otras formas de violencia? 
¿Y qué para con la pareja? Ese espejo que nos muestra eso que no queremos ver. ¿Por qué tanta soledad en compañía? ¿Qué  sucede  con el amor cuando la ilusión se convierte en desilusión?; ¿Qué hacer cuando descubrimos  que el  amor  lo que  tiene  de miel  lo tiene de hiel? . 

El libro Heridas  que muerden, heridas  que  florecen nos  invita a  navegar  por los surcos de nuestras heridas  hasta llegar a nuestro  jardín interior, como diría mi amigo Carlos Fraga. Su lectura nos anima a digerir  lo que pensamos, sentimos, para  que nuestras heridas puedan florecer para madurar  y crecer.


Leer mas en: http://www.revistadominical.com.ve/noticias/firmas/heridas-que-muerden--heridas-que-florecen.aspx#ixzz32YQgjb9S

jueves, 15 de mayo de 2014

Transformar las heridas en vivencias para madurar y crecer


Óscar Misle presenta su libro bajo el sello Temas’de hoy
Heridas que muerden, heridas que florecen reúne testimonios y reflexiones personales

Las heridas acompañan al ser humano en cada uno de sus pasos. Transformar los duelos en vivencias positivas es el reto que propone Óscar Misle en el libro Heridas que muerden, heridas que florecen. El título bajo el sello Temas’de hoy indaga con vivencias personales, la transformación de los problemas en fortalezas y aprendizajes.

 “Todos estamos profundamente heridos, independientemente de las historias que nos haya tocado vivir”, dice Carlos Fraga. ¿Cuáles son esas heridas?, ¿Por qué las ocultamos?, ¿Qué podemos hacer para que nuestras heridas respiren y, eventualmente, florezcan?, ¿Cómo reconciliarnos con el dolor?

Misle reconstruye desde su experiencia como educador y terapeuta, pero sobre todo, como persona, el encuentro y aceptación de nuestras heridas de vida como posibilidad. “Una herida puede morder hasta el último día de nuestra existencia, pero en ella siempre estará la posibilidad de florecer y todo dependerá de la decisión que tomemos y del coraje y los posibles resentimientos”, afirma Fraga.

Óscar Misle tiene más de 30 años de experiencia profesional en la prevención de la violencia familiar y escolar. Es un reconocido educador, orientador, psicoterapeuta, locutor, especialista en derechos humanos y cofundador de Cecodap, organización venezolana de referencia en la promoción de la convivencia sin violencia.

“Las heridas tienen su propio lenguaje: a veces son secuestradas por nuestro condón emocional, un preservativo llamado miedo, lubricado por la culpa y la vergüenza. Un condón que no nos deja intimar por el temor a que nos dejen de amar si nos mostramos tal cual somos”, dice Óscar Misle.

Luzangelly Medina
Coordinadora de Comunicaciones
Editorial Planeta Venezolana S.A.
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( (+58) 424 232 45 71 (Móvil)
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martes, 6 de mayo de 2014

¿CÓMO ABORDAR A LOS TESTIGOS DEL ACOSO ESCOLAR?

Por: Óscar Misle, @oscarmisle


Los testigos del acoso también son responsables
Notificar un acoso no es chisme. (Créditos: Shutterstock.com)

Es probable que alguno haya sido atacado anteriormente y procura pasar desapercibido para que quien acosa no se fije en él. El silencio, aunque parezca complicidad, puede ser producto del miedo de convertirse en víctima.
En la obra de teatro barroco, de  Lope de Vega  “Fuente  Ovejuna”, en  el juicio, cuando el juez les pregunta quién mató al Comendador, todo el pueblo responde: “Fuente Ovejuna, señor”. Los Reyes Católicos absuelven el pueblo, porque es imposible determinar la identidad de los culpables concretos, algo similar pasa con los testigos del acoso, se esconden en el grupo para enmascarar sus  responsabilidades individuales.

Lo cierto es que los testigos se hacen cómplices. Su silencio le da poder a quien realiza el acoso. Él sabe que le hacen el juego porque le tienen miedo y puede manipularlos haciéndole sentir que si lo apoyan en sus burlas y le demuestran “lealtad”  estarán “protegidos”.
Puede ser que los testigos no se den cuenta de que las burlas y risas le causan dolor a quien es víctima de acoso, y hasta piensen que se lo merece por ser como es.

¿Y los que no se ríen pero lo presencian?
Seguramente sienten temor y prefieren guardar silencio. No saben qué hacer, a quién acudir y dónde y cómo reportar el acoso. Son muy pocos los que se atreven a defender al acosado. Solo lo hacen aquellos que no permiten que el miedo los silencie o paralice. Se ponen en los zapatos del acosado y logran, gracias a la empatía y compasión, comprender cómo se siente y la necesidad que tiene de sentirse apoyado.
En el fondo todos sabemos lo que nos hace sentir bien y lo que nos hace sufrir. Es importante que los testigos entiendan su responsabilidad cuando observan que algún compañero o compañera se burla de otro de forma sistemática, y no hacen  nada y terminan convirtiéndose en su cómplice, dándole poder y “popularidad”.

El acoso es un acto violento y cruel.
Hay que romper el silencio. Cuando se reportan los casos de acoso y se actúa a tiempo se hace justicia y se evita la impunidad.
Es importante que los estudiantes puedan comunicarse con los adultos de confianza, informarles lo que está pasando. No deben confundir chisme con reporte.

CHISME
Es un comentario que se hace sobre alguien con la finalidad de difundir  información que  puede dañar su dignidad e imagen. Su finalidad es destructiva.

REPORTE
Es una información  que se da para apoyar a alguien que está en problemas. Su finalidad es constructiva.
La violencia escolar  se agudiza cuando se dan agresiones y el entorno se hace cómplice o indiferente, el clima escolar se torna hostil y se convierte en caldo de cultivo para las agresiones.
Recuerdo  que  mi madre siempre nos repetía la frase: “Diviértete con los demás, no a costa de los demás”.
Seguimos creciendo juntos


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lunes, 5 de mayo de 2014

¿QUÉ DEBEN HACER LAS FAMILIAS DE LOS NIÑOS ACOSADOS?




Los familiares de los niños acosados
Las familias juegan un rol importante. (Créditos: Shutterstock.com)

Las familias tenemos un rol muy importante en la prevención del acoso escolar y nuestra actuación es clave cuando se convierte en una realidad

Cuando sabemos que son acosados es importante:

Actuar cuanto antes para que nuestros hijos no sigan sometidos a una situación tan dolorosa e indignante. Es necesario ganar  su confianza y que sientan nuestra comprensión, animándolos para que nos cuenten lo que está sucediendo. Lo que más necesitan es sentirse escuchados y acompañados.

Reforzar su autonomía. No es conveniente tratar de solucionarlo por nuestra cuenta, excluyéndolos con aquello de que "somos tu familia, nosotros nos encargamos". Esta actitud puede empeorar la situación. Al excluirles les hacemos  sentir incapaces de asumir lo vivido, participar y opinar. Podemos enviar el mensaje  de que no confiamos en su capacidad para enfrentar la situación porque son débiles y necesitan que otros resuelvan por ellos.

Dejar claro que no tienen la culpa de lo que les está pasando. Ninguna condición justifica el acoso. Debemos acordar y negociar los pasos a dar para solucionar la situación.

No descalificar lo que les está ocurriendo. Debemos evitar hacerles sentir que lo que les ocurre no es importante ("eso siempre ha pasado", “son cosas de muchachos”, “cuando tengas mi edad verás las cosas diferentes y solo quedará el recuerdo”).

No echarle toda la culpa al centro educativo o a los educadores y orientadores: "En este colegio no se puede hacer nada porque todos son cómplices e ineptos". En el acoso escolar intervienen múltiples factores que hay que identificar y abordar en la familia, centro educativo y entorno social.

No tomar la justicia por nuestras manos enfrentándonos con los estudiantes que acosan y sus familiares. Este tipo de procedimientos complica más la convivencia.

Animarlos a que cuenten lo sucedido en un lugar tranquilo e íntimo. Hacerles preguntas sin alterarnos y evitar expresiones y actitudes dramáticas. Es necesario indagar lo que ocurrió, quién estaba implicado, dónde ocurrió, cuándo y si hubo testigos de lo sucedido.

Escucharlos sin juzgar. Puede que sientan temor de comunicarnos lo que está pasando, por miedo a nuestra reacción. Es muy importante que se sientan apoyados y aceptados contando con el soporte emocional que les permita recuperar la confianza en sí mismos y en  los demás.

Mantener contacto con el centro educativo. Comunicar lo que está sucediendo, siempre con el acuerdo de nuestro hijo o hija, para que se dicten las medidas más justas y convenientes. Si el centro no actúa se puede acudir a una defensoría escolar o a un Consejo de Protección (hay uno en cada municipio)

Evitar victimizar. Si bien es cierto que por ser acosado es víctima y debemos apoyarlo para que supere esta circunstancia, no es conveniente sobreproteger o reforzar los sentimientos de minusvalía emocional.

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viernes, 11 de abril de 2014

EL AMOR EN TIEMPOS ADVERSOS @oscarmisle

Por: Óscar Misle, @oscarmisle


El amor en tiempos adversos
El amor es difícil pero no imposible. (Créditos: Shutterstock.com)

En estos momentos por los que atraviesa el país necesitamos sentir el amor de nuestros seres queridos. Sabemos que nos quieren, pero ahora más que nunca necesitamos sentirlo
En nuestra experiencia de trabajo con niños y adolescentes es común  constatar lo solos que se sienten emocionalmente en los momentos en que surgen los conflictos. Recuerdo que en una actividad con estudiantes de 5to grado (10 a 11 años), uno de los niños se levantó y dijo: “Esas  actividades  formativas que ustedes hacen no deberían hacerlas solo con nuestras familias,  tendrían que realizarlas con nuestras nanas o las señoras que trabajan en nuestras casas. Son ellas quienes nos cuidan y con quienes pasamos la mayor parte del día. Mi papá cuando llega me encuentra dormido. Mi mamá cuando regresa del trabajo solo tiene tiempo para darnos la comida y mandarnos a dormir, casi no hablamos”. El resto del  grupo asintió con la cabeza.

Sabemos que detrás de la soledad  puede estarse gestando la  herida del abandono, esa sensación de no sentirse querido, atendido e invisible emocionalmente. Valdría la pena preguntarle a nuestros seres queridos si se sienten amados. En un primer momento quizás respondan que sí, y argumentaran que no les falta lo necesario; pero posiblemente en el fondo sienten que carecen de lo esencial.

Ciertamente en momentos de crisis nuestro estado emocional nos rapta y  no hacemos otra cosa que pensar en lo que está sucediendo afuera y descuidamos lo que pasa en la intimidad del hogar. Sabemos que cuando más necesitamos expresiones de amor es en los momentos difíciles, en esas  circunstancias  en las  que nos sentimos solos, con miedo o impotencia porque lo que sucede escapa de nuestro control.

Son esas circunstancias en las que nuestros hijos necesitan sentirse protegidos, en un clima que les haga sentir que a pesar de las situaciones adversas estamos unidos para apoyarnos. Seguramente en nuestra historia personal, cuando  hemos tenido crisis por separaciones, duelos, diagnóstico de una enfermedad personal o de algún ser querido, pudimos superar el tsunami emocional gracias a la presencia de amigos y familiares que nos apoyaron y acompañaron e hicieron que nos sintiéramos queridos en esas situaciones adversas.

Son las situaciones difíciles las que nos permiten crecer, personal y socialmente, nos permiten descubrir nuestras fortalezas e inclusive sirven de “cable a tierra” para tocar realidad, en un momento en el que la frivolidad, la vida light y el confort. Lo instantáneo no nos da la respuesta que necesitamos, debemos recurrir a otras fuentes como la fe, el esfuerzo y el compromiso para  movilizarnos y salir de nuestra zona de confort y, con dolores de parto, descubrir quién soy, para dónde voy y con quiénes. Sin dejarnos llevar por cantos de sirenas  que lo  que logran es generar muchas frustraciones
.
Todo en la vida pasa, ser optimista no es desprendernos de lo que acontece, creando una ilusión o fantasía que se estrella muy rápido de la realidad. Ser optimista es tener la capacidad de leer las señales que nos muestra el entorno para tomar el timón,  con mapas de navegación ajustado a la realidad y posibilidades, para generar cambios personales y sociales que se sustenten con la perseverancia y la convicción de que todo cambia en la medida que cambiemos y asumamos el compromiso de seguir tras nuestros  objetivos y sueños. Nadie, por más poder que tenga, nos los puede castrar. Cuando descubrimos nuestro poder interior la adversidad se convierte en una oportunidad y  posibilidad de transformación que no tiene vuelta atrás.

Seguimos creciendo juntos    


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lunes, 7 de abril de 2014

LA FRUSTRACIÓN Y LOS NUEVOS ESCENARIOS

Por: Óscar Misle, @oscarmisle



La frustración y los nuevos escenarios
La frustración se puede combatir. (Créditos: Shutterstock.com)

La frustración la vivimos en momentos y circunstancias diferentes desde lo más  simple hasta lo más complejo. Si vamos a  ver una película de las  ganadoras del Óscar con muchas expectativas, puede pasar que una vez que estoy frente la pantalla lo que veo, escucho y pienso no se corresponde con lo que esperaba y siento una desilusión porque la ilusión se diluyó y salgo frustrado. 

Cuando nos enamoramos solemos colocar a la persona que nos gusta una serie de atributos, que no tienen que ver con quien realmente es; pero que me encantaría que los tuviese. En la medida que avanza la relación se va desvaneciendo el manto sagrado que le coloqué y aparece la persona que realmente es y el desencanto aparece en escena.

La frustración genera, entre muchas otras cosas, tres formas con las  que se suele reaccionar. Una forma es con la agresividad, haciendo que la ira flote y tome la palabra con insultos, descalificaciones y golpes ante el objetivo que causó la frustración. Un ejemplo concreto y cercano es la reacción de quienes  sienten  que  sus protestas no son atendidas ni escuchadas y buscan cualquier medio para expresar su rabia. 

La segunda forma de reaccionar es la huida. Como el nombre indica, se utiliza la evasión como mecanismo para escapar y no asumir lo que sentimos y preferimos reprimir las emociones y sentimientos.

Finalmente, la tercera forma de reaccionar ante la frustración es la sustitución. Se  cambia la situación por otra que no produzca tanta angustia o desesperación.

Cada quien elegirá el camino que considere mejor para su estado anímico. Es importante tener claro si lo que deseamos es desahogarnos, hacer catarsis o vengarnos, la primera será la salida aunque el remedio sea peor que la  enfermedad. La huida puede significar  un “alivio” al no enfrentar  la realidad; pero  la procesión ira por dentro y la salud puede pasar factura y el cuerpo gritará lo  que la boca calla. La tercera salida puede abrir otras posibilidades buscando  alternativas en las que puedan existir condiciones más reales y convenientes   para lograr los objetivos, esto nos lleva a preguntarnos: ¿Lo que quiero son sucesos o procesos? Cuando decimos sucesos son esos acontecimientos  rápidos, casi instantáneos, que cambien radicalmente la realidad sin que se den los procesos necesarios para que el resultado final se parezca a lo que realmente  deseo, necesito o sueño. 

Cuando se produce una  frustración es importante hacerse preguntas: qué  fue lo que no funcionó, cuáles fueron las principales barreras, las estrategias  utilizadas.
Según Jorge Bucay hay tres preguntas importantes que nos debemos hacer: ¿Quién soy? ¿Para dónde voy? y ¿Con quién o quiénes?  Según él deben ser respondidas en ese orden. Si no sabemos quiénes somos, qué realmente deseamos y para dónde queremos ir, posiblemente nos asociemos con alguien que nos desvíe del camino.

Seguimos creciendo juntos   


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VIOLENCIA. HAY QUE HABLAR CON LOS NIÑOS

  Óscar Misle Óscar Misle Los recientes enfrentamientos armados en la Cota 905 y comunidades aledañas y los operativos que se van realizan...