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jueves, 10 de diciembre de 2020

QUERIDO NIÑO JESÚS

 



Óscar Misle

Querido  Niño Jesús sé que  no te toca nada fácil, en la víspera de tu cumpleaños, responder las cartas con las solicitudes de los niños en estos tiempos de cuarentena. Tú más que nadie sabes la situación  que estamos viviendo en el país.  Nos está tocando padecer situaciones que dificultan  sentirnos  todo lo esperanzados  que  quisiéramos en estas navidades.

Por la violencia muchos  niños y adolescentes, ya no están con sus familias. Nos duele y nos llena de impotencia no  haber  podido evitar que los malos  tratos o  una  bala terminaran  con sus sueños. Su ausencia dejó un vacío muy grande en sus hogares, escuelas,  especialmente en sus seres  queridos. Esperamos que puedas  darles a sus  familiares fortaleza para  seguir adelante y que la justicia terrenal haga lo suyo

También están los niños dejados atrás. Los que vieron partir a sus padres y familiares a otros países por una migración forzosa con la intención de buscar alternativas de sobrevivencia por la  situación actual que nos ahoga. Les ha tocado  conformase con relacionarse  a través de una pantalla o un mensaje de texto o de voz.

Están los niños de las zonas mineras. Huérfanos institucionales, sin escuelas y centros de salud que los atiendan. Presos en sus localidades porque el transporte público está reducido a su mínima expresión. Están sufriendo por las agresiones sociales y ambientales a causa del arco minero, que no solo impacta ecológicamente, el daño social, sanitario y emocional es profundo.

La violencia, la explotación laboral, sexual se adueña de las niñas, niños y adolescentes de la frontera.

Por las migraciones las familias y niños sufren el desamparo del estado, muchos sin dinero  ni documentos que le garanticen la protección jurídica y  terminan sintiendo el desarraigo  de no sentirse de ni de aquí  ni de allá, con la marca de ser y sentirse apátridas con todo lo que ello conlleva

Y qué decir de los niños que pasarán la noche buena en las calles testimoniando con su presencia cómo es un niño que sufre el abandono en todas sus formas, familiar, escolar, sanitaria…

El coronavirus agrava aún más la situación, la muerte de familiares, la precariedad de la educación ha implicado tener como alternativa la educación  a distancia en un país en el que solo un tercio tiene acceso a internet y con una pésima conectividad. Ni que decir de los que tienen que ingeniárselas para mantener contacto con los centros educativos y cumplir con las asignaciones con los graves problemas con los servicios públicos, luz, agua, trasporte, gasolina  traduciéndose en un clima familiar en el que la salud mental se encuentra muy deteriorada.      

Esperanza en las noches oscuras

Querido Niño Jesús, en medio de esta noche oscura, como diría San Juan de La Cruz, ¿es posible alimentar la esperanza? 

Como familia  necesitamos en estas navidades contactarnos dándole vida al amor que nos da  fortaleza para mantener viva la fe. No podemos permitir  que la  costumbre, el conformismo, indolencia e indiferencia se adueñe de nuestros corazones.

Seguramente en algún rincón de la casa  colocaremos  el pesebre. Reservemos también un espacio en nuestro  corazón, inspirados con la misma calidez que demostraron los pastores que decidieron visitarte a pesar del crudo invierno del mes de diciembre. Una estrella los guio hasta el lugar.

Muchos de nosotros tenemos entre nuestras familias y seres queridos, una estrella que nos acompaña y guía en las noches oscuras. Seguramente algunos ya no están físicamente, pero siguen siendo inspiración y luz en nuestras vidas.   

También María y José fueron  migrantes forzados por la persecución de  Herodes quien no quería que nada  ni nadie lo despojara de su poder. Pero el amor venció. Ya van 2.020 años en los  que  se mantiene viva la fuerza del amor de quienes no permitimos que nos roben la esperanza y la búsqueda de la justicia para que haya paz.

Querido Niño Jesús, necesitamos  estrenar el 2021 con fuerzas renovadas. Cuando tenía 6 años, en una acto navideño, en el Teatro Nacional de Caracas, me tocó vivir un desafío importante, era muy tímido y tuve que recitar una poesía que decía así: “¿Dónde está el niño Jesús? aquí, en mi corazoncito ¿Quién lo puso? La gracia de Dios. ¿Quién lo aparta de mi lado? El pecado ¡Sale pecado  que Óscar no pecará más!” La promesa de la última frase confieso  que no me ha sido fácil de cumplir; pero si sigue acunado en mi corazón mi empeño de vencer el pecado que nos afecta como sociedad y se expresa en comodidad, indolencia, indiferencia e injusticia…

Y en  tu caso, ¿Dónde está el Niño Jesús?

¡Feliz Navidad!

Hasta la próxima resonancia            

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