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jueves, 10 de diciembre de 2020

LOS MIEDOS, LOS MIOS, LOS TUYOS Y LOS NUESTROS



Óscar Misle

 

Aparece una cucaracha o un ratón, ni se diga una rata, y el pánico se hace presente. Desde pequeños esos insectos o roedores nos generan sentimientos asociados con el miedo, asco, repudio… La madre grita o el padre se monta sobre una silla cuando aparece el intruso, hasta que él o la más valiente decide enfrentarlo.

El miedo es una emoción valida, en menor o mayor grado lo sentimos cuando  percibimos una amenaza, real o imaginaria. Nos permite protegernos y reaccionar enfrentando o huyendo.

Nuestros niños expresan su  miedo por varios motivos: a la oscuridad, algunos animales o personas, a fantasmas o monstruos, situaciones violentas que han presenciado en la casa, escuela, en la calle o a través de las pantallas, por comentarios de alguien,   por situaciones nuevas, como es el caso de la pandemia por el coronavirus.

Lo aprendió porque lo escuchó  de personas significativas que le tienen miedo a los animales, a la oscuridad, lugares cerrados...

Su imaginación puede hacer que  vea algo que le resulta aterrador; por ejemplo: monstruos en la oscuridad, ladrones entrando al hogar,  animales extraños en su habitación…

¿Qué puedo hacer?

Tomemos en serio su miedo; aunque pensemos que éste no tiene sentido. No nos riamos, ni burlemos. Es importante que le hagamos saber que sabemos  cómo se siente. Que sienta que estamos  ahí para protegerlo.

No lo presionemos para  que sea valiente, ni juzgarlo o calificarlo como cobarde o miedoso, porque no es capaz de  enfrentar su miedo.

Es importante  que indaguemos qué lo genera. Puede ser que nos esté dando señales que no notábamos. Especialmente  cuando su miedo es  hacia personas. Hay que explorar si hubo alguna situación de abuso sexual, acoso escolar o bullying.

Puede pasar que para hacer valer la autoridad se asuste al niño con amenazas “Voy a llamar a la policía pera que te venga a buscar o simular que se está hablando por teléfono solicitando que lo  vengan a buscar porque se está  portando mal, de hecho recientemente circuló un video, que se hizo viral,  de un padre con una niña pequeña a quien le aplicó este esta medida de  psicoterror para que se portara bien.      

En el caso de los más pequeños, evitemos salir a escondidas, sin notificarle que regresaremos. Si lo ocultamos,  se angustiarán porque no saben a qué hora vamos a volver e inclusive puede aterrarle que no regresemos, especialmente ahora en tiempos de pandemia en los que estamos sometidos a mucha información que gira en torno a la amenaza que significa el covid19 para la salud y la vida.

Podemos jugar a asumir el rol de niño y proponerle  que sea el papá o la mamá. Puede  que exprese, a través del juego de intercambio de roles,  qué sucedió y le generó miedo.

Lo podemos apoyar mostrándole, poco a poco, en un ambiente sereno,  fotos de los objetos o situaciones que generan sus miedos (siempre y cuando no sean escenas o imágenes dramáticas) con explicaciones sencillas que lo ayuden a  superarlo.

Podemos expresarle que entendemos su miedo y aclararle que tener miedo no es malo porque nos permite estar atentos a las cosas que nos pueden hacer daño, en otras palabras, nos permite estar  alerta para cuidarnos.

Si tiene miedo a la oscuridad, podemos dejar  una luz encendida, mientras lo supera.

Es importante que sepan que el miedo es un sentimiento natural en todos los seres humanos.

Podemos sentir mucha impotencia al no poder calmarlo, especialmente cuando es muy reflexivo, inteligente y con mucha imaginación y pregunta: “si robaron, mataron o secuestraron a ese niño ¿por qué no a mí?; si un vecinos murió por el coronavirus, ¿por qué no uno de los míos?” Es necesario darle explicaciones sencillas como por ejemplo: "Si nos cuidamos podemos evitar que nos ocurra a nosotros".

¿Miedo al coronavirus?

En la medida que va pasando el tiempo, y vamos asumiendo que nos toca convivir con el coronavirus, le vamos perdiendo el miedo, podemos pensar que son otros los que contagian o se contagian con la fantasía, que es de los extraños de quienes nos tenemos que cuidar, y pensamos que las personas queridas no significan un factor de riesgo. Vemos en Instagram reuniones familiares o de amigos, reunidos sin mascarillas y abrazados.

También es común ver en las calles, mercados, bulevares, transporte público,    aglomeraciones de personas sin respetar el distanciamiento físico, sin tapabocas o se lo colocan de cintillo o corbatín. Ya resulta  difícil diferenciar la semana  de flexibilización de la radical, el relajo en la radical lo evidencia.

El mes de diciembre fue decretado por el Ejecutivo como un mes de flexibilidad por las festividades decembrinas ¿El coronavirus tomará vacaciones, no seguirá  en la calles? ¿la amenaza de enfermarse o morir tomará una tregua?  

En estos momentos el miedo, sin caer en la paranoia, nos debe servir para mantener las necesarias medidas de bioseguridad que nos permitan  cuidarnos y cuidar a los demás.

 Hasta la próxima  resonancia       

 

     

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