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viernes, 8 de junio de 2018

TAREAS ESCOLARES ¿HAY QUE ELIMINARLAS?

Óscar Misle


A Rodrigo (10 años) lo  levantan todos los días a las 5 am para llegar a tiempo a recibir clases, cargando con el peso de su morral emocional,  saturado de las  quejas  que escucha en casa por lo mala  que  está la situación económica, política y social del país, la inseguridad y los peligros  que  conlleva, entrando soñoliento a un salón donde debe permanecer  horas sentado,  escuchando una serie de  contenidos, poco interesantes, presentados mecánicamente por un  maestro  o profesor  que también  tiene su morral cargado de preocupaciones, angustias, ansiedad, estrés… En ese clima denso y poco estimulante, las sonrisas se borran porque hay  que aprovechar el  tiempo. Lo único   que puede compartir de lo vivido en el hogar son las tares  que tuvo que realizar.

Su maestra Marta  no  revisó la tarea de Rodrigo y molesto se pregunta ¿para qué que me la puso? Marta   no tiene tiempo, son 30 estudiantes  y está consciente que son muchas  las tareas que le puso para  reforzar en casa, lo que no logró en el salón.
Cuando por fin llega el momento en que Rodrigo debe  regresar al hogar  le toca soportar el tráfico sabiendo  que al llegar a casa le espera de nuevo la tortura inevitable: “Hacer las tareas” cuando lo  que  seguramente le provoca es hacer un corte, jugar, correr si es  que el espacio lo permite, ver un rato la Tv, leer  un cuento, en calma sin  que nada lo perturbe, pero no, el deber se impone.
Las tareas escolares asignadas  con el fin de  reforzar los conocimientos  que se obtienen  en la escuela se convierten en un suplicio para Rodrigo y su familia. Pareciera  que  con más tareas mayor es la posibilidad de reforzar la información que reciben en la escuela ¿No bastó todo el tiempo y neuronas invertidas para memorizar  contenidos académicos poco interesantes  pero  que son impuestos por los programas?
La Organización Mundial de la Salud  alertó que las tareas escolares perjudican la salud. Producen situaciones de estrés que generan  dolores de cabeza, estómago, musculares, alergias, ansiedad,  tensión y tristeza.
Según el profesor  Harris Cooper de la Universidad de Duke “No hemos encontrado evidencias de que las tareas ayuden a los niños a ser mejores estudiantes”.
¿Las razones?
– Las tareas no hacen a los niños mejores estudiantes. Existen otras  posibilidades  que pueden  estimular las ganas de aprender, indagar, experimentar y formarse para ser mejor persona y ciudadano
– Quitan valioso tiempo que podrían utilizar en otras actividades, no impuestas,  placenteras que lo relajen, recreen, estimulen y en las que puedan  desarrollar  otras habilidades y competencias creativas
– Las tareas generan estrés, disgusto, hostilidad que afecta  la salud emocional y la relación familiar
-Generan en los niños frustración y rechazo de ir a la escuela, pierden el gusto por aprender. La imposición y el disgusto de hacer tareas los pone hostiles y genera conflictos con loa padres
No son  pocos los casos  en los  que los padres son quienes terminan haciendo las tareas. No les alcanza el tiempo y no  tienen la energía ni la serenidad para enseñarles a  los hijos los conocimientos  que  tendrían   que haber  aprendido en la escuela. Si es  que  se podría hablar de aprendizaje.
El hecho es  que se sacrifica el tiempo del hogar que  debería ser reservado para el descanso, esparcimiento, la lectura recreativa y todas esas posibilidades necesarias para nutrir el espíritu, relajarse y darle sentido al hogar, palabra  que  recuerda  la hoguera, con el calor de los afectos  y el encuentro.
Espacio y tiempo para crear  y experimentar
En lugar de tareas las escuelas pudieran  promover  actividades libres que permitan al niño adquirir habilidades y destrezas e identificar sus talentos a través del arte, la música, la literatura… para desarrollar la creatividad, la imaginación.
Las familias pudieran acompañarlos y aprovechar ese momento para compartir, comunicarse, encontrarse  en una actividad relajante y placentera.
No  tendrían que ser impuestas, debería estar  presente la flexibilidad y que  cada  familia decida cómo  crear  en casa oportunidades para compartir  inclusive tareas domésticas, como  cocinar juntos, inventar la receta sencilla, comunicarse con familiares  o amigos que ya no viven en el país, navegar juntos por internet  e investigar sobre diversos temas no abordados  en la escuela pero  que  son de interés para los niños. Ver películas, documentales, leer cuentos,  contar historias constituyen oportunidades para mejorar la relación, aprender justos, encontrarse y compartir sentimientos
Hasta la próxima resonancia
@oscarmisle

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