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lunes, 7 de noviembre de 2016

LA DEMOCRACIA ¿DÓNDE SE APRENDE?

¿La democracia se aprende en la escuela?

La política se ha metido en los centros educativos, los estudiantes de los niveles de educación básica hablan en los pasillos, patios, salones… de escasez, alto costo de vida, inseguridad, revocatorio y diálogo

Fecha: 27-10-2016



¿La democracia se aprende en la escuela?
Nuestros niños aprenderán y defenderán la democracia (Créditos: Archivo)
Por: Óscar Misle, @oscarmisle


En el libro “Si los pupitres hablaran”, editorial Planeta,  de Fernando Pereira y este servidor, abordamos “el para qué” de la  educación, tema  que  ha  tomado  relevancia a raíz de  la difícil situación sociopolítica que vivimos en el país.

La política se ha metido en los centros educativos, los estudiantes de los niveles de educación básica hablan en los pasillos, patios, salones… de  escasez, alto costo de vida,  inseguridad, revocatorio y diálogo.  Dependiendo del sector social  los argumentos varían; pero en el sentir de cómo nos está afectando a todos hay consensos. 
     
Un espejo de la realidad

Debemos reconocer la tensión y contradicción derivada de los dos roles que la educación desempeña la sociedad. La diferencia entre lo que la educación es efectivamente y lo que desea ser; entre la práctica y los ideales.

La educación se comporta como un reflejo de la sociedad, de lo que es, porque los estudiantes docentes y demás miembros de las comunidad educativa son parte de esa sociedad pero la realidad contrasta con un deber ser lejano y contradictorio. Por un lado se quiere formar a los niños y adolescentes con las mismas prácticas con las que se formó a sus padres y por el otro, se tiene la intención de formar para un ideal, creando un ilusionismo en el que solo se cambian conceptos, nombres y objetivos pero no las prácticas.

El hecho es que la escuela constituye un agente socializador por excelencia y para transformarla, hay que partir de cómo es su realidad, qué se hace en ella día a día.

Resulta evidente que las condiciones físicas, sociales, económicas, familiares, culturales, laborales en las que se ejerce el acto educativo condicionan enormemente las posibilidades de poner en práctica una educación que promueva y defienda la democracia en todas sus formas y espacios para la convivencia.

La escuela debe ser un espacio de formación ciudadana, no proselitista, pero si transformadora de la realidad que nos toca vivir. Es importante  y necesario  que se analice como estamos viviendo la democracia, cómo afecta la concentración y abuso poder en la familia, escuela, comunidades y en el ejercicio gubernamental.

La justicia debe ser aprendida con referentes ejemplos y que generen confianza no en lo que se dice  sino en lo que se hace. La democracia no puede ser un discurso hueco, se necesitan acciones que rescaten y garanticen el funcionamiento de las instituciones que garanticen los derechos de todos sin discriminaciones.

La justicia  debe ser ciega y no discrecional o acomodaticia dependiendo de los intereses de determinados grupos de poder, en otras palabras se aplica cuando conviene y cundo no se pasa  por encima de las leyes e instituciones sin que existan consecuencias. La participación en la toma de decisiones, con diferentes espacios y oportunidades para que cada  quien desde su rol opine, exija, asuma las responsabilidades de sus actos, son condiciones propias de la democracia participativa y protagónica, tal  y como lo plantea nuestra constitución.
Nuestros niños  aprenderán y defenderán  la democracia, no con lo que le decimos sino  con lo que hacemos.      

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