Por: Óscar Misle, @oscarmisle
Autoritario: temen a sus padres y madres. No se atreven a comunicarle un problema. Pueden recibir castigos físicos o humillantes o sanciones muy severas. Hay exceso de normas; mucho control y poco apoyo. El sentimiento es temor y desamor.
Permisivo: "andan por su cuenta"; tienen que aprender a valerse por sí mismos sin el apoyo de su familia. Hay inexistencia de límites, abandono, indiferencia, pasividad y permisividad.
Ambos modelos son antagónicos y terminan resultando con consecuencias negativas para la formación de niñas, niños y adolescentes autónomos, sociables, responsables y felices, entendiendo la felicidad como la posibilidad de sentirse bien consigo mismo, aceptándose y valorándose como es, siente, piensa.
Existe una tercera posibilidad:
Responsable: promueve el afecto, interés, orientación y aceptación de los hijos e hijas. Ofrece un abanico de alternativas que posibiliten las elecciones y decisiones que habrá de tomar. Su foco es formar para la responsabilidad, asumiendo las consecuencias de los actos.
Buena parte de las familias no son "químicamente puras", no aplican un solo estilo de crianza. Pueden utilizar dos y hasta tres de los mencionados anteriormente.
¿Qué podemos hacer?
-Expresarle nuestro cariño con palabras, gestos, abrazos. No basta quererlos; tienen que sentirlo y saberlo.
-Dedicar tiempo para compartir con nuestros hijos e hijas. Reír con sus alegrías y acompañar sus temores, pérdidas y tristezas.
-Respetar las diferencias individuales evitando las comparaciones con hermanos, primos, vecinos…
-Expresar alegría por lo que hacen bien. Estimularlos reconociendo su esfuerzo y logros. No se va a malcriar por estas demostraciones.
-Establecer límites justos y razonables de acuerdo a su edad y habilidades.
-Ser consistente con los límites. Si ante un mismo comportamiento le decimos que sí en algunos momentos, dependiendo de nuestro estado de ánimo, cansancio y en otros que no, lograremos generar inseguridad y confusión.
-Estimular su autonomía en cada momento de su desarrollo. Debemos estimularlos para que vayan haciendo sus cosas y sean más independientes.
-Dejarlos participar en las actividades de la familia, apoyar en los oficios del hogar acordes a su edad, le hará sentirse útil y parte de la familia.
-Ofrecer las mismas oportunidades a niñas y niños venciendo nuestros propios prejuicios sobre las conductas que son permitidas solo para niñas o para niños.
-Permitirle expresar, reconocer e identificar sus sentimientos aun los que socialmente no son aceptados (rabia, ira, euforia, tristeza).
-Ejercitar nuestra paciencia entendiendo que los procesos de aprendizaje son lentos y que equivocarse forman parte del mismo.
Buscar ayuda cuando se necesite. Asumir que es válido buscar el apoyo de otras personas, familia, personal de orientación y psicología cuando sentimos que hemos perdido el control y que no sabemos qué hacer.
Seguimos Creciendo Juntos
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