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martes, 27 de enero de 2015

EL BULLYING ¿INVISIBLE EN LA LEY?

Por Franklin Piña.- 

Óscar Misle Terrero es un hombre que ha invertido su vida en la educación, con el objetivo de formar hombres y mujeres con conciencia, a través de historias de vida, fábulas, mitos, cuentos a los que les da color, olor, sabor y vida, para que los contenidos sean degustados y digeridos por el público que acude a sus conferencias.

Es psicoterapeuta con gran poder de comunicación. Se podría definir como ‘un mago de la palabra’. Sus innovadores aportes son reconocidos a través de su participación como ponente en eventos nacionales e internacionales. Con frecuencia es invitado a programas de radio, televisión y entrevistado por medios impresos. Es fundador y directivo de Cecodap y coordina el programa “Creciendo juntos”.

Considera que “violencia es toda agresión a personas o cosas de manera directa, indirecta o simbólica”, la cual es un medio para hacer uso del control y del poder para someter, humillar, controlar con implicaciones psicológicas, físicas y sociales. En su más reciente obra escrita, “Heridas que muerden, heridas que florecen”, bajo el sello de ediciones Temas de Hoy del Grupo Planeta Venezuela, reúne testimonios y reflexiones personales, en los que se muestra la aceptación de las heridas de vida.


Explica que el bullying es un acoso reiterado que se da cuando un estudiante usa su poder sobre otro, utilizando ofensas, burlas y bromas que lo hagan sentir mal y lo descalifican. “Las causas que generan este acoso son múltiples, pero hay que tener en consideración, que la falta de tolerancia es una de las principales”.


¿Cómo se relacionan discriminación y bullying?


En el bullying o acoso escolar se pone de manifiesto el irrespeto a la diversidad. Un estudiante acosa a otro porque lo considera vulnerable por una determinada condición: contextura, orientación religiosa o política de su familia, origen social, orientación sexual o cualquier otra que sea utilizada con el objetivo de excluir y discriminar.

En un país como el nuestro, en donde no existen sanciones legales para quien ejerce el bullying, ¿qué plantear desde el punto de vista jurídico para que esta nueva manera de discriminación y violencia sea sancionada?


Si bien es cierto que no aparece ni está claramente tipificado en la Ley el bullying como una expresión de violencia; en la práctica deja secuelas psicológicas, físicas y sociales que sí están prohibidas. Estas agresiones deben ser denunciadas ante los consejos municipales de protección del niño, niña y adolescente; defensorías y el Ministerio Público, dependiendo de la gravedad del caso.
En el caso de los adolescentes, las agresiones que dejan secuelas físicas o psicológicas graves son consideradas delitos, y se requiere la atención del Sistema de Responsabilidad Penal del Adolescente contemplado en la LOPNNA. En el caso del acoso que no deja consecuencias graves, se deben dictar medidas para el abordaje psicológico y pedagógico de los mismos.
Es importante destacar que hay un conjunto de organizaciones que venimos abogando porque así sea. El bullying debe aparecer tipificado expresamente en la Ley como una forma de violencia que debe ser prevenida y sancionada.

¿Quiénes son los participantes del bullying?


El agresor, el agredido y los espectadores. Entre estos últimos están los testigos de que manera activa apoyan, estimulan y celebran las agresiones. Está el resto de los espectadores que no están de acuerdo con las agresiones del acosador, pero no saben qué hacer, tienen miedo, están desinformados de cómo, dónde y ante quién hacer la denuncia.

¿El agresor posee un perfil definido?


Este es un tema muy polémico porque no se puede caer en estereotipos; lo que sí está claro es que es un estudiante que utiliza su poder para hacerle daño a otro que es más débil con el fin de adquirir control y popularidad en el grupo.

¿Cuáles son los mecanismos que un docente puede utilizar para detener el bullying escolar?


En el libro “Acoso Escolar: ¿Qué hacer?”, que editamos en Cecodap, Fernando Pereira y éste servidor, proponemos herramientas prácticas para abordar la prevención y atención del acoso escolar con participación de docentes, estudiantes, familias y comunidad en general.
En cuanto a los docentes, podemos resumirlo en cinco pasos: Primero, reconocerlo como una forma de violencia que no se puede dejar pasar. Segundo, contar en el centro educativo con rutas claras de qué hacer y cómo actuar para la prevención y la atención del acoso cuando se presente.Debe estar claramente identificada la instancia o los responsables de actuar cuando el acoso se hace presente y el docente en el aula siente que se le va de las manos la situación. Tercero, el trabajo tiene que hacerse conjuntamente con las familias, estableciendo estrategias que permitan la comunicación sin generar defensas, prejuicios y respuestas violentas.
Cuarto. Se deben realizar actividades formativas con la comunidad educativa en general para conocer qué es el acoso escolar, por qué se da, quiénes participan y cuál es la responsabilidad de cada quién para prevenirlo. Quinto, si las estrategias sociopedagógicas utilizadas surten efecto, hay que acudir al consejo de protección o defensorías del niño y adolescente para que tomen las medidas correspondientes. No todas las formas de acoso pueden ni deben ser atendidas por la escuela. Hay casos graves que requieren la intervención de los consejos de protección y del Ministerio Público.

¿Qué tan relacionado está el bullying con lo que se denomina violencia doméstica?


Si un niño crece en un hogar donde la violencia se justifica como medio para lograr los objetivos, posiblemente repetirá en la escuela esta forma de relación. Si la violencia es la forma de resolver los conflictos y el niño comenta en su familia que es acosado, posiblemente la familia le recomiende que agreda al agresor para defenderse. Eso trae implicaciones graves, porque la violencia no se resuelve con violencia. Puede –incluso-, poner en peligro la integridad física de la víctima.

¿Un maltratador fue un niño maltratado?


No todo niño maltratado se convierte en un maltratador; pero es cierto que todos los maltratadores fueron niños maltratados.

¿Usted ha estudiado los motivos que pueden existir para agredir?


Los motivos son muy variados y complejos. En mi, “Heridas que muerden, heridas que florecen”, planteo cómo las situaciones de abandono, violencia, exclusión pueden generar heridas emocionales, que muchas veces quedan reprimidas y combustionan, explotan agrediendo a otros.
El entorno social juega un rol preponderante cuando se legitima la violencia social, cultural, deportiva como un medio válido para lograr objetivos. En otras palabras, cuando el fin justifica los medios.
No se puede negar el rol que juega la televisión, los videojuegos en el estímulo de comportamientos violentos excluyentes, homófobos, sexistas, xenofóbicos (…)

¿Es condenable que una persona agredida responda del mismo modo?


Más que condenable es riesgoso porque vivimos en una sociedad violenta en la que las armas de fuego, blancas, están al alcance de niños y adolescentes.
Lo acabamos de decir: La violencia no se resuelve con violencia. Puede ser que la víctima que se venga estimulada por el entorno, reciba a cambio un tiro o una herida mortal por objetos punzantes.

Sin embargo, la historia nos relata episodios en que los códigos del honor se han defendido de manera violenta.

Ciertamente, pero la reflexión que hay que hacer es si esa defensa violenta; si esa respuesta violenta logró la paz y si esa paz se mantiene en el tiempo. Las guerras nos hacen ver que la violencia no se resuelven con violencia porque queda mucho dolor, rabia y odio que lo heredarán las nuevas generaciones.

Se ha demostrado que la impunidad genera violencia, ¿qué opina?

La impunidad genera frustración, impotencia, rabia factores que sin duda generan violencia.

¿Ha tenido usted alguna experiencia de violencia? 


Sí. De niño por mi forma de ser: hiperactivo, sufría de acoso y eso me llevó a sensibilizarme por el tema porque en carne propia viví que la educación no está preparada para formar en la diversidad y que requiere cambios urgentes.

Fuente: El Caroreño, Martes, 27 de Enero de 2015, pp. 3

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